¿Qué escenarios y fuerzas externas son clave para la agricultura del futuro?

En la publicación del Banco Mundial (BM), 'Panoramas alimentarios futuros: Reimaginando la agricultura en América Latina y el Caribe' se evalúa cuál es el desempeño de la agricultura y los sistemas alimentarios en América Latina y el Caribe (ALC), y proyecta cómo sería su evolución para enfrentar los desafíos del cambio climático en el futuro cercano.

El BM señala que, “la agricultura y los sistemas alimentarios de ALC son muy diversos, y existe una enorme variación entre los países de la región en términos de su escala, sofisticación e importancia económica”.

Explica que la agricultura en la región se suele agrupar por países de acuerdo con su tamaño, ubicación, características ecológicas y climáticas, y economías agrícolas. Así, el primer grupo es México y América Central, el segundo grupo los países del Caribe, el tercer grupo la región andina, y el cuarto grupo el cono sur que incluye a Brasil.

Según el análisis descrito en el documento, estas agrupaciones, aunque intuitivas, pasan por alto muchas características importantes, como por ejemplo, la heterogeneidad entre los países de América Latina y el Caribe, como su tamaño, ubicación, agroecología y etapa de desarrollo económico; esto se refleja a su vez, en la heterogeneidad entre la agricultura y los sistemas alimentarios de cada grupo de países.

Lo anterior se debe a que, aunque “el sistema alimentario de cada uno de los países de Latinoamérica y del Caribe es único en algunos aspectos, casi todos los sistemas alimentarios tienden a pasar por etapas de desarrollo similares”. De allí que el informe distinga tres tipos de sistemas alimentarios: el tradicional, el transicional y el integrado.

La agricultura evolucionó hasta estos tres sistemas alimentarios de ser un sistema destinado a producir suficientes alimentos, forraje, fibra y combustible para cubrir las necesidades de consumo de personas y animales, a contribuir a múltiples objetivos, siendo cuatro los principales: (1) el crecimiento y diversificación de la economía, (2) el incremento del empleo y la reducción de la pobreza, (3) la mejora de la seguridad alimentaria y la nutrición, y (4) la implantación de servicios ecosistémicos con capacidad de resiliencia climática.

Con este análisis se entiende la importancia de la agricultura en el desarrollo y la sostenibilidad económica y ambiental de los países.

Al entender el sistema alimentario vigente en ALC, una de las preguntas clave del documento del BM está dirigida a entender ¿qué medidas son necesarias, tanto hoy como en los próximos años, para garantizar que la agricultura y los sistemas alimentarios de ALC sean capaces de impulsar su crecimiento, crear empleos de calidad y mejorar la seguridad alimentaria y nutricional en la región y en el resto del mundo, generando al mismo tiempo servicios ecosistémicos sostenibles para la región y más allá?

La respuesta a esta pregunta requiere establecer los escenarios que podrían dar forma a los sistemas agrícolas y alimentarios de ALC, y además definir las posibles fuerzas que impactarían los escenarios en donde la agricultura y los sistemas alimentarios de ALC se verán afectados.

El BM considera que los escenarios más relevantes para definir en el futuro la realidad de la agricultura y los sistemas alimentarios en ALC serán dos. El primero, el horizonte de tiempo, y el segundo, la cobertura espacial.

El primero se aplica por tener influencia en las temporalidades de los impactos de la adopción de medidas inmediatas o a medio plazo, como reformas de políticas e inversiones de apoyo; y el segundo, la cobertura espacial se aplica a la influencia que ejerce sobre los sistemas agrícolas y alimentarios de ALC que podrían requerir respuestas colectivas de varios gobiernos.

En cuanto a las fuerzas, se considera que estas podrían ser el cambio climático, cambios tecnológicos, cambios en las políticas agroalimentarias (nacionales, cambios en las políticas comerciales (nacionales), cambios en los precios de la energía, cambios en el consumo de alimentos, cambios en las políticas comerciales (en otros países), y los cambios en las políticas macroeconómicas (nacionales).

El BM indica que existe la predicción probable de que la población mundial llegará a 8.500 millones en 2030 y a 10.000 millones en 2050, y en América Latina y el Caribe se prevé que la población aumente de los 660 millones de personas actuales hasta 730 millones en 2030 y 780 millones en 2050, y debido a este aumento surgen preguntas con relación a si la agricultura y los sistemas alimentarios globales serán capaces de mantener el ritmo de la demanda creciente de alimentos de una población que, además de ser más numerosa, también será más rica. ¿Será posible alcanzar la producción necesaria, incluso a medida que aumente la presión sobre los recursos hídricos y de tierra, que ya son escasos, y se intensifiquen los impactos negativos del cambio climático? Y en el caso de que sea posible aumentar la producción, ¿se conseguirá hacerlo de una forma que sea socialmente inclusiva y medioambientalmente sostenible?

“La opinión consensuada es que la agricultura y los sistemas alimentarios mundiales son capaces de producir suficientes alimentos, pero para hacerlo de una forma inclusiva y sostenible será preciso realizar cambios importantes, por lo que se puede esperar que con estos surja una agricultura y unos sistemas alimentarios técnicamente eficientes, económicamente rentables y medioambientalmente sostenibles que contribuyan a alcanzar en la región objetivos meta hacia el crecimiento y diversificación económica, generación de empleo y reducción de la pobreza, seguridad alimentaria y mejor nutrición, así como en los servicios ecosistémicos, incluida la mitigación del cambio climático.

Los cambios imperativos serían reforzar la investigación agrícola y los sistemas de extensión, modernizar la infraestructura agrologística, incluyendo las TIC, mejorar las habilidades de las personas que trabajan en la agricultura y los sistemas alimentarios, promover una alimentación sana, reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos, hacer que la agricultura y los sistemas alimentarios sean climáticamente inteligentes, ampliar los mercados financieros rurales y mejorar la seguridad de la tenencia de la tierra.

Además, se deben agregar medidas de mitigación de los riesgos a los que está expuesta la agricultura a nivel global. Estos son aumentar el monitoreo del clima, reforzar las defensas contra las enfermedades transmitidas por los alimentos, construir redes de seguridad social que puedan activarse rápidamente en tiempos de crisis, y promover el uso de instrumentos financieros para la gestión de riesgos.

Estos cambios se complementan con decisiones estratégicas que ayuden a: mantener el acceso a los mercados establecidos y emergentes, a invertir en sistemas de riego cuando y donde sea apropiado, y apoyar el desarrollo de alimentos bioforticados y nutracéuticos.

Estos cambios permitirán disociar todos los subsidios para la producción agrícola porque promueven que todo el trabajo en el sistema agroalimentario sea seguro y justo, y se alcance la neutralidad de carbono en los sistemas agroalimentarios.

Si logramos cambiar las tendencias actuales, el mundo alcanzará un futuro alimentario socialmente inclusivo y medioambientalmente sostenible, que además de alimentar a la población, apoyará a estabilizar el clima, promoviendo el desarrollo económico y reduciendo la pobreza.