McCain: la esperanza republicana

Actualizado
  • 07/09/2008 02:00
Creado
  • 07/09/2008 02:00
POLITICA.Corren malos tiempos para ser republicano. La economía está por los suelos, el petróleo cuesta dos veces y medio lo que costaba...

POLITICA.Corren malos tiempos para ser republicano. La economía está por los suelos, el petróleo cuesta dos veces y medio lo que costaba cuando Bush asumió el poder, los americanos están hartos de la guerra en Irak, hartos de su presidente y deseosos de un cambio. Para colmo de males, el candidato demócrata es más joven, más inteligente, más alto, más guapo, habla mejor, posee un encanto innegable y ha hecho de la palabra “cambio” su segundo nombre. Con este panorama, cualquier candidato republicano no debería tener la más mínima posibilidad de ganar en Noviembre. Cualquiera menos John McCain.

El senador por Arizona, que el jueves dio su discurso de aceptación en la Convención de su partido en St. Paul(Minesota), ha sabido explotar al máximo sus virtudes y atacar a su oponente donde más le duele, al más puro estilo de Karl Rove, “arquitecto” de las campañas de Bush: atacar al enemigo en su fortaleza, no en su debilidad. Si Barack Obama exhibe una capacidad única de reunir e inspirar multitudes, McCain lo hace ver como un divo, una estrella egocéntrica. Si Obama rezuma elegancia y clase allí donde va, McCain lo hace ver como un elitista y aislado del americano común. Los impresionantes discursos de Obama no logran superar en audiencia a los discursos de McCain, uno de los peores oradores que se recuerden. Y la táctica ha funcionado: las encuestas muestran que a día de hoy ambos candidatos están virtualmente empatados.

Pero, si bien es cierto que McCain ha hecho un buen trabajo minimizando las cualidades de su oponente, también lo ha hecho magnificando las suyas. Mientras que su oponente jugaba al escondite con sus amiguitos de seis años, McCain esquivaba misiles antiaéreos en Vietnam. Uno de ellos hizo que tuviera que abandonar su avión y cayera en el medio de un lago, con tres miembros rotos. Arrastrado por una turba, fue apuñalado y golpeado casi hasta morir. No recibió tratamiento médico hasta que se supo que era hijo de un militar importante. Entonces le ofrecieron la libertad, pero se rehusó a dejar atrás a sus compañeros. Por ello, estuvo cinco años como prisionero de guerra. Al poco tiempo de regresar, dejó a su esposa —que sufría secuelas físicas por un accidente automovilístico ocurrido en su ausencia—por una mujer más joven, más guapa, y heredera de una fortuna cervecera: su actual esposa Cindy. Con ella tuvo 5 hijos. Uno de ellos, una niña de Bangladesh que adoptaron juntos. McCain inició entonces una carrera política en la que se destacó como un republicano tolerante y moderado. Hasta que el jueves, con 72 años, obtuvo la nominación que le permite optar al puesto político más importante del mundo.

Este relato encierra muchos aspectos por los que McCain ha resultado y resulta atractivo en estas elecciones. Uno, quizás el más fuerte, es la política exterior. El McCain prisionero de guerra representa esa seguridad y ese liderazgo que los americanos ven en sus fuerzas armadas. Los sucesos recientes lo han confirmado: cada vez que la seguridad nacional está sobre la mesa, la popularidad de McCain ha aumentado. El asesinato de Benazir Bhutto en diciembre le ayudó a ganar las primarias en New Hampshire. El conflicto en el Cáucaso le hizo verse preparado para enfrentarlo. Mientras, Obama surfeaba en Hawaii.

McCain también ha sido muy crítico de su propio partido. Nadie en EEUU olvida las intensas críticas y cuestionamientos que el candidato le hizo al gobierno de Bush en el escándalo de Abu Ghraib. Esto le ha hecho muy popular entre los votantes independientes, un grupo clave en cualquier batalla electoral y que representa una de las grandes fortalezas de McCain. Con la controvertida elección de Sarah Palin como su vicepresidenta, está intentando cortejar a todas esas mujeres que vieron su sueño de ver a una mujer en la Casa Blanca frustrado cuando Obama venció a Hillary Clinton en las primarias demócratas.

Pero no todo son virtudes. Su edad es una preocupación importante: a sus 72 años, representa lo viejo y estático. Su inclinación a la guerra no le ayuda tampoco: la mayoría de los americanos piensan que McCain atacaría Irán de ser elegido presidente. Incluso algunas voces han expresado preocupación de una guerra con Rusia de ganar el candidato republicano. El temperamento volátil de McCain, otro de sus grandes defectos, hace que muchos le vean como una ruleta rusa en el poder. Pero quizás el tema que más preocupa a los expertos es el abandono de sus políticas pre-campaña. En los últimos meses, McCain ha abrazado todas las políticas que en su momento criticó a la administración Bush, principalmente el recorte de impuestos. Esto ha hecho que ampliamente se vea una presidencia de McCain como un tercer mandato de Bush.

Pero por encima de todo, McCain, para sus millones de seguidores, representa una seguridad que el “cambio” de Obama no logra ofrecer. Y una cosa es cierta: a pesar de su edad y sus defectos, John McCain es la única persona que puede dar la gran sorpresa y ganar unas elecciones en las que el panorama para su partido no podría ser peor.

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