Con la mejor uva del mejor terroir del mejor valle

Actualizado
  • 18/09/2016 02:00
Creado
  • 18/09/2016 02:00
Catalina Castro, enóloga de Viñas San Pedro conversó sobre los procesos de elaboración de sus vinos ya conocidos en el mercado panameño

Viña San Pedro celebró hace poco sus 150 años de existencia. Los años reflejan su amplia trayectoria en el ámbito vitivinícola. Tiene uno de los viñedos más grandes de Latinoamérica, 1,200 hectáreas. a lo largo de su historia, sus vinos han sido reconocidos con múltiples premios. Es la segunda mayor exportadora de Chile, ‘aunque la primera en exportar vinos de calidad', aclara Catalina Castro, Wine Ambassador para Latinoamérica de San Pedro.

CATA 1865

Homenaje al año de fundación

Se trata de ‘vinos elegantes hechos con precisión'. Los vinos 1865 honran el año de fundación de Viña San Pedro, hace 151 años. Se asocia con deportes de lujo como el golf. 18 hoyos y 65 golpes es la referencia exacta.

Los vinos Single Vineyard catados en la velada fueron el 1865 Sauvignon Blanc, un vino muy fresco y frutal, muy aromático y de un color amarillo verdoso limpio. Destacan en el paladar notas cítricas, y herbales, los suelos graníticos y arcillosos reflejan un gran volumen en boca. Su final es muy prolongado. El blanco fue maridado con un canapé de tapenade.

El segundo vino de la noche fue el 1865 Carmenere, ‘un carmenere diferente a todos los de Chile', según la enóloga. Al ser la última cepa en ser cosechada, pierde las notas herbales características, en nariz, destacan aromas frutales, muy aromático. Destacan en el paladar frutas rojas, mermelada y madera, notas de vainilla y chocolate con una acidez que no molestan y taninos maduros, redondos que le aportan suavidad. Para acompañarlo se sirvieron bruschettas de ratatouille y de pechuga de pato asado con salsa agridulce.

El último vino de la noche fue el 1865 Cabernet Sauvignon, con volumen agradable, notas de frutos rojos y taninos redondos gracias a las características de los suelos del valle de Maipo y madera muy suave. Se acompañó con uan bruschetta de rosat beef con chimichurri y mini arrollados de queso azul con nueces y zanahorias.

La chilena, oriunda de la zona central del país vive actualmente en Santiago pues por su cargo, viaja a toda la región latinoamericana, cuando no está en bodega, su mayor pasión.

Ingeniera agrónoma y enóloga, ha trabajado en las líneas 1985 y Castillo de Molina, como parte del grupo enológico de Viña San Pedro.

Aunque lleva un año en funciones de embajadora, confiesa que le encanta el trabajo en bodega, ‘me gusta ver todo el proceso, todo el trabajo que hay detrás de la elaboración del vino en la botella. Es un trabajo muy duro, muy sacrificado, pero después se ven los resultados', asegura.

Ella misma los ha visto en el escenario de la venta con el propio consumidor y en ese encuentro logra su retroalimentación, llega a conocer los gustos de la gente, recibe críticas y aportes. ‘Es otra de las facetas del proceso de hacer vino', cuenta.

Y es que el resultado final en la botella depende de variados elementos y no todos ellos se pueden controlar.

‘De hecho, yo digo que el clima es nuestro peor enemigo. es algo que no puedes controlar y que influye de cosecha en cosecha, toca ajustar todo lo demás para poder manejarte con el clima que tienes', afirma.

Como un ejemplo contundente, Castro menciona la cosecha tan complicada que se dio este año en todo el país. ‘Llovió muchísimo, y durante la cosecha. Una revista agrícola publicó estadísticas que aseguran la pérdida de 8 mil millones de litros de vino. Todas las viñas sufrieron pérdidas', detalla.

Frente a un escenario como este, resta manejar la situación lo que mejor se pueda, ‘el proceso se torna mucho más complejo y delicado pero la idea es siempre mantener el nivel que caracteriza el vino', sostiene.

‘Podemos tener muchas condiciones adversas, pero si tienes un buen equipo enológico que se preocupa desde el campo hasta cuando el vino es embotellado, la calidad del vino va a ser siempre buena.

Este logro es lo que según Castro le da reconocimiento a San Pedro. ‘Nuestro equipo enológico ha tenido mucha consistencia a lo largo de todos los años; todos los años tienen distintos premios nuestros vinos, lo que es un respaldo bien importante.

LOS VINOS

Los viñedos de San Pedro no se circunscriben a un solo valle chileno.

‘Tenemos viñedos propios en Maule, Curicó, Maipo, Cachapoal... cultivamos distintas cepas y la idea es que se cultiven en los valles que tienen las mejores condiciones para desarrollar cada una de ellas', explica la enóloga.

La cepa Cabernet Sauvignon se ha destacado en el valle del Ma ipo, mientras que la Sauvignon Blanc en el valle de Leyda y la Carmenere en el valle de Maule.

Castro detalla que se busca destacar cepas emblemáticas como el Carmenere, extinto en Europa y redescubierto en Chile en la década del noventa, pero la idea es lograr vinos distintos con la misma uva, ‘que sean originales, que sean diversos, o sea, muy versátiles'.

San Pedro está impulsando más recientemente las cepas Pinot noir y Chardonnay, sin embargo, en mercados como el latinoamericano y sobre todo, en Centroamérica donde el público está recién conociendo el mundo del vino hay que afianzar con los varietales más tradicionales para luego ofrecer aquellos un poco más complejos.

El caso de Panamá es distinto. Los vinos de San Pedro llevan años en el mercado panameño. ‘La mayoría del portafolio está acá, Gato (blanco y negro), 1895 y Castillo de Molina, queremos entrar con el Pinot noir y el Chardonnay para dar a conocer otras variedades y sorprender', dice Castro.

La enóloga y embajadora para Latinoamérica visitó Panamá para ofrecer una serie de entrenamientos a personal de hoteles y restaurantes. ‘Para nosotros en muy importante la capacitación porque ellos son nuestra cara ante cualquier consumidor, el contacto directo con nuestros clientes y es fundamental q ue conozcan el producto, lo presenten y sirvan de la forma más adecuada y sientan la confianza de expresarse sobre cada vino con seguridad', especifica.

‘Con un mal clima el proceso se torna más complejo y delicado pero la idea es siempre mantener el nivel que caracteriza el vino'.

Parte de sus actividades durante su visita fue una cata ofrecida en la residencia de Chile, teniendo de anfitrión al embajador Francisco Cruz Fuensalida, como parte de las celebraciones de la fiesta nacional chilena.

‘Vamos a degustar 1865, Sauvignon Blanc, CabernetSauvignon y Carmenere, con un maridaje.

‘Me encanta hablar de 1865 porque lo conozco desde la bodega. 1865 apunta a las mejores uvas de los mejores terroirs de los mejores valles', concluye.

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