Un pintor verde no tan verde

Actualizado
  • 16/09/2008 02:00
Creado
  • 16/09/2008 02:00
PANAMÁ. “Soy un viejo verde”. Cuando escuchas esta frase te suena algo ordinario, de mal gusto, pero si hablamos de un pintor abstracto...

PANAMÁ. “Soy un viejo verde”. Cuando escuchas esta frase te suena algo ordinario, de mal gusto, pero si hablamos de un pintor abstracto tratarías de adivinar de qué se trata. Con estas palabras, el maestro Antonio Alvarado explica por qué nunca utiliza el verde en su pinturas, prefiere el negro, porque le impregna de tranquilidad.

“Yo vivo en una selva verde, todo es verde, hasta yo mismo soy un viejo verde, además el verde hay que saber utilizarlo”, justifica mientras se fuma un cigarro y da un sorbo a su vado de Bloody Mary, una de sus bebidas favoritas.

Al Maestro Alvarado le encanta su mística, ama la pintura abstracta y no quiere saber de paisajes, del cuerpo humano, ni de nada que se reproduzca o copie, quiere ver más allá de lo que existe. Se plantea una idea, busca algo y a veces encuentra otra cosa que supera lo que buscaba.

Afirma no tener nada en contra de sus colegas y los admira, pero su tesis es “no copies la naturaleza, reivindícala”.

A sus 43 años como pintor quiere salir un poco de las manchas y enfatizar más lo figurativo.

El arte abstracto está plasmado en todos los cuadros del Maestro Alvarado, pero sus ídolos en la pintura no son todos pintores abstractos. Dirige su mirada a lo lejos, buscando en la memoria nombres como: Zoulash, Rothko, Antoni Tapies, “esos son mis ídolos” en la pintura, en tanto en la música prefiere a Tito Rojas y Marvin Santiago.

Es un admirador de Botero, “es el pintor vivo que más caro vende”, dice mientras frunce el ceño y muestra su sinceridad. “Las últimas obras de Botero sobre la violencia en Colombia, no me gustan”.

El Maestro compila sus recuerdos y los atesora en la biblioteca que reposa al lado de su atelier de pintura. Allí custodia siete décadas de historia y cuando pasa a revisarla lo primero que encuentra es una fotografía de Picasso, el pintor más grande del siglo XX, autografiada por el pintor el 21 de julio de 1966. La adquirió porque su madre, una obrera francesa, trabajaba con el pintor andaluz.

Con entusiasmo y cariño la toma en sus manos retirándole el polvo que por los años le han cubierto y la muestra orgulloso. Otra de sus reliquias, está entre los cientos de libros que guarda, es la novela El Coronel no tiene quién le escriba, autografiada por el propio Gabriel García Márquez.

Actualmente Alvarado pinta dos cuadros gigantescos que serán expuestos en el café Balear, cada uno con un valor de unos 20 mil dólares. Señalando uno de los cuadros que expondrá, el cual curiosamente reposa al revés, el maestro Alvarado lo explica. “Los cuadros se ponen contra la pared cuando terminas las manchas, cuando vuelves a mirarlos te sorprendes de las manchas que hiciste y le sigues introduciendo técnicas. Después de algún tiempo decimos, ¿esta mancha la hice yo? No lo puedo creer. Además esto ayuda a darle mejores retoques a la obra si la consideras inconclusa”.

Obra perfecta para el galante pintor es la mujer. “Es lo más perfecto que se ha creado. No importa el color, la etnia, la edad”.

En ocasiones se habla del hombre como modelo de una obra importante, pero este vivaz artista la mujer es la obra más importante, “pregúnteselo a Boticelli o Rembrant”, confiesa.

Por otro lado, revela que el pintor no debe hablar tanto, porque sus obras lo hacen por él. Respecto a sus colegas dice “Ellos son organizados, yo soy bastante vago, soy desordenado, pinto cuando quiero, cuando puedo, no me estreso. Si vendo un cuadro lo celebro, si no también”.

Este pintor franco panameño, vivió hasta sus nueve años en Francia, sin embargo, siente que sus raíces de artista son panameñas. Pero, ¿qué opinión le merecen las opiniones sobre la pintura abstracta? “El arte abstracto se presta para los que no quieren dibujar, hay pintores abstractos, pero también hay colados” asevera en un tono de preocupación. Aunque ha repetido mil veces cómo se inició en la pintura, no le es difícil volverlo a contar.

Nunca estudió arte. Entró en la pintura abstracta sin conocerla. Trabajaba en un centro de pinturas, un día tomó unas cuántas las mezcló con agua y empezó a hacer manchas, al ver que le salían bien se dijo: esto es lo que yo quiero. Conoció al maestro Dutary quien le ofreció su taller y tan solo con verlo pintar aprendió. “Mi escuela son las galerías y los museos del mundo”, admite mientras fuma otro cigarro y termina su tercer Bloody Mary, recostado en una butaca. En su técnica utiliza acrílicos, barnices mates y nunca olvida el modeling paste. Alvarado tuvo la suerte de trabajar con el pianista Jaime Ingram e incluso a sus 70 años le ha dado por ser pianista. Cuando está en una fiesta o se reúne con amigos toca el piano y luego de varios bloody mary le salen buenas notas que roba aplausos del público, pero confesó que en realidad no toca ni los pollitos.

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