Bajo la piel de Hugo

Actualizado
  • 18/05/2014 02:00
Creado
  • 18/05/2014 02:00
En su último libro el escritor cubano Amir Valle rescata a Hugo Spadafora del olvido. 

A pesar de haber nacido en Cuba, una isla por la que han pasado guerrilleros mitológicos, como el ‘Che’ Guevara vara y Camilo Cienfuegos, ha sido un revolucionario panameño el que ha captado la atención del periodista y escritor cubano Amir Valle. El año pasado publicó el libro Hugo Spadafora: bajo la piel del hombre , una biografía novelado con la que intenta solventar la dificultad historiográfica, la ausencia de datos y la tergiversación existente en torno a la vida del médico que le hizo frente al régimen de Manuel Antonio Noriega. Y que pagó por su vida por ella.

A través de la ficción Valle nos devuelve el retrato -en toda su dimensión humanista, política y familiar- de un hombre de su época. Es preciso hacer una aclaración: no se trata de que la ficción reemplace a la realidad, ni que ambas se fundan en una especie de ‘realismo mágico’. La ficción comienza ahí donde los datos y las informaciones alcanzan su límite; late bajo la piel del hombre que ningún registro ‘objetivo’ puede darnos.

Esta ‘biografía novelada’, contada en tercera persona por un autor omnisciente -que, por cierto, también reconoce sus límites como buen periodista que es- recurre a las técnicas y pesquisas de la investigación, como las entrevistas (más de 200), la revisión de documentos familiares (memorias escritas, notas y conversaciones) e históricos, revistas, etc. Valle también se vale de la visita directa a los lugares que, en la corta e intensa vida de Spadafora, también marcaron su vida, como, por ejemplo, Guinea Bissau, en África.

El libro se divide en 19 capítulos, incluyendo la última página, los agradecimientos y la bibliografía. En la última página, el autor nos habla, un poco de manera positivista, de la siguiente manera: ‘desde el primer momento manifesté mi intención de escribir una biografía autorizada imparcial en la cual se impusiera la verdad de los hechos por sí mismos y no una u otra visión (negativa o positiva) sobre la vida y accionar político de Hugo Spadafora’.

En efecto, es necesario imaginarse el reto afrontado por el escritor en su intento por reconstruir a su personaje en medio de la maraña de información, documentos y anécdotas. Todo escritor necesita encontrar un hilo, una línea, y, en este sentido, el autor no solo se sometió a la ‘verdad de los hechos’. El Hugo Spadafora que encontramos es el personaje que también supo construir el autor, un personaje que, como muy pocos en aquel momento, vivió los años más idealistas de la lucha anticolonialista como guerrillero al lado de Amilcar Cabral, a finales y principios de la década del sesenta y setenta en Guinea Bissau.

A excepción de Belisario Porras, Arnulfo Arias, el General Omar Torrijos Herrera (quien firmara el tratado que le devolvería el Canal al Istmo), en Panamá prácticamente no se han escrito biografías de los personajes políticos que marcaron el siglo XX en el país. Tampoco de Remón Cantera y otros personajes políticos e históricos que han marcado la vida del país. Pero si existe un personaje en la historia panameña de quien se debiera escribir una biografía, precisamente por sus maldades, traiciones, múltiples juegos con los norteamericanos y el narcotráfico, es Manuel Antonio Noriega, el siniestro personaje que tuvo que ser derrocado a través de una intervención militar norteamericana que le costó la vida a cientos de panameños.

Murieron calcinados, por las bombas y la metralla , en una terrible noche de diciembre de 1989, pocos días después de haber sido derrumbado el muro de Berlín, que le puso fin a uno de los acontecimientos más trágicos de la especie humana, donde las guerras y los muertos los pusieron los países del llamado Tercer Mundo.

LA DANZA MACABRA

En este sentido, la ‘biografia novelada’ de Hugo Spadafora representa el recorrido y la re-construcción de una vida, de un joven idealista y puro, que ya para la década de los ochentas (después del heroico triunfo sandinista, en el que participó como guerrillero) no pertenecía a la realidad de una Guerra Fría que había degenerado en la forma más baja de política, una en la que la traición, el poder y el narcotráfico (sin distinción de ideologías y fronteras políticas) confluyeron de forma nefasta.

Una de las víctimas de aquella danza macabra fue precisamente Hugo Spadafora, quien fue asesinado por orden de Noriega (tal como apuntan todas las indicaciones, pruebas y sospechas).

Su tránsito por el mundo no fue fácil para Spadafora. Él fue víctima de una constelación de intereses, de ideologías desprestigiadas y de los intereses de los poderosos. Creían, ingenuamente, que la revolución y la democracia en la corrupta Centroamérica era asunto de caballeros con buenos modales y con buenas intenciones.

Como bien se afirma en esta ‘biografía novelada’: Centroamérica es corrupta. Y Hugo Spadafora estaba lejos de prestarse a la corrupción. Pero su idealismo, que muy bien expresa el texto, deja para mí algo bien claro: el hombre terminó sacrificando a su familia. Y su propia vida. Solo la ingenuidad le permitía seguir creyendo que, en Panamá, podía estar a salvo.

No hay capítulo del libro donde no podamos presentir a este hombre que, con 45 años, había sido médico, guerrillero y viceministro de Torrijos. A media que avanza la obra el escritor va dejando atrás páginas hermosas, diálogos fuertes y convincentes, de Spadafora en las diferentes estaciones de su vida. El lector se va adentrando en una paisaje selváticos, cruzado por los ríos. Son los ecos de Conrad en un escenario americano.

El Spadafora ideológico no ahoga al Spadafora de cuerpo y sangre. Conocemos qué chaqueta le gustaba, que tenía problemas con las uñas de su pies, que era mujeriego, etc. Podemos imaginar su manera de hablar y de caminar y, además, su temple al entrar en el campo de batalla.

Las fotos que están intercaladas en el libro sitúan a Spadafora en un contexto familiar, de origen italino, recrean una experiencia familiar que nos conmueve, porque sus hermanos y padres reclaman justicia por el asesinato de este hijo querido, tanto de su familia como del resto de los panameños.

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