El funeral, un modo de amar

Actualizado
  • 02/11/2009 01:00
Creado
  • 02/11/2009 01:00
PANAMÁ. Desde tiempos ancestrales el ser humano guardó la costumbre de enterrar a sus seres queridos o de depositarlos en grutas o en bó...

PANAMÁ. Desde tiempos ancestrales el ser humano guardó la costumbre de enterrar a sus seres queridos o de depositarlos en grutas o en bóvedas y señalar el lugar de su descanso eterno con algún signo exterior. Era la expresión de un lazo con los seres amados que se extendía más allá de este mundo hasta la eternidad.

Por esto se dice, con razón, y hay pruebas de ello, que los orígenes del culto religioso se relacionan con las ceremonias para inhumar los restos mortales o depositarlos en catafalcos, arcosolios o monumentos.

En ese viaje hacia un destino ignorado, al encuentro de las divinidades o para vivir en algún reino de luz o de sombras, el alma humana era despedida y preparada por medio del ritual funerario.

VIVOS EN LA ETERNIDAD

Han pasado miles de años y la gente sigue despidiendo a sus seres queridos, a los que considera vivos y en la eternidad. Seguimos preparándolos para un viaje hacia lo eterno, por medio de oraciones y un rito religioso. Y este gesto constituye no solo un rasgo de amor humano, sino una de las características más profundamente significativas de nuestra especie. No nos despegamos definitivamente de los nuestros, y nuestra mortalidad nos da conciencia de otros valores superiores, los del espíritu, y de una existencia que intuimos sin final, en otro mundo, sin dolor, sin tristeza, sin limitaciones. En el Día de los Difuntos, guardamos la memoria de los que ya partieron. Veneramos el eco de sus palabras, de sus buenas obras y de su amor. Y nos abrazamos con ellos en el amor de Dios.

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