La salvación detrás del lente fotográfico

Actualizado
  • 20/11/2022 00:00
Creado
  • 20/11/2022 00:00
Ante las dificultades que ha vivido, Edgardo Andrade encontró su pasión y salvación detrás del lente de su cámara
Sr. Alex, relojero fotografiado por Edgar Andrade.

Edgardo Andrade no sabía de fotografía. De hecho, lo más cercano que había llegado a estar cerca de una cámara, era utilizando la que tenía en su teléfono. Eso fue hasta el 2017 cuando con tan solo 22 años, Edgardo decide sumergirse en el mundo fotográfico: un espacio que le permitía expresarse cuando las palabras se le hacían difíciles. “Siempre he sido tímido y callado”, dice en una conversación con La Estrella de Panamá. Y agrega: “La fotografía me dio una oportunidad de expresarme y vencer mis miedos. También fue un escape ante la realidad que estaba viviendo en ese momento”.

Ahora, con 27 años, Edgardo se encuentra cumpliendo sus sueños con su cámara en mano. Todavía no cree todo lo que ha logrado en tan solo cinco años: “Siempre le decía a mi mamá que cumpliría mis sueños en 10 o 15 años. Jamás pensé que fuese por menos tiempo”, comenta.

Actualmente es parte de proyectos importantes. Su cámara le ha permitido salvarse y superarse ante las dificultades que desde muy pequeño ha tenido que enfrentar y según el joven fotógrafo, “esto es solo el comienzo”.

Sus inicios
La salvación detrás del lente fotográfico

Edgardo Andrade nació el 18 de agosto de 1995 en la provincia de Chiriquí. Debido al trabajo de su padre, quien se desempeña en el área de construcción, el fotógrafo y su familia tuvieron que mudarse de provincia en provincia. “Él cambiaba de proyecto cada año. De Chiriquí pasamos a Santiago, después a Colón, donde estuvimos cinco años”, recuerda.

“Luego de tanta mudanza, a mis nueve años, llegamos a San Miguelito donde he vivido hasta la actualidad en un barrio llamado Pan de Azúcar”. Un lugar que, dice, lo ha formado y es muy querido para él. “Dentro de tanto caos, hay gente muy buena con la que he convivido y crecido”, reflexiona.

A sus 12 años, sus padres deciden separarse, un golpe duro en su vida. “Allí inició mi etapa de rebeldía. Fue un momento duro y no tomé las mejores decisiones”, rememora. A los 16 años abandonó el colegio a pesar de ser un estudiante que ocupaba siempre las listas de cuadro de honor. “Ya nada me importaba”, dice.

A los 22 años, el joven fotógrafo pasó por otro momento difícil: el 5 de noviembre de 2017, su padre fue diagnosticado con diabetes y hospitalizado. Ahí, deciden mudarse a Chiriquí por petición del patriarca del hogar. “Él deseaba recuperarse o en el peor de los casos morir en su tierra”, recuerda Edgardo.

Con ayuda de su hermana Yoselin, quien le dio parte de su liquidación, consigue su primera cámara: una Canon T6i con la promesa de que más adelante él le pagaría el dinero.

Proceso de aprendizaje

En Chiriquí, Edgardo tuvo el primer contacto con su cámara sin educación previa. Se dedicó a disfrutar y capturar momentos con su familia. Regresó a la ciudad capital el primero de febrero de 2018 y dos días después recibió un taller gratuito con Canon.

Al día siguiente tuvo su primer recorrido fotográfico con un proyecto dedicado a entusiastas de la fotografía llamado “La Ruta del Metro”. Aquí tiene su primera experiencia con la fotografía de calle y se enamoró por completo. El fotógrafo agradece a su barrio Pan de Azúcar donde creció ya que fue “fundamental para conectar con estos entornos y las calles de la cuidad”.

Desde ese momento, ha sido imparable. En abril de 2019 decidió dejar su empleo para poder seguir sus sueños. “Actualmente soy miembro del proyecto la Ruta del Metro, mi padre se encuentra bien, y logré terminar mis estudios. Además, desde febrero de este año, estoy cursando una beca de formación fotográfica y autoral, con Aaron Sosa, un fotógrafo y educador venezolano, en su proyecto IMAGO PLUS”, afirma.

Pateando Calle

En sus propias palabras, a Edgardo la fotografía le dio un giro a su vida, es lo que ama y desea hacer siempre. Su obra más reciente es “Pateando Calle”, proyecto que nace de sus recorridos personales y colectivos en las calles y barrios de la ciudad de Panamá. La misma se inauguró el martes 15 de noviembre y terminará el 13 de enero del próximo año en la Alianza Francesa de Panamá. Edgardo contó con la ayuda de Ileana Forero, directora artística del festival de fotografía Photolab Panamá.

“Me dieron la oportunidad de exponer durante la pandemia en su plataforma. Desde que presenté la propuesta, me sentí identificado. 'Patear calle', es lo que he venido haciendo desde mis inicios. Se encargaron de la selección y texto curatorial, basándose en los colores, la cotidianidad, la conexión que tengo con mis protagonistas, y la experiencia de inmersión dentro del barrio. Así finalmente llegamos a 24 obras seleccionadas”, cuenta.

Historia detrás de la cámara

Para Andrade, lo más importante es inspirar y contar historias que hagan exactamente eso. En “Pateando Calle” conoció a Sr. Alex, un relojero de Salsipuedes.

El fotógrafo capturó una imagen del personaje sin que este se diera cuenta y logró mostrársela dos años después. “Hay veces que no puedes interrumpir el trabajo de las personas por una simple foto, y en ese momento se vive la realidad de la historia. Tomé la foto del Sr. Alex y se la mostré dos años después. Su respuesta es algo que llevaré conmigo siempre: Esta fotografía me va a recordar que logre dejar de fumar”, señala. “Es lo que me llena, poder compartir mi pasión y dejar huellas en estas personas, que pasan de desconocidos y se convierten en amigos. Sus historias son las protagonistas, yo siempre seré el intermediario”. Para Edgardo Andrade, la fotografía lo es todo en su vida. Le permitió superarse, salvarse y crecer. Le ha brindado oportunidades que nunca se hubiese podido imaginar. Actualmente es socio del Club Fotográfico de Panamá, el único certificado y más antiguo club de fotografía del país. Para el joven fotógrafo, su cámara es su fiel compañero y lo será por el resto de su vida. “Dios me dio un don, la vida una herramienta y la calle historias que contar”, sentencia.

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