De lo colectivo a lo individual

Actualizado
  • 25/03/2012 01:00
Creado
  • 25/03/2012 01:00
U tivé es un pequeño poblado localizado en la periferia este del área metropolitana de Panamá, perteneciente al corregimiento de Pacora...

U tivé es un pequeño poblado localizado en la periferia este del área metropolitana de Panamá, perteneciente al corregimiento de Pacora, último de los corregimientos del distrito capital. Pero no por pequeño que sea impide observar las transformaciones que se experimentan en una comunidad rural que deja de serlo para convertirse en una de apariencia rural, pero de pautas sociales eminentemente urbanas, donde priman relaciones de tipo mercantil, en cuanto a la adquisición o dotación de bienes y servicios, y de tipo salarial, en cuanto a las relaciones laborales.

Eso es Utivé hoy, un ejemplo donde ya se asoman procesos que otros poblados ya experimentaron y que los han llevado a crecer vertiginosamente como sitios urbanos, pero no del primer mundo, sino donde se extienden amplios cordones de población en situación de pobreza. Por allí pasó San Miguelito hace varias décadas; por allí pasó Pedregal y los ahora corregimientos 24 de Diciembre y Mañanitas.

Se trata de poblados una vez rurales, cuya características sociológicas encontraban su base económica agraria y el tipo de relaciones sociales, hechas costumbres que tendían a fortalecer lo comunitario, más que al individuo; es decir, una cultura más solidaria y menos egoísta.

En efecto, en el mercado de trabajo de este lugar ya no prima la actividad agropecuaria ocupando a la población laboral. De acuerdo con el último Censo Nacional de Población, menos del 3% de su población apta y en disposición para trabajar lo hacía en este sector económico. La mayor parte está insertada en actividades eminentemente urbanas, específicamente el comercio, incluyendo restaurantes y hoteles, también en servicios públicos y en la construcción. Ya no hay una base material que inspire la ‘ruralidad’ propia de población campesina.

Pero la otra característica de este poblado es que se constituye en periferia urbana con habitantes que poseen niveles de vida precarios, aun cuando posean acceso a los servicios básicos de agua potable, comunicaciones y luz eléctrica, como en efecto ocurre con esta comunidad. Buena parte de su población está diezmada en su capacidad de poder adquirir los bienes y servicios básicos de la canasta básica familiar, cuando se constata que aproximadamente cuatro de cada diez de sus hogares percibe ingresos justo para vivir en pobreza y hasta en pobreza extrema.

Así, aún cuando Utivé pueda aparecer ante los ojos de algún observador común como un sitio rural, lo cierto es que sociológicamente ya no lo es. Su inserción y subordinación a la dinámica mercantil urbana del área metropolitana, también ha hecho sucumbir el tipo de cultura ruralizada preocupada por los fines y metas comunitarias. Las ha trastocado, en las nuevas generaciones, hacia la cultura egoísta, en tanto que estas están expuestas al fomento y bombardeo incesante de tipos de prácticas y costumbres individualistas.

Así, los jóvenes imbuidos de esta cultura no verán como algo atractivo el trabajo comunitario, tal como lo veían o ven sus padres y abuelos (as); el éxito a través de lo que se hace colectivamente, no encuentra sentido alguno.

Ahora bien, no es que esta realidad relativa a la indiferencia de los jóvenes por lo comunitario no pueda cambiarse. Una vía posible para que esto se dé parece ser la que sugiere que las y los adultos (generaciones más avanzadas) tienen que promover este tipo de costumbres solidarias y reorientar la cultura comunitaria.

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