¿Cómo impactará a América Latina la 'montaña rusa' de precios del petróleo?

Actualizado
  • 24/04/2020 00:00
Creado
  • 24/04/2020 00:00
La histórica caída del precio del crudo, como efecto del Covid-19, pone a la defensiva las economías de la región

Este lunes saltaron todas las alarmas en la industria petrolera, luego de que los precios de los mercados futuros del petróleo del West Texas Intermediate (WTI) se hundieran a niveles nunca antes vistos, como consecuencia de la crisis del Covid-19.

Dos días después, los precios se recuperaron un 14%, lo que significó un alivio para los países productores de petróleo, a la vez que un pequeño respiro a las economías latinoamericanas, especialmente aquellas con alta dependencia del crudo.

Aunque el desplome de precios solo corresponde a los compromisos a futuro del barril para el mes de mayo, de momento pocos se atreven a vaticinar cómo continuará el valor del crudo en los próximos meses, ante las condiciones excepcionales que enfrenta el mundo.

Lo que está claro para algunos analistas es el shock que podría tener la economía de registrarse más caídas de este tipo, especialmente en los empleos, tanto para la industria de hidrocarburos como para la economía en su conjunto.

“El impacto que tiene en la economía esta caída del precio del petróleo es sobre todo a nivel de pérdida de empleos, debido a que muchas empresas quedan en bancarrota o reducen al máximo su producción”, apunta Ranjith Raja, analista petrolero de la proveedora de datos financiero Refinitiv.

La noticia es una preocupación en países productores como Venezuela, Colombia o Ecuador, dada su altísima dependencia en la exportación petrolera. Esto podría comprometer sus ingresos fiscales cuando urgen fondos para combatir la pandemia.

En menor medida se verían afectadas otras naciones productoras importantes en la región, al ser menos dependientes del crudo; este es el panorama de Argentina, Brasil y México cuyas economías, más diversificadas, cuentan con un mayor margen de maniobra ante un nuevo desplome.

De seguir la “montaña rusa” de precios, la situación podría llevar a escenarios más complicados como los ya anticipados en estudios del Fondo Monetario Internacional (FMI), que calcula una contracción económica de 5.2% en la región.

Con una lectura parecida, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) habla de una posible baja del 5.3% del producto interno bruto de las economías latinoamericanas, que sumado a la crisis del Covid-19, se podría traducir en el incremento de la pobreza para 29 millones de personas y otros 16 millones que pasarían a condiciones de pobreza extrema.

En contraste, quizá los mejores parados por los precios bajos serían los países no productores, beneficiados con una mejor oferta y opciones de compra.

¿Qué pasa con los precios?

La estrepitosa caída del valor del barril a inicios de la semana, que pasó de US$18 en Bolsa a, por primera vez en la historia, cotizarse en negativo (-US$35,22), expresa las dificultades que está teniendo el negocio petrolero; una mezcla de sobreproducción acompañada de una interrupción brusca de la demanda global por las medidas de excepción tomadas en todo el mundo, ante el avance del nuevo coronavirus; fundamentalmente políticas de contención y mitigación para controlar el brote, que a la fecha ha contagiado a 2,549,632 de personas y causado 175,825 muertes.

Estas medidas han paralizado literalmente casi toda la actividad económica mundial y a lo interno de la mayoría de los países, lo que naturalmente ha tenido efectos en el consumo de combustibles fósiles.

Si bien las variaciones bruscas de precios no son sorpresa en un mercado caracterizado por un alto componente especulativo –sensible a los vaivenes financieros o políticos–, la actual reducción drástica de la demanda se traduce en que hay mucho más crudo circulando sin que el mundo pueda consumirlo; esa sobreoferta está trastocando los precios.

Tal es la situación, que incluso los productores están pagando para que algún Estado o empresa se lleve los barriles que tiene acumulados en su territorio, al superar la capacidad de almacenaje que tienen algunos países.

Además de la inestabilidad de los precios del WTI, el valor del crudo Brent –referente para Europa e internacional– también registró una baja de 8,90%, menos dramática que la del petróleo texano.

Aunque la pandemia del nuevo coronavirus no es la única variable que está influyendo en este escenario, llega en el momento de una dura guerra comercial entre China y Estados Unidos, junto a cada vez más tensiones en el Golfo Pérsico, lo que intensifica el desbalance del mercado.

Mientras se mantenga la economía paralizada por el Covid-19, es decir, no se encuentre una salida a la crisis –ya sea el descubrimiento de una vacuna o tratamiento para su control efectivo–, los efectos negativos en la economía podrían profundizarse, haciendo más difícil el restablecimiento rápido del bienestar previo a la pandemia.

En el caso de América Latina no se puede descartar que estas consecuencias económicas se traduzcan en cambios políticos para la región.

El caso de Venezuela, con una profunda crisis política interna; la guerra en Colombia; las protestas sociales en Chile y Ecuador; la batalla contra el narcotráfico en México; o las tensiones en Nicaragua y Honduras, junto con la explosión migratoria en el triángulo norte de Centroamérica –temporalmente frenada por el cierre mundial de las fronteras– son conflictos que no se puede descartar tengan un agravamiento tras la pandemia.

A todo esto hay que agregar las elecciones previstas para este año, como en República Dominicana, donde se señalan irregularidades y presiones del actual mandatario Danilo Medina para permanecer en el poder, o en Bolivia, que mantiene sin fecha los comicios presidenciales tras el golpe de Estado contra Evo Morales.

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