Huici sobre Edgar Borges

Actualizado
  • 18/02/2014 01:00
Creado
  • 18/02/2014 01:00
ESPAÑA. A propósito del Foro que el jueves 6 de marzo presentará el Cervantes de Nueva York con el cantautor Rubén Blades y el escritor ...

ESPAÑA. A propósito del Foro que el jueves 6 de marzo presentará el Cervantes de Nueva York con el cantautor Rubén Blades y el escritor Edgar Borges, bajo la moderación del editor Ignacio Latasa, el filósofo español Vicente Huici ofrece un análisis sobre el libro Vínculos. Apuntes con Rubén Blades. Huici sostiene que en la obra del autor venezolano ‘las canciones del panameño se convierten en una llamada a salir a la calle, a mirar directamente a las personas, a compartir con ellas sus ilusiones, su felicidad y sus fracasos’.

‘Conticuere omnes, intentique ora tenebant’… Sí, callaron todos y alzaron atentos sus rostros…Y comenzó la salsa… y todos (y todas) se pusieron a bailar. Coreaban los estribillos mientras algunos (y muchas) cerraban los ojos, dejándose llevar por ese ritmo suma de culturas aculturizadas. Las letras les hablaban de lo que pasaba en la calle, en su barrio, en su casa, en su cama. Había en (y hay) en la salsa un nombre mayor que se atrevió incluso a hacer una ‘ópera salsa’ —Maestra Vida— que marcó un antes y un después, y ese nombre es Rubén Blades.

A Edgar Borges también le hablaban estas letras salseras y además, desde muy pequeño, Rubén Blades fue para él un nombre comparable a Gabriel García Márquez. Fiel a su trayectoria, Borges ha decidido hacer de su capa un sayo y en su último libro Vínculos. Apuntes con Rubén Blades (Editorial Leer-e, España 2013), cuenta la historia de ese vínculo alternando sus quereres autodiegéticos con los decires de un Rubén Blades claro y definitivo.

Avisa Borges en la introducción que el libro no adopta la forma de entrevista ni tampoco de biografía, y es verdad, porque su poliédrica estructura (acotada en siete ‘ventanas’) articula ese vínculo iniciático y lo desarrolla entre letras de canciones, diálogos con Blades, referencias ajenas y reflexiones íntimas. El palimpsesto está servido.

Pero ¿en qué radica este vínculo que Borges muestra y demuestra? Radica en que como dice el escritor venezolano, las canciones de Blades ‘tienen una carga de memoria única’, una carga que dinamita el consenso sobre cómo son y cómo tienen que ser las cosas, un consenso supuesto que una y otra vez se repite como un sonsonete desde los medios de comunicación. Algo sobre lo que Edgar Borges insiste en cada una de sus obras. Y así, las canciones del panameño se convierten en una llamada a salir a la calle, a mirar directamente a las personas, a compartir con ellas sus ilusiones, su felicidad y sus fracasos: ‘Para ser rumbero tú tienes que haber llorado/ Para ser rumbero tú tienes que haber vivido/ Tú tienes que haber soñado…/ Y haber reído’.

‘Conticuere omnes’, sí…’ intentique ora tenebant’, sí… Pero salgamos a la calle de la mano de Rubén Blades y miremos. Ese parece ser el mensaje final de Edgar Borges. El mismo mensaje que el viejo profesor Agustín García Calvo decía haber recibido no de Virgilio, sino del mismo Homero.

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