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El control y vigilancia de la calidad del agua: factores para el consumo humano
- 01/07/2022 00:00
- 01/07/2022 00:00
Ricardo Rojas, consultor del Centro Panamericano de Ingeniería Sanitaria y Ciencias del Ambiente (Cepis) señala que “el agua para consumo humano ha sido definida en las Guías para la calidad del agua potable, de la Organización Mundial de la Salud (OMS), como aquella adecuada para consumo humano y para todo uso doméstico habitual, incluida la higiene personal y esta definición lleva implícito que el uso del agua no debe presentar riesgo de enfermedades a los consumidores”.
El ingeniero Rojas, repasa la historia y hace hincapié en que el reconocimiento del agua como vehículo de dispersión de enfermedades forma parte de la teoría a considerar, a la hora de indagar e investigar cómo las enfermedades prevalentes en los países en desarrollo, donde el abastecimiento de agua y el saneamiento son deficientes, son causadas por bacterias, virus, protozoarios y helmintos; organismos que provocan enfermedades que van desde gastroenteritis, hasta padecimientos graves y fatales de carácter epidémico.
Un ejemplo de contaminación en agua para consumo humano es el cólera, que, según un artículo científico de la revista Journal of Food Protection, llegó a Las Américas por primera vez en la historia durante la pandemia ocurrida entre 1829 y 1850.
La contaminación llegó en barcos al puerto de Quebec, en Canadá en 1832, a pesar de la cuarentena que se decretó para contener su avance. Se extendió desde la ciudad de Quebec hacia el interior de Canadá y al mismo tiempo, apareció en Nueva York.
Su propagación continuó y dos años después, en 1834, se reportaron casos en la costa del Pacífico, propagándose a México, Cuba, Guatemala, Nicaragua, Colombia Jamaica y Panamá.
Uno de los brotes más importantes que afectó a la Región de Las Américas ocurrió en el Perú en el año 1991, causando en La Región, según datos de la Comisión Económica para América Latina (Cepal) 391,219 casos de personas infectadas de las cuales 166,349 requirieron hospitalización y 4002 fallecieron.
El cólera de 1991 puso en evidencia que en América Latina y el Caribe, la visión de agua de consumo humano se enfocaba en la cantidad antes que en la calidad, propiciando el establecimiento de iniciativas para brindar atención a los aspectos de vigilancia y control de los sistemas de agua para consumo humano.
La guía para la vigilancia y control de la calidad del agua para consumo humano del Cepis definió que la vigilancia sanitaria es el “el conjunto de acciones adoptadas por la autoridad competente para evaluar el riesgo que representa a la salud pública la calidad del agua suministrada por los sistemas públicos y privados de abastecimiento de agua, así como para valorar el grado de cumplimiento de la legislación vinculada con la calidad del agua”.
Por ende, la vigilancia sanitaria tiene dos grandes componentes, “la correlación de la calidad física, química y microbiológica del agua con las enfermedades de origen hídrico a fin de determinar el impacto en la salud; y el examen permanente y sistemático de la información sobre calidad del agua para confirmar que la fuente, el tratamiento y la distribución respondan a objetivos y reglamentación establecidos”.
Así es como la vigilancia sanitaria se convierte en uno de los principales instrumentos de evaluación del riesgo para la salud pública y además, provee de datos e información científica para los tomadores de decisiones en caso de emergencia causados por riesgos asociados a los sistemas de abastecimiento.
Por otro lado, se requiere del control de la calidad del agua, se trata del conjunto de actividades que se ejercen de manera sostenible por los prestadores de servicios de agua, con el objetivo de verificar que la calidad del recurso suministrado a la población, cumpla con las normas técnicas.
La definición de control de la calidad contiene en si misma la responsabilidad que tiene el prestador del servicio de suministrar agua segura para el consumo humano, lo que requiere que cada prestador cuente con un monitoreo constante del sistema que opera; esto a su vez demanda que se cuente con una combinación de mantenimiento preventivo y de buenas prácticas operativas, apoyado por la evaluación continua de la calidad de las fuentes, de los procesos de tratamiento y del sistema de distribución, conjuntamente con las inspecciones sanitarias, lo que asegura la buena calidad del agua y la ausencia de su contaminación en el sistema de distribución.
Por normas internacionales de la Organización Mundial de la Salud (OMS) un programa de vigilancia y control debe contar con evaluaciones de la calidad fisicoquímica y microbiológica del agua, inspecciones sanitarias y operacionales y evaluaciones institucional.
Y a su vez, contar con apoyos complementarios para la vigilancia y control como reglamentos y normas, capital humano capacitado, instrumentos económico-financieros, educación sanitaria; encuestas, y transparencia en la información.
En los indicadores generales y de salud en la República de Panamá, generados por el Ministerio de Salud (Minsa) entre 2000 y 2015, se señala que la diarrea y gastroenteritis de presunto origen infeccioso está entre las 10 principales causas de muerte en menores de un año por cada mil niños nacidos vivos; para ese mismo periodo en el documento 'Indicadores Generales de la Región de Salud Ngabé Buglé', los casos asociados a muertes por diarrea y gastroenteritis de presunto origen infeccioso variaron de 40 a 76 entre el 2000 y el 2015; y, en el documento de los 'Indicadores Generales de La Región de Salud de Veraguas', en ese mismo período el número máximo de casos es ocho.
Aunque los casos reportados lo hacen como presunto origen infeccioso, en estas localidades se puede inferir que la carencia de sistemas de abastecimiento de agua para consumo humano con sistemas de vigilancia y control sanitaria puede ser una de las condiciones que incrementa el riesgo de la contaminación por enfermedades causadas por bacterias, virus, protozoarios y helmintos en estas poblaciones, especialmente las que residen en áreas rurales.
En el año 2002, el Minsa realizó como parte de las acciones que garantizaban la protección del ambiente y dentro del marco legal de la Ley No. 2 del 7 enero de 1997, la consultoría: Diseño del Sistema de Vigilancia para la Calidad del Agua en Zonas Rurales, cuyo objetivo era identificar los riesgos asociados con el abastecimiento de agua potable a las comunidades rurales, que significaran un peligro para la salud de la población.
Apoyándose, en cerca de 155 inspectores de saneamiento, el Minsa consideró 7,000 comunidades rurales con servicios de agua y desarrolló el Índice de Riesgo (IR) que considera factores socioeconómicos, epidemiológicos, ambientales y físicos, logrando que a través de este indicador se realizara el control y vigilancia de los sistemas rurales para el abastecimiento de agua para consumo humano.
El Sistema de Vigilancia de Calidad del Agua Potable en Zonas Rurales (Svcapzr) se implementó en el año 2004 en las 14 regiones de salud del país.
Precisamente la continuidad y sostenibilidad de programas como este, es el mayor de los desafíos para la vigilancia sanitaria.