El día de verano que fue la primavera de la soberanía

Actualizado
  • 09/01/2014 02:40
Creado
  • 09/01/2014 02:40
En medio de las cálidas brisas del ya entrado verano de ese 9 de enero de 1964, Panamá ardía de indignación porque no se veía cuándo Es...

En medio de las cálidas brisas del ya entrado verano de ese 9 de enero de 1964, Panamá ardía de indignación porque no se veía cuándo Estados Unidos cumpliría el compromiso de que la bandera panameña ondeara en varios puntos del territorio nacional ocupado por estadounidenses.

El acuerdo fue firmado en enero 1963 por el presidente Roberto Chiari y su homólogo norteamericano, John F. Kennedy (asesinado el 22 de noviembre de 1963), y debía entrar en vigor justamente 12 meses después.

Pasado el medio día del jueves 9 de enero, los panameños no estaban dispuestos a esperar que el reloj de la injusticia corriera más: entonces la jornada se tiñó de sangre. Los mártires iban cayendo uno tras otro, y esos gritos de su cruzada heroica se remontaban hasta los orígenes del conflicto existente entre los EEUU y Panamá, a mediados del siglo XIX.

Se inicia el arado para la recuperación de la soberanía

Ese 9 de enero de 1964 el mundo vio cómo un grupo de valientes estudiantes del Instituto Nacional y civiles panameños dieron su puñetazo en la mesa, y así, sin armadura y a pecho descubierto, intentaron colocar una bandera en la Escuela Superior de Balboa, dentro de la Zona del Canal.

Pero los estudiantes de aquel colegio y sus padres, conocidos como zonians, no estaban dispuestos a cumplir lo que su gobierno había firmado con Panamá y se enfrentaron a los panameños para impedir como fuera que el emblema nacional ondeara en igualdad al lado de la bandera de los EEUU.

El choque inició con puños y empujones hasta convertirse en una escena sangrienta bajo la mirada cómplice de los policías canaleros, que sólo intervinieron para agredir con gases y balas a los panameños.

Nada predecía el desenlace de aquel día de luto y heroísmo porque días antes, el gobernador de la Zona del Canal, Robert Fleming, había ordenado que el pabellón panameño ondeara en los puntos acordados por los presidentes Kennedy y Chiari. Advertía Fleming que los ciudadanos estaban en la obligación de atender esta orden en virtud de un acuerdo entre los gobiernos de Estados Unidos y Panamá. En esa forma buscaba evitar mayores conflictos.

Pero quien conociera la mentalidad de los zonians sabría que para ellos ese sería un trago que no estaban dispuestos a tomar, ya que estaban convencidos de que el territorio de la Zona del Canal les pertenecía, que era propiedad de EEUU y que había sido obtenido en 1903 a cambio de proteger la separación de Panamá de cualquier ataque colombiano.

La tarde que fue primavera en el trópico

Avanzaba la tarde el 9 de enero de 1964, unos 200 manifestantes entre estudiantes y profesores fueron interceptados en las escalinatas del edificio de la Administración del Canal. Sólo a seis escolares con camisa alba y pantalón oscuro se les permitió llegar hasta la Escuela Superior de Balboa para izar la bandera panameña que estaría al lado de la de EEUU, a la misma altura y del mismo tamaño. Pero los zonians lo impidieron lanzando su embestida.

La noticia sobre la brutal arremetida contra los estudiantes panameños se esparció rápidamente por toda la ciudad, entonces una multitud de panameños diversos se unió a la causa en defensa de la soberanía nacional ultrajada por un grupo de norteamericanos con mentalidad colonialista.

Ante esta situación que se agravaba, las autoridades zoneítas ordenaron a sus Fuerzas Armadas que a cualquier precio evitaran la entrada de lo que llamaban “el enemigo”, al territorio conocido como la “Zona”, rodeado de una elevada alambrada.

Ya no eran seis estudiantes ultrajados. A su regreso, todo un pueblo hervía de fervor patriótico y enfrentó al ejército estadounidense, lanzándole piedras, palos, subiendo a la cerca o cortándola, su ira caía como la lluvia que hace germinar la tierra. Iban sembrando, tras la alambrada, cientos de banderitas panameñas en el suelo que, con un enorme jardín de flores, parecía tricolores. Era verano, sí, pero ese 9 de enero fue la primavera patriótica en el trópico.

La primera víctima de estos acontecimientos fue Ascanio Arosemena, joven de 21 años y estudiante de la Escuela Profesional Isabel Herrera Obaldía. Recibió un balazo por la espalda de una Smith & Wesson, el arma de la policía canalera. Otros caían junto a él sin vida o heridos de muerte.

Pese a la brutal represión nada detuvo a los panameños, los choques continuaron al caer la tarde y se prolongaron 48 horas más y se extendieron hasta Colón, cuando los estudiantes del Abel Bravo se sumaron a la jornada heroica.

Se escuchaban sirenas de ambulancias que se dirigían a los cuartos de urgencia de los dos principales hospitales de la ciudad, el Hospital Santo Tomás y la Caja de Seguro Social. Algunos fallecieron en la mesa de operaciones a pesar de que los médicos hacían lo que podían para salvarles la vida.

