Hasta muy pronto, Rayo Vallecano

Actualizado
  • 16/05/2019 02:03
Creado
  • 16/05/2019 02:03
El Rayo Vallecano se fue a la segunda división del fútbol español. Un club dueño de una identidad especial, que todavía representa los valores y principios de la clase obrera en medio de un fútbol que respira y suspira entre millones

Ya sé lo que te debes estar preguntando: ¿qué hago hablando de un equipo recién descendido a la segunda división española, con escasísimos títulos y una muy leve presencia en los medios de comunicación del mundo?

La respuesta es muy simple. No hay equipos en el fútbol profesional europeo como el Rayo Vallecano. O son muy pocos, más bien poquísimos. No me refiero a su manera de jugar fútbol, sino a las hondas señas de identidad que definen a este club del madrileño barrio de Vallecas. El equipo vallecano, el único de un barrio en la máxima categoría del fútbol español, se nutre y aferra a unos valores basados en el esfuerzo de trabajadores y vecinos

En la tribuna del estadio de Vallecas, difícilmente escucharás gritar los nombres de las estrellas del equipo. Aquí se aplaude al colectivo, no a los individuos. Y sobre todo se aplaude el esfuerzo. En más de una ocasión, el equipo ha sido derrotado, pero se le despide con aplausos triunfadores en un reconocimiento del esfuerzo como valor supremo en la cancha. Aquí nada se regala, ni se ha regalado nunca. Este es un barrio hecho del esfuerzo y por eso a sus jugadores eso se les exige: entrega, lucha, esfuerzo inclaudicable. Eso, y además orgullo, mucho orgullo. Aquí, el miedo a los rivales resulta inaceptable. Tienes que jugar de igual a igual, no importa la grandeza del rival, no importa el desenlace. Es una cuestión de honor y orgullo.

Tal vez la mejor manera de comprender al Rayo, es comprendiendo un poquito más a fondo al barrio de Vallecas. Originalmente, fue un espacio muy empobrecido, que surgió casi de la nada, para aproximarse a las cenizas durante la Guerra Civil española. Gitanos, inmigrantes, obreros. Ellos componían su población, y ellos sostenían sus principios de identidad y cooperación. En apenas 30 minutos a pie o 10 en metro, puedes llegar a Vallecas desde Atocha, en el centro de Madrid. Y sin embargo, parece que llegas a otro mundo. Un mundo compuesto por inmigrantes de diversas nacionalidades, obreros y una vital multiculturalidad callejera. Ya no es tan pobre como fue, pero la humildad y la participación se respiran en sus calles, que todavía mantienen algunas modestas casas de un piso, de acento algo pueblerino, en contraposición a las visibles torres del muy cercano resto de Madrid. Muchas de estas casas ya fueron demolidas, aunque podrías volverlas a ver en la película Volver , de Pedro Almodóvar.

Vallecas padeció durísimos bombardeos durante la Guerra Civil española. La terrible situación fue documentada por el relevante fotógrafo Robert Capa, quien publicó un reportaje en la revista Regards sobre la tragedia de aquellos que habían perdido sus hogares durante los bombardeos.

Después de la guerra civil, Vallecas continuó recibiendo marejadas de inmigrantes de las zonas más empobrecidas de España. Entonces, llegó la anexión. Vallecas ‘desapareció' como municipio el 22 de diciembre de 1950, cuando Madrid lo absorbió convirtiéndolo en barrio. Pero pese a pertenecer técnicamente a Madrid, Vallecas mantiene una poderosa personalidad: parece pertenecer únicamente a sus propios vecinos, no a una gran ciudad.

Y así mismo es el club del Rayo Vallecano. Con una masa social que exige primero esfuerzo y luego calidad. Que premia antes el sudor que las jugadas magistrales. Si tuviera un lema específico, este podría ser: trabajo, humildad, orgullo y pertenencia.

Muchas cosas han cambiado, pero el Rayo Vallecano recoge, acuerpa y simboliza muchos principios con los que se identifican enormes grupos sociales. El Rayo ha ido despertando simpatías en medio mundo y ahora hay más rayistas desplegados por todo el planeta. Muchos comienzan a verlo como perciben al St. Pauli alemán, club que actualmente milita en la segunda división de su país y es célebre por su profunda participación social más allá de las canchas, con una hinchada profundamente activa en temas antirracistas, antixenófobos y en la defensa de las minorías.

Por todo esto, esperamos que el Rayo regrese pronto a Primera. No solo queremos en el fútbol, clubes comandados por jeques, empresarios de millones y magnates petroleros. De vez en cuando nos hace falta un club con espíritu libertario y corazón obrero.

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