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- 29/06/2014 02:00
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El paladar del panameño es tan crisol de razas como el país mismo. No sólo se disfruta del típico sancocho, o los tamales que hace la abuela o mi postre favorito, la pesada de nance; también entran en escena, cocinas tan diversas como la italiana o la libanesa.
En Panamá, los ingredientes locales, dieta de nuestros aborígenes se fueron fusionando primero, con la llegada de los españoles, quienes trajeron innumerables ingredientes aportes de toda la historia de colonizaciones e intercambios que ya habían sucedido entre Oriente y Occidente, y que son parte de nuestro día a día. Luego vinieron los franceses a construir un Canal que terminaron los Norteamericanos, trayendo este mega proyecto, embarcaciones llenas de chinos, caribeños e hindostanes, entre muchos otros, que llegaron con sus productos y su sazón.
Panamá, con su vocación de país de tránsito, tiene un libro de historia sigue creciendo día con día. Todo esto ha traído a nuestro pedacito de tierra en el medio de América, ingredientes y cocinas muy variadas, que no son tan conocidas ni tienen tanta presencia en muchos otros países de la región.
Así, los panameños estamos acostumbrados a un buen desayuno típico con tortillas, carimañolas, bistec encebollado, chicheme… Pero también disfrutamos del famoso desayuno chino, del brunch de cualquier hotel o restaurante, o de unos pancakes o bagels calentitos.
En el ir y venir de tantos viajes, en los que uno se convierte en un turista gastronómico, me doy cuenta que muchos países vecinos no ven, dentro de su cotidianeidad, comidas como la libanesa, o el sushi, o incluso la comida china.
En Medellín, por ejemplo, encontrar un restaurante de comida china es casi un reto, lo mismo que en cualquier país de Centroamérica; no existe esa la particularidad que tiene Panamá de tener en una misma cuadra, un restaurante de comida libanesa, otro panameño, otro italiano y un sushi bar.
Tenemos la bendición de ser un país donde convergen tantas culturas, que ya lo extranjero en gran medida, pasa a ser parte de nuestro día a día, y por esa misma razón, el paladar panameño está muy acostumbrado a incluir ingredientes y sabores foráneos en las mismas pailas donde se prepara el mejor arroz con pollo o una cocada con pepitas de marañón.
El paladar de los comensales de distintas partes del mundo que habitan en nuestro país también es exigente, ellos son parte importante en la evolución de la gastronomía incorporando nuevas formas, técnicas, fusión de platos, el rescate de nuestros productos, reinventando día a día una cocina nueva y atractiva, haciéndola una de las más variopintas del área y convirtiendo a Panamá en una ruta gastronómica por descubrir.