- 19/05/2019 02:00
Miren que debe ser eso lo que me pasa. Que mi cuerpo no debe haber aprendido todavía que estamos en un país sin primavera, o que mi estado de ánimo entiende el cambio de estación y las primeras lluvias como la primavera. En fin, que tengo astenia primaveral. ¿Que qué es la astenia?, pues es una debilidad del cuerpo, una falta de fuerzas, mentales y físicas, apatía y fatiga. Así estoy yo últimamente, asténica perdida. Cual señorita decimonónica, con necesidad de tomar tónicos reconstituyentes, figúrense ustedes, ¡a mi edad!
Como cantaba la gran Martirio, ‘Qué a gusto me quedaba en la cama todo el día / ¡otra vez el mismo rollo, / todos los días lo mismo, qué fatiga! / Y es que no puedo con mi cuerpo / no tengo ganas de ná, / necesito una pastilla para ponerme a funcionar'.
¿No sienten ustedes que vivimos en el día de la marmota? Todos los días la misma vaina, las mismas estupideces, los mismos tarugos haciendo estupideces.
El tipo que maneja por el hombro parece ser siempre el mismo cafre. El taxista que mea en plena calle parece ser siempre en mismo cerdo. Los políticos haciendo idioteces son los mismos payasos haciendo siempre los mismos tristes trucos, que ya a nadie hacen gracia. Cambian las caras y se repiten las palabras, los discursos son los mismos, con lugares tan comunes y manidos que parecen el suelo del patio de la mezquita que custodia la Kaaba, y cada uno de los miles de peregrinos son siempre el mismo peregrino. Los sinvergüenzas permitiendo que destrocen selvas, para lucrarse, o islas, o áreas verdes cercanas a la ciudad. Los otros imbéciles sacando la prohibición cuando ya el daño está hecho. Es mejor pedir perdón que pedir permiso. Igual que siempre.
Realizamos todos los días las mismas acciones sin pensar en lo que significan. Compramos todos los días las mismas cosas recorriendo los pasillos del supermercado siempre en el mismo orden, y nos descolocan la mente cuando descolocan los productos, haciéndonos recorrer los pasillos como gallinas sin cabeza. Votamos por inercia a los que siempre hemos votado, que quizás son los que ‘la familia' ha votado siempre, y rezamos a los mismos dioses porque ese ‘es el dios de mis padres' sin plantearnos siquiera si nuestras creencias se ajustarían más a otros dioses, a otras creencias.
A veces, en días como estos, la astenia me vence y simplemente pienso en la inutilidad de todo, ¿el presidente saliente aún pretende seguir comprando sus bulas a base de donaciones hechas con el dinero de todos? Y no pasa nada. ¿Los novatos entrantes empiezan a buscar éxitos de taquilla con gestos grandilocuentes? Lo mismo de siempre. ¿El vulgo se tira de los pelos discutiendo si molas sí o si blanco no? Atención divergente, sinvergüenzas contentos, igual que fue, está siendo.
Yo, en mi astenia, solo quiero embrutecerme con alcohol, o perderme en el fin del mundo para no tener que seguir viendo a los hámsteres corriendo enloquecidos en la rueda que da vueltas sin fin, agotándose para, al final, no llegar a ningún sitio. Los hombres siguen haciendo exactamente lo mismo esperando conseguir resultados diferentes y frustrándose porque no los logran. El ser humano no solo tropieza con la piedra, se enamora de ella. La humanidad me aburre sobremanera, ¿a ustedes no? Será la astenia, no les digo yo que no, que puede ser que en un par de semanas lo que ahora veo gris obscuro tirando a negro lo vea rosa cerdito feliz y mi estado de ánimo se contagie de tanto optimismo en el aire. Ojalá.
COLUMNISTA