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- 07/10/2025 00:00
En medio de un escenario internacional convulso, marcado por tensiones entre potencias y la redefinición de bloques geopolíticos, Rusia busca reforzar su presencia diplomática en América Latina. Así lo expresó Alexandr Shchetínin, director del Departamento de América Latina del Ministerio de Asuntos Exteriores de la Federación Rusa, durante una conversación, en exclusiva, con La Estrella de Panamá.
El diplomático, con amplia trayectoria en el seguimiento de la región, abordó temas cruciales como la neutralidad del Canal de Panamá, la cooperación multilateral, las tensiones por la presencia militar estadounidense en el Caribe, la política de drogas y la defensa de Cuba frente al embargo económico. También ofreció su visión sobre la guerra en Ucrania y el papel de América Latina en un mundo que, según él, avanza hacia una multipolaridad real.
Con un estilo directo, Shchetínin enfatizó la importancia de las relaciones con el continente latinoamericano “a favor de algo” y no “en contra de alguien”. Para él, la región constituye un socio estratégico con el que Rusia comparte principios de soberanía y estabilidad, en contraposición a lo que considera “prácticas neocoloniales” de otras potencias.
En primer lugar, quiero decir que Rusia respeta plenamente la neutralidad del Canal de Panamá. Es un compromiso multilateral y nuestra postura es invariable.
El Canal debe seguir siendo una vía importante de transporte marítimo. Su rentabilidad y viabilidad, tanto desde el punto de vista económico como internacional, son fundamentales. Sabemos que las autoridades panameñas hacen un gran trabajo para garantizarlo.
Debemos partir de la premisa de que, debido a su importancia en el comercio y en la estabilidad regional, el régimen del Canal debe basarse en acuerdos asumidos por las partes. Y si hay cambios, estos deben realizarse bajo criterios de respeto recíproco y de intereses mutuos entre las partes involucradas.
No buscamos amistades en contra de alguien, sino a favor de algo. Las relaciones con América Latina y el Caribe tienen un valor propio, independiente de nuestras relaciones con terceros.
América Latina para nosotros es una región amiga. No tenemos discrepancias de fondo ni problemas serios con estos países. Queremos fortalecer el diálogo político, los vínculos económicos, culturales, educativos, deportivos y humanitarios.
Estamos listos para desarrollar la cooperación en la medida en que los países latinoamericanos también lo estén. En Nueva York acabamos de tener reuniones con países de diferentes tendencias políticas, pero siempre con el objetivo de construir relaciones de beneficio recíproco.
Estoy convencido de que sobre esta base lograremos vínculos cada vez más sólidos.
Hace poco, nuestras autoridades de seguridad detuvieron un barco con un cargamento inusual de droga procedente de Ecuador que pasó por el Canal de Panamá. El narcotráfico es un desafío global que requiere respuestas serias.
En primer lugar, recordemos que América Latina y el Caribe se declararon zona de paz en el marco de CELAC en 2014. Además, el Tratado de Tlatelolco estableció hace décadas la desnuclearización de la región, y Rusia es parte de su Protocolo Adicional II. Respetamos plenamente estos compromisos e invitamos a todos los países a mantenerlos.
En cuanto a la droga, los países de la región han planteado en la OEA el principio de corresponsabilidad: productores, consumidores y países de tránsito deben asumir juntos la responsabilidad. Solo una cooperación equitativa puede disminuir la oferta y la demanda.
Ahora, respecto al despliegue de fuerzas militares estadounidenses, surgen preguntas. ¿Por qué para detener a unos pocos traficantes se necesitan destructores y submarinos de propulsión nuclear? Es evidente que hacen falta enfoques más equilibrados y una cooperación real entre todos los países, no demostraciones de fuerza que generan desestabilización.
Cuba es un socio histórico con el que tenemos relaciones de más de 65 años. Son vínculos multifacéticos: estrecho diálogo político, cooperación económica y lazos humanos profundos.
Estamos categóricamente en contra del bloqueo económico. Es una herencia de la Guerra Fría que solo busca empeorar la situación del pueblo cubano.
También rechazamos que Cuba esté en la lista de países patrocinadores del terrorismo. Esa inclusión carece de fundamento y responde únicamente a intereses políticos internos de Estados Unidos que buscan un cambio de régimen.
Estoy seguro de que eso no ocurrirá, porque la sociedad cubana es firme y está cohesionada, además de contar con el apoyo de la comunidad internacional. Año tras año, la Asamblea General de la ONU condena el bloqueo e insta a Estados Unidos a cesar esa práctica injusta.
El conflicto en torno a Ucrania no fue una opción nuestra. Nosotros defendemos el derecho de la población rusohablante a su idioma, cultura y religión, derechos que les fueron negados por las actuales autoridades ucranianas.
También luchamos por preservar el balance de fuerzas, porque la expansión de una alianza militar creó una amenaza directa a la seguridad de Rusia. Además, defendemos la aplicación plena de la Carta de las Naciones Unidas, sin que sea sustituida por el llamado “orden basado en reglas” inventadas por unos pocos.
Queremos un mundo realmente multipolar, libre de colonialismo y neocolonialismo. Reconocemos que la situación es difícil, pero estamos seguros de que la verdad está de nuestro lado.
Nos hubiera gustado resolver todo por medios diplomáticos, pero no nos lo permitieron. Ahora seguimos defendiendo nuestros intereses y, al mismo tiempo, mantenemos el diálogo con América Latina y con medios de comunicación como el suyo, porque creemos en la importancia de explicar nuestra postura y abrir espacios para el entendimiento.
Se puede leer y escuchar mucho, pero nosotros basamos nuestra política en hechos. Tomamos en serio lo que se dice, pero no seremos parte de presiones mediáticas.
Defenderemos nuestros intereses por los medios necesarios. Sabemos que la administración actual de Estados Unidos difiere de la anterior, y que algunos gobiernos europeos rechazan los medios diplomáticos.
Sin embargo, creemos que la vía del diálogo, incluso a nivel cumbre, es positiva, aunque no sea una solución definitiva. Queremos que ese sea el camino.
Reiteramos que es necesario atacar las raíces de los conflictos y no crear nuevas amenazas de uso de la fuerza. Rusia seguirá defendiendo su soberanía, los derechos de su población y el desarrollo de su economía pese a las presiones.