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- 24/08/2015 02:00
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La crisis institucional panameña es tan severa que tenemos que pensar en un puñado de pilares básicos capaces de reconstruir un Estado que funcione, y al mismo tiempo definir prioridades estratégicas complementadas con el mercado y la sociedad civil. Propongo, esencialmente, la reconstrucción de estas diez instituciones fundamentales para un mejor Panamá:
Asamblea Nacional: poner en marcha una transformación que permita que al hemiciclo legislativo lleguen solamente ciudadanos probos y pensantes, capaces de legislar, con decencia para rescatar la honorabilidad del cargo y liderazgo para llevar al país por mejor rumbo. Una Asamblea que no esté sometida a la politiquería mezquina sino a ideologías y principios profundos, cuyas decisiones busquen satisfacer los mejores intereses de la patria y no los bolsillos de compinches y amistades, y que sus acciones puedan ser fiscalizadas por una Contraloría y por una Justicia independientes.
Contraloría General de la República: fue durante los cinco años del gobierno de Martinelli un auténtico colador a la hora de ejercer la fiscalización de las entidades y el manejo de los dineros públicos. Debe recuperar el prestigio que tuvo cuando ‘Chinchorro' Carles fue contralor en la administración de Endara y que resultó ser el verdadero eje de un sistema profundo de rendición de cuentas. Además de restablecer el control previo y evitar los dobles salarios en la Asamblea Nacional, Humbert debiera crear las bases sólidas y legales para impedir que la Contraloría se convierta nuevamente en una mera observadora de los actos de corrupción.
Ministerio de Desarrollo Social: en vez de ser un mero emisor de cheques para la vagancia y servir de refugio de botellas, debe restablecer la dignidad de las personas de escasos recursos y gestionar los principales servicios sociales del país y simplificarlos en niñez, empleo y ancianidad. Igualmente, debe procurar que los dineros asignados a los programas asistenciales como 120 para 70 y beca universal, no puedan usarse para comprar licores, cigarrillos, loterías ni juegos de azar.
Aduana, Dirección General de Ingresos y Unidad de Análisis Financiero: entre las tres debieran uniformar trámites y poner énfasis en áreas que constituyen los verdaderos focos en la lucha contra el narcotráfico y el narcolavado. Además, aplicar inteligencia integral y tecnología de punta para coordinar esfuerzos y obtener una verdadera sincronización de esfuerzos para evitar la evasión.
Ministerio de Economía y Finanzas: construir un presupuesto general del Estado que simplifique su formulación y esté sometido a audiencias públicas y un proceso de auditoría social mucho más eficaz, que permita medir resultados, recuperar el sentido productivo de la planificación pública y contemplar severas penalizaciones para los funcionarios que lo vulneren. Igualmente, si el endeudamiento es uno de los cánceres del desenfreno estructural, urge establecer un marco institucional que evite los abusos y oriente el crédito con un sentido productivo y social.
Carrera administrativa: contratar funcionarios por sus méritos y evaluar por su desempeño. Esta debiera ser la esencia del servidor público y de una cultura nueva que permita a funcionarios hacer carrera con sentido profesional para el desarrollo genuino del Estado.
Ministerio de Educación: reinventar la escuela debe ser una prioridad nacional, además de focalizar la estrategia en el nivel secundario, donde se produce el mayor porcentaje de fracasos y se concentran problemas sociales mayúsculos. Y si no hay maestros buenos en plaza, entonces hay que importarlos.
Universidad de Panamá: hacer reformas administrativas, presupuestarias y pedagógicas que promuevan un mecanismo de selección de sus autoridades mucho más directo y menos político y burocrático, poniendo en marcha una auténtica transformación universitaria. Además, identificar las áreas de mayor potencial y desarrollo para crear una cantera de profesionales que puedan llenar la demanda laboral.
Justicia: los delitos contra la administración pública deben endurecerse mediante un proceso ejemplificador, que los conviertan en no excarcelables y contemple la restitución de lo robado y la responsabilidad patrimonial personal del funcionario corrupto. Solamente aboliendo todo privilegio, la política dejará de ser una piñata.
Presidencia de la República: debe ser el pivote en la creación y ejecución de una estrategia de largo plazo que le imprima rumbo al país. Además, requiere de una visión para insertar nuestra producción en nuevos mercado y aprovechar ventajas exportadoras. Igualmente, en la guerra contra la ineficiencia y el malgasto, debe eliminar el Programa de Ayuda Nacional y demás instancias que muestran signos de corrupción.
La sociedad está harta de todos los escándalos de corrupción y quiere cambios permanentes en la forma de administrar el país. Porque en medio de las ruinas de la podredumbre estructural, necesitamos poner de pie un proyecto nacional de reconstrucción institucional que sea el disparador de las inmensas energías colectivas que quieren despertar. El Estado tiene estos principalísimos diez agujeros negros. Remediarlos exige dirigentes que lleguen al poder sin compromisos facciosos, sin cuentas negras que ocultar, sin impunidades mafiosas que compartir. Es la hora de rebeldía cívica, resistencia pacífica, insistencia moral, audacia creadora, cambio cultural, obstinación nacional. Sólo así, la democracia dejará de ser un negocio de castas y la economía dejará de constituir una rapiña de casino.
DIRECTOR DE LA CCIAP
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‘La sociedad está harta de todos los escándalos de corrupción y quiere cambios permanentes en la forma de administrar el país. La democracia no es un negocio'