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- 14/03/2015 01:00
‘He estado al borde la muerte tantas veces que ya no le tengo miedo’, asegura la pintora Sheila Lichacz, aquejada desde hace años por una compleja situación de salud, por la que se ha sometido a varias cirigías cerebrales. Achaca a su delicada condición y al peculiar lugar de su nacimiento (Monagrillo, en la provincia de Herrera, hace 72 años) su especial visión artística del mundo: americanista y católica.
En el conchero de Monagrllo, residuo de las costumbres alimenticias de lo que identifica como ‘la cultura más antigua del continente’, junto al Cerro Tigre, encontró inspiración y vocación.
Y de su dolencia física aprendió, dice, a ver el mundo con otros ojos.
La dama de las tinajas, las piezas precolombinas que empezó a pintar para enseñar al mundo ‘el espíritu y el alma’ de América Latina, ha descubierto en el nácar de las conchas que recoge para incorporarlas a sus montajes pictóricos, la esencia más mística de la madreperla: la imagen de la virgen que ella misma ha llamado ‘Del conchero de Monagrillo’. La identifica como un avatar de la virgen de Fátima, a la que tiene fervor, pero ‘panameñizada’ y el mensaje que recibe de ella, cuenta, es que ‘con la fe, no nos va a pasar nada’. ‘En un mundo convulso y complicado, los mensajes de la fe también pueden llegar a través del arte’.
Su compromiso, asegura, es con su país y con la inspiración mística de su arte. ‘Yo quiero que Panamá sepa el valor de nuestra cultura, que ya se reconoce en todo el mundo’, sostiene la artista, que ha donado una colección permanente de su trabajo al Tribunal Electroal.
También tiene piezas en colecciones privadas y se precia de ser la única panameña en el Santo Sepulcro de Jerusalén.
De su trabajo original, antes de la revelación de las conchas, Sheila Lichacz recuerda su importante participación en la I Cumbre de las Américas, que se celebró en Miami, en 1994. Fue su trabajo el que recibió a los participantes del en cuentro que ahora se replica completo en Panamá, con la participación, por priemra vez, de todos los países del continente.
‘Nada pasa por casualidad. Yo tengo una misión y un compromiso con mi país y mi fe’, sostiene Lichacz convencida de que ‘Panamá es el país en el que tienen que pasar grandes cosas’.
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