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Asma Chaabi: 'Abrí las puertas de la política para las mujeres que ahora gobiernan en mi país'
- 15/03/2022 00:00
- 15/03/2022 00:00
Asma Chaabi (Marruecos, 1962) llega a la Redacción casi directamente del aeropuerto. Camina rápido, con la cara trasnochada por el jet lag que le ha causado el salto del charco, pero impecable. Ver su primera estampa deslumbra: su vestimenta con tantos colores a la vez y elegidos con tanta finura la hace especial, de otra especie. Hasta su montura de antejos, cuadrada y circular se adapta a su estilo. Se sienta en un sillón, plácida. Pero antes, pide un break, esos atípicos sin haber comenzado: en su mano derecha, una taza de café panameño, que vino a probar en este diario. En su mano izquierda, un cigarrillo; combinación perfecta para controlar los nervios que le causan las entrevistas, aunque dice que las mejores charlas se gestan entre los humos grises.
De cerca, Chaabi resulta tan simpática que hace olvidar la vanidad prejuiciosa de quien la ve por primera vez. “No había venido nunca a Panamá, quiero conocer todo y comer también”, ríe.
La primera mujer elegida alcaldesa de un centro urbano en Marruecos en la historia, es una avalancha de experiencia, cultura, política, arte. Es de esas mujeres con las que da gusto desayunar, de buenas conversaciones aunque el castellano lo domine poco.
Se graduó en la Universidad de Westminster en Londres en 1985. Fue alcaldesa de la ciudad de Essaouira de 2003 a 2009. Su padre fue el empresario Miloud Chaabi, uno de los hombres más ricos de Marruecos, según la revista Forbes, presidente y fundador de Ynna Holding, un conglomerado diversificado centrado en obras de construcción e infraestructura.
Desde que Chaabi abrió el camino para las mujeres gobernantes del país, muchas se animaron a romper el silencio. Hoy Marruecos se encuentra a la vanguardia, sin embargo, según el diario El Español, la cuota media femenina en política en ese país se encuentra en un 19,9% mientras que a nivel mundial se sitúan en un 25,6%, por encima del Parlamento marroquí.
Aquí una voz transgresora, aquí una dama de temple infinito, aquí la artista estridente, aquí una feminista que dice no serlo, aquí la mujer que rompió el molde y opacó la misoginia en la política árabe.
¡Claro mujer! (ríe) Me encanta decir que después de tantos años dando a mi país, sigo dando. Ahora mismo me dedico al arte, y en todos los tipos de arte. En mi infancia crecí con el arte, mis padres eran coleccionistas, ellos me hicieron descubrir las cosas más buenas que hay.
Fui la número seis de siete hermanos. La fortuna que he tenido de ser la única hija, es que mi papá y mamá siempre me llevaban a todos los sitios, no me dejaban en casa, y eso hizo que mi educación fuese muy rica. Descubrí el mundo de adultos. Mi papá fue un político y empresario, pero siempre se metió en política para poder ayudar a su región. Mi papá salió de un pueblo, como pastor, a la edad de 10 años, escapando para ir a trabajar muy duro. En esa época en Marruecos había mucha pobreza, no había para comer ni beber. Entonces esta fuerza la tengo de mi papá, su fuerza de voluntad y determinación. La política la aprendí muy chiquita, cuando papá recibía un montón de gente en casa y yo la observaba… Recuerdo cosas de cuando tenía dos años y eso me ha ayudado mucho en mi vida actual. Mi casa fue la escuela de la vida.
Pensaba que iba a ser algo fácil manejar esa ciudad; como ya había trabajado en empresas y nosotros tenemos un grupo familiar de empresas que se dedican a muchas cosas... industria, construcción, pensaba que iba a ser fácil. Lo que sí sé es que había muchas puertas que estaban cerradas para una mujer en la política.
La verdad es que el poder significa hacer cosas por interés general. Lo creo así, pero he vivido cosas que al final hicieron que no lograra todo lo que me propuse. Fue una experiencia única. Nunca imaginé conocer a muchos líderes del mundo. Fui la primera y única mujer que gobernaba una ciudad urbana en Marruecos. Fue muy duro, pero estuve muy feliz. Y además satisfecha de abrir las puertas de la política a todas las mujeres marroquíes que están gobernando ahora importantes ciudades de mi país.
Claro que sí, pero no nada más en Marruecos, en todas partes del mundo. Siempre creo que hay un sitio para cada uno de nosotros: hombres y mujeres, pero lo que debemos hacer es entender que las mujeres tenemos mucho que aportar en todas partes y eso es lo que nos hace afortunadas. A mí no me gusta mucho la palabra luchar, pero si hubiese otra palabra más fuerte la emplearía.
Jamás he dicho que me considero feminista, no me gusta esa etiqueta. En Marruecos hay un movimiento feminista que tiene más de 40 años. Yo estoy en mi partido socialista, pero no el tipo de socialismo que se ve en Latinoamérica, como Venezuela, por ejemplo. Ser socialista es crear cosas para tu país, para mí es eso. Estar en un partido socialista es crear riquezas por nuestro país.
Tienes razón y a lo mejor sí. Mi padre siempre me trató igual que a mis seis hermanos, nunca me sentí diferente, no hubo diferencia. Esa fue la educación que tuve y esa es la educación en la que creo.
La verdad es que creo que la religión es algo interno. Nosotros en Marruecos muchas veces no nos ponemos velo. Creemos en un Dios y en todo lo que ha hecho nuestro Dios, y lo más importante es que en la religión musulmana prevalecen los valores. Pienso que los valores son universales: no matar, no mentir, no robar y respetarse el uno al otro.
Lo del vestir es algo muy personal, estamos en un país donde existe la libertad de elegir cómo cada uno se quiere vestir.
El arte es algo que empecé cuando estuve manejando una escuela de 950 estudiantes en los años 90. En esa escuela quería que mis estudiantes, de una escuela privada, se acercaran a la realidad marroquí y abrí clases de arte, quería sensibilizar. Empezamos todos a pintar y a vender por $50 las obras, y con la recolección del dinero ayudamos a los hospitales, orfanatos, escuelas... Así comienza la historia con el arte.
Cuando fui invitada a Panamá por la exembajadora Gloria Young, que ha hecho mucho por mi tierra y por exponer a la suya también, lo vi como algo muy lejano. Ahora no puedo creer que estoy aquí. La primera vez que escuché la palabra: 'Panamá', fue por una amiga que conocí en España. A mi amiga panameña Rosana, la conocí hace 37 años. Desde que la conocí, siempre me hablaba de su país, de su comida, de su gente. Ahora estoy muy feliz de verla y reencontrarla.