América Latina, gobernada por mediocres

Hace unos días, la escritora y periodista mexicana Elena Poniatowska recibió el doctor honoris causa de la Universidad Complutense de Madrid. Y, como siempre, no desaprovechó el momento histórico que la iluminaba para referirse a los políticos que nos gobiernan: ‘Necesitamos menos face y más book’, dijo. Alertados como estamos ante la creación de los nuevos templos del saber político, donde han endiosado el rol (significativo sí, pero no como referente, o peor aún, como sustituto del conocimiento académico, cultural y científico), esto lo saben muchas personas en el mundo, pero no es suficiente. Por eso nos conmueve otra reciente noticia de que la segunda biblioteca de Moscú padeció el pasado viernes un incendio que destruyó buena parte de sus libros, algunos de valor incalculable, como la colección de lenguas eslavas.

La tragedia fue descrita por un científico ruso como ‘El Chernobil cultural’. Hoy hay un riesgo real de que los gobernantes latinoamericanos, sin cultura política, sin referentes universales de la literatura, la historia nacional y sin reconocer el valor de los patrimonios arquitectónicos, sigan tomando decisiones que comprometen y borran la memoria latinoamericana. Obsesionados como están en el materialismo, las leyes del mercado y los precios del petróleo, el cobre, el banano y otros asuntos, olvidan aquello por lo que marchan los que protestan; hay que recordarle a los mandatarios que lo único que vence el paso del tiempo es la memoria y la cultura, tal como lo advirtió André Malroux.

Vargas Llosa hijo, Montaner y otros de la tríada intelectual de la derecha latinoamericana, redujeron varios ensayos emblemáticos de la rica literatura en América Latina –El hombre mediocre- y, abusando del título de la obra extendieron sus adjetivos a todo un subcontinente, al calificarlos como ‘El perfecto idiota latinoamericano’. Pero, ¿hay perfección en la mediocridad? No puede haberla. Pero debemos poner las cosas en su lugar, como decía Poniatowska, y los políticos, que dejen de leer tanto Facebook y tengan algo de libros que citar, pues estamos cansados de presidentes apegados a guiones que solo observan los sondeos de opinión, otros gestionan las políticas como payasos y otros se creen los redentores.