El arma rusa del gas natural

Actualizado
  • 29/03/2014 01:00
Creado
  • 29/03/2014 01:00
Rusia también enfrentaría costos considerables si terminara con todas las exportaciones de gas o incluso las que van a Ucrania

La continuada crisis ucraniana ha lanzado una sombra sobre Europa: un corte del suministro de gas natural. Rusia proporciona el 30% del gas natural de Europa. En toda represalia por sanciones, ésa parece ser el arma final, empequeñeciendo casi cualquier otra táctica que Europa o Estados Unidos podrían utilizar. Evoca imágenes de gente tiritando de frío y fábricas cerradas. A sabiendas de esa posibilidad, el Oeste limitará sus sanciones por temor de provocar a Rusia. Final de juego.

Quizás no.

En un examen más atento, la terrible arma rusa tiene mucho de bluff. Si se la utiliza, hará probablemente menos daño de lo que se imagina, e impondrá también costos a largo plazo para Rusia.

En un estudio, la consultoría IHS CERA dudó ‘que produjera ningún disturbio en Europa’. Ese escepticismo tiene buen fundamento. Rusia podría presionar a Ucrania elevando los precios del gas natural, pero la idea más aterradora de que Europa quede prisionera de Rusia por su necesidad de gas natural es una exageración.

Comencemos por el papel del gas natural en el conjunto de recursos energéticos de Europa. La proporción rusa del 30% en la utilización de gas de Europa suena impresionante, pero el gas natural representó sólo el 22% del consumo total energético de Europa en 2013, expresa Matthew Sagers, de IHS CERA.

Hagamos números: 30% del 20% es un poco menos de un 7%. Ésa es la porción de gas natural ruso en el consumo energético total de Europa. No es suficiente para cerrar la economía europea ni imponer un sufrimiento universal, incluso si no pudiera reemplazarse nada de él.

Pero parte de ese gas podría reemplazarse, casi con seguridad. En 2013, Europa utilizó 421 mil millones de metro cúbicos de gas natural; alrededor de un quinto de esa cantidad, o 101,000 millones de metros cúbicos, se utilizaron para generar electricidad, expresa Sagers. ‘Existe bastante flexibilidad en el sistema’, dice Sagers. Ante un corte, las empresas de electricidad podrían ‘cambiar de una planta alimentada con gas a otra alimentada con carbón.’ Eso ahorraría el escaso suministro de gas para los hogares y fábricas, alrededor del 70% del consumo.

La otra gran defensa de Europa contra un corte es el almacenamiento: el gas que ya ha llegado y se ha almacenado en tanques subterráneos. Podría librarse parte de él para cubrir la escasez. Se han modificado los gasoductos para poder revertir el flujo y enviar gas a donde más se necesite. Desde 2005, el almacenamiento ha aumentado alrededor de un quinto, a 94,000 millones de metros cúbicos, y se espera que en los próximos dos años lleguen otros 12,000 millones de metros cúbicos, según Alun Davies, de AHS CERA.

El actual almacenamiento de Europa es relativamente alto. ‘Un invierno inusitadamente suave en 2013 ... contribuyó a niveles más elevados de almacenamiento de gas natural en Europa (el nivel de almacenamiento estaba a un 46% de capacidad, el 13 de marzo, comparado con un 23% de capacidad, en Estados Unidos)’, informa la Administración de Información Energética de Estados Unidos.

Algún incremento en las importaciones de gas natural licuado de Europa, que bajaron casi un 50% de 2011 a 2013, también podría reponer el almacenamiento, aunque los europeos probablemente tendrían que pagar precios más altos para atraer los suministros de gas licuado necesarios. Los precios en los mercados de gas natural licuado en Asia, donde la demanda es alta, son hasta dos tercios más altos que en Europa, dice Sagers.

Nada de esto implica que un corte no impondría penurias. Los países del Báltico —Estonia, Latvia y Lituania— y algunas de las naciones de los Balcanes, entre ellas, Bulgaria, dependen totalmente del gas de Rusia. No sería fácil suministrarlas por rutas alternativas, dice IHS CERA. Francia, Alemania y otros países importantes se verían menos afectados.

Pero Rusia también enfrentaría costos considerables si terminara con todas las exportaciones de gas o incluso las que van a Ucrania, casi la mitad de su suministro a Europa. Las divisas exteriores que gana Rusia con la exportación de gas, alrededor de un octavo de todas sus exportaciones, recibirían un importante golpe. Y sin duda, Europa aceleraría sus esfuerzos por reducir su dependencia de la energía rusa.

Se dice que las exportaciones de gas natural licuado de Estados Unidos podrían rescatar a Europa. No es una idea realista; las plantas de gas natural licuado (siete han sido aprobadas para la exportación) cuestan miles de millones de dólares y se tarda años en completarlas. Cuando se lo haga, gran parte de ese gas podría ir a Asia, aunque Europa se beneficiaría del aumento de su suministro general. El mensaje es más simple: Los peligros de un corte no deben intimidar al Occidente. Son exagerados.

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