La juventud debe ser la apuesta de Panamá en los Centroamericanos

La suerte está echada. Insistir en ir en otra dirección solo es tozudez, además de una tontería.

Para los juegos Centroamericanos de octubre próximo, no hay que meditar mucho sobre quiénes deben asistir.

El centenar de atletas llamados a participar debe ser aquellos que lo hicieron en los Panamericanos Junior, y en los Sudamericanos de la Juventud.

De igual forma aquellos que, de una u otra forma, se destacaron en los Bolivarianos, y los que lo han hecho en las competencias de sus respectivas disciplinas.

Panamá debe de inundar de juventud las capitales de Guatemala y Costa Rica. De nada vale que se lleven atletas de un alto nivel u otros que están para el retiro, con la intención de sacarnos de las últimas posiciones en el medallero.

Eso, por ahora, no será posible porque, entre otras cosas, se necesitaría un centenar de atletas dorados con el que lamentable no contamos, por la falta de compromiso de la mayoría de las federaciones y al papel conformista al que juega Pandeportes.

Los Centroamericanos debieran ser para nuestro país la competencia ideal para iniciar el camino hacia un nuevo derrotero en el ámbito deportivo.

Es necesario volver a los orígenes de todos aquellos deportes que practicamos, los cuales se encuentran en los barrios y las escuelas, donde pululan centenares de futuras promesas.

No hace falta que vayan Atheyna Bylon, Gianna Woodruff, Carolena Cartens o Eileen Grench, ni mucho menos atletas que han demostrado que ya están para el retiro.

En este punto de nuestra historia deportiva no necesitamos ganar medallas con ellos, porque sabemos quiénes son y qué podrían ofrecernos en uno de los eventos deportivos, técnicamente hablando, más bajo del mundo.

Las competiciones de Cali, Rosario y Valledupar dieron una clara idea que se debe apostar por la juventud y, si bien a muchos les falta trabajo por hacer, también les falta mayor apoyo para continuarlo.

Es hora de que la entidad deportiva gubernamental eche mano de las fórmulas existentes y que poco han usado, para respaldar mucho más a los atletas que hoy destacan en sus juveniles carreras.

No está de más decir, que también es hora de que dejen ir a los atletas que, en su momento, dieron su cuota y cumplieron.

Las primeras tonadas de que algo positivo se cuece, las dieron la gimnasia, la natación y la lucha, que han continuado su trabajo y su buen rendimiento, tras sus actuaciones en los Bolivarianos.

Asimismo, los deportes que siguen trabajando con otras figuras que no están en primer plano, como ocurrió con el atletismo y su participación en el Centroamericano de Nicaragua.

Efectivamente, la gimnasia siguió con ese buen paso en los Panamericanos de Río de Janeiro, al obtener Karla Navas (17 años) la presea de oro en el salto.

En la competición, el equipo formado por Hillary Heron (18), Valentina Brostella (22), Victoria Castro (21), Lucía Paulino (16) y Navas, clasificó para los Centroamericanos y del Caribe de San Salvador 2023.

Este mismo grupo obtuvo bronce en los Bolivarianos, donde Navas alcanzó plata precisamente en el salto y Heron otra similar en los ejercicios de suelo.

La natación repitió sus actuaciones de Rosario y de Valledupar, cuando Emily Santos (17 años) y Tyler Christianson (21) obtuvieron sendas doradas, en los Centroamericanos y del Caribe de Natación (CCCAN) de Barbados.

En el camino hacia esas doradas, rompieron las marcas de los 50 metros pecho (Santos) y de los 200 pecho (Christianson), confirmando el gran trabajo realizado en los Bolivarianos, donde también se colaron en el medallero.

También está Carolina Cermelli (21), quien en Barbados ganó dos de oro (100 y 200 dorso) y una de plata en los 50 de la misma especialidad.

Los tres estuvieron en el mundial de natación de Budapest, en junio pasado.

Otra nota destacada presenta la luchadora del estilo libre Yorlenis Morán, quien obtuvo medalla de plata (-50 kgs.) en el Panamericano U20 de México.

Morán, de 18 años, se paseó invicta al vencer a las representantes de Canadá, Chile y Perú, y se vio en la final ante la estadounidense Sage Mortimer, quien le ganó.

También logró dos medallas de bronce Royglen Temple (19 años), en libre y greco.

Abel Hidalgo (-60kg), Wilfredo López (-63) y Manuel Brown (74) se ubicaron en el cuarto lugar de sus categorías en libre.

Una de las gratas sorpresas fue la de Chamar Chambers en los centroamericanos de atletismo, donde obtuvo tres preseas de oro, dos de ellas en forma individual.

Chambers, de 24 años, ganó las pruebas de los 800 y 400 metros planos e hizo equipo con Alberto Murrel, José Demera y John Wisdom, para llevarse la posta 4x400.

Destacar el hecho de que en los 800 metros impuso un nuevo registro para el atletismo local, al detener los cronómetros en 1:47.85 minutos, derribando los 1:48.15 que tenía Donaldo Arza desde 1971.

El tiempo de Chambers fue superior al de los tres primeros lugares en los juegos Bolivarianos, mientras que Alvarado se hubiera colocado en el cuarto lugar de su especialidad.

También obtuvieron oro en Nicaragua, Adrián Alvarado en salto de longitud (7,33 metros), Suyeris Guerra en los 1.500 metros planos y Aixa Middleton en el disco.

Ni Alvarado ni Guerra hubieran estado entre los cinco primeros de Valledupar.

Salvo Middleton, quien se ubicó cuarta en el lanzamiento del disco, ninguno estuvo en los Bolivarianos.

En los deportes de contacto están el boxeo, judo, taekwondo y kárate, que marcaron en los juegos de Valledupar.

El karateca Alberto Gálvez se llevó una de las ocho de plata, y sus compañeros Roberto Payares, Yaremi Borzelli y Héctor Cención cobraron otras tantas de bronce.

Por su parte, Martín Pérez y Eduardo Beckford se ubicaron terceros en el boxeo bolivariano, lo mismo que Karoline Castillo y Daniela Rodríguez, en el taekwondo, así como los judocas Némesis Candelo y Bernabé Vergara.

La mayoría de estos atletas no tienen más de 25 años, lo mismo que otra decena que estuvo en tierras colombianas, pero que no pudieron marcar en el cuadro de medallas.

Es posible que muchos no estuvieran en el nivel requerido y otros por circunstancias que, en un adecuado análisis de los entes evaluadores, determinen, si es necesario seguir invirtiendo en ellos.