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- 16/10/2019 00:00
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La muerte de Sahar Khodayari luego de prenderse fuego para evitar ir a la cárcel conmovió profundamente al fútbol iraní, asiático y mundial. Conocida como “la chica azul” por ser una fanática intensa del club Esteghlal, cuyo uniforme es de ese color, Sahar se disfrazó de hombre para poder colarse en el estadio, ya que las mujeres no pueden asistir a los partidos. Fue atrapada y ante la posibilidad de pasar seis meses en la cárcel, la joven optó por inmolarse consumida por el fuego. Ante el horror y el escándalo, la Federación Iraní de Fútbol aprobó con restricciones el ingreso de las mujeres en los estadios. Falta ver cuánto de este cambio resulta ser verdad.
Por favor, trata de imaginar esta situación. Amas el fútbol, sobre todo cuando juega tu equipo. No importa el nombre del equipo. Pero imagina que viste enteramente de azul y que por ello se han ganado el nombre de “azules”. Imagina también que no puedes ingresar al estadio.
Que una obscura, vaga, turbia prohibición te lo impide y que debes disfrazarte para sortear controles y disfrutar de tu evento deportivo favorito. Imagina que los policías pillan tu disfraz. Que te detienen. Que pasas tres días en la cárcel y que te dan una fecha para un juicio. Luego, notas que dejaste tu celular en el centro de detención. Regresas a buscarlo y escuchas que podrían caerte entre seis meses y dos años de cárcel. La sola idea te aterroriza y entonces, tomas una decisión dificilísima, quizás radical y apresurada. Te rocías de combustible, y arrojas un fósforo sobre tu cuerpo, que en segundos se dispone a arder.
El dolor y el horror alcanzaron proporciones monstruosas luego de decretarse la muerte de la joven iraní Sahar Khodayari por las graves quemaduras. En pocos días, la federación iraní permitió la presencia de mujeres en un partido eliminatorio contra Cambodia para el mundial Qatar 2022. Pero más pareció una solución de compromiso que una verdadera búsqueda para resolver el problema. La FIFA presiona y la federación iraní permite que un puñado de mujeres (exactamente 4,000) ingresen al estadio ocupando espacios separados de los hombres, y custodiadas por unas cien policías femeninas. Este fue el primer partido en más de 40 años en que las mujeres pudieron asistir en libertad, aunque limitadas en cantidad, lo cual generó quejas y protestas entre las aficionadas iraníes. Veamos.
El estadio tiene cupo para 78,000 espectadores y se reservaron apenas 4,000 entradas para mujeres. Irán es el único país afiliado a la FIFA que prohíbe la asistencia de mujeres a los estadios, política que ha generado amenazas de suspensión por parte de la FIFA.
Lo curioso es que la medida iraní no está expresada en ninguna ley específica, aunque se aplica de forma terminante desde el surgimiento de la revolución de 1979. Para algunos activistas el problema justamente está en que no hayan leyes que regulen esta situación. ¿Entonces por qué no las dejan entrar? En lugar de una prohibición legal, se trata de un argumento (es decir, un prejuicio) clerical que sostiene que un estadio no es el lugar correcto o adecuado para una mujer, por lo inadecuado del lenguaje masculino, por posibles brotes de violencia o instalaciones inadecuadas para las espectadoras. Todo esto, resumido por el Fiscal General iraní en una frase brutal, lapidaria y estúpida: “la presencia de mujeres en un estadio puede llevar al pecado”.
Pero si no hay ninguna ley que regule este fenómeno, ¿cómo detuvieron a Sahar? Para apresarla, las autoridades invocaron el que la joven no estuviera usando la hiyab, mientras pretendía ingresar en el estadio disfrazada de varón. Pero la conducta de Sahar no es ni mucho menos única. Las chicas que intentan ingresar disfrazadas a los estadios son moneda común y frecuente. De hecho, hay una simpática película iraní (Offside) que cuenta la aventura de un grupo de muchachas que intentan colarse disfrazadas en un estadio, donde encuentran la insólita e inesperada complicidad de un policía.
Pero la terrible muerte de Sahar no es una película. Este es un tema que abarca la igualdad de géneros y la realización de los derechos individuales. Falta saber si los tibios cambios de la federación iraní son meros gestos impulsados por el miedo a una suspensión de la FIFA o si son el inicio de un cambio mucho más profundo, uno regado por la sangre fértil de una chica azul.