Alli, 21 panameños murieron y 324 resultaron heridos en defensa de los derechos soberanos de su patria humillada tantas veces.

El país exigía una posición radical por la intolerable agresión. El presidente panameño, Roberto F. Chiari, escuchó: el 10 de enero de 1964, a 24 horas de la violenta jornada, rompió relaciones de Panamá con EEUU.

Las peleas siguieron y todo el territorio nacional era un solo puño levantado. En la provincia de Chiriquí, estudiantes de diversos colegios secundarios también se organizaron para formar un contingente que se dirigiría a la capital por tierra para unirse a los que luchaban en pro de la reivindicación nacional. Entonces el mayor Omar Torrijos, (luego general de las Fuerzas armadas panameñas) desplegó un destacamento armado en el río Risacua, a la salida de la provincia de Chiriquí, e impidió que la caravana avanzara hacia la capital. Ya había corrido demasiada sangre.

La radio de las Fuerzas Armadas de EEUU, instaladas en la Zona del Canal, difundiendo mensajes de Fleming que, para apaciguar la crisis, explicaba que “el acuerdo sobre la izada de la bandera en el territorio de la Zona era valido” y pedía a los estadounidenses de respaldar ese compromiso, independiente de sus opiniones. Allí, ondeó soberana la bandera panameña.

Antecedentes de la crispación

Panamá significaba para EEUU un punto en el mapa estratégico, por ello debía asegurar su dominio en el camino de tránsito que constituía el Istmo y estaría siempre buscando cumplir sus propósitos imperiales.

Hace 168 años, Panamá aún estaba unida a la Nueva Granada (ahora Colombia). Los colombianos —que querían asegurar su soberanía en el Istmo— y EEUU —que pretendía controlar la ruta de tránsito— firmaron en 1846 los Tratados Mallarino-Bidlack, que permitían a EEUU asegurar el libre tránsito por la posible ruta para la construcción de un ferrocarril o un canal transístmico y así se iniciaron las intervenciones “legales” en territorio panameño.

Este tratado sirvió más adelante para que EEUU interviniera en la separación de Panamá de Colombia el 3 de Noviembre de 1903, cuando el presidente norteamericano Theodoro Roosevelt estaba decidido a construir un canal por Panamá, luego de desechar la ruta por Nicaragua.

Quince días después de la independencia (18 de noviembre de 1903), se firma el Tratado Hay-Bunau Varilla que cedía a EEUU derecho a perpetuidad sobre el canal y permitió que los norteamericanos se tomaran una franja de 10 millas de ancho sobre la cual pasaría la vía acuática, territorio que fue llamado Zona del Canal de Panamá.

Crecimiento de la conciencia nacionalista

La cadena de entuertos firmados por las propias autoridades panameñas y EEUU se alargó con los Tratados Alfaro - Kellogg de 1926, el de las bases de Río Hato en 1947 fue rechazado popularmente; hubo protestas estudiantiles en 1958, siembra de 75 banderas por estudiantes universitarios en la Zona del Canal ese mismo año; continuó el repudio a las cláusulas de perpetuidad con marchas en 1959.

La semilla de la conciencia nacionalista panameña había crecido y estaba por reventar del caldero que la aprisionaba hasta brotar desde la tierra como un capullo glorioso que exigía su lugar de dignidad entre las naciones.

Aplausos a la gesta

El exembajador de EEUU, en Panamá William J. Jorden diría más tarde que “era un mensaje razonable, sereno, pero los ánimos se habían desbordado y nadie le prestó atención”.

En el mismo Jorden escribió posteriormente en un libro llamado Panama Odyssey que las balas no vinieron sólo de los norteamericanos, los panameños también tuvieron gente armada: “A pocas cuadras de donde se llevaba a cabo el enfrentamiento se produjo uno de los hechos más trágicos. Un par de francotiradores habían estado disparando desde un edificio de apartamento. Los tiradores que defendían la Zona del Canal los vieron aparecer por una ventana, disparar y luego desaparecer, para volver a aparecer por otra ventana cercana. Justo en ese momento, una niña de once años, Rosa Elena Landecho, asomó la cabeza por una de las ventanas para observar lo que estaba sucediendo. Una bala la alcanzó y murió. Cuando los inquilinos del edificio se enteraron de lo sucedido, ordenaron a los panameños armados que habían estado usando el edificio como refugio de francotiradores que lo abandonaran, pero ya era demasiado tarde para ayudar a la pequeña. También ella se convirtió en mártir”.

Los documentos desclasificados de EEUU revelan hoy que los soldados norteamericanos dispararon contra los panameños 450 balas de rifle calibre 0.30, 5 balas calibre 0.45, 7193 granadas o proyectiles de gas lacrimógeno de esas, 340 libras eran de químico CN-1 chemical (gas lacrimógeno suave) y 120 libras de químico CS-1 (gas lacrimógeno fuerte) mientras la policía canalera usó 1850 balas calibre 0.38 y 600 balas de escopeta, 132 granadas de gas lacrimógeno, nada contuvo a las huestes de patriotas.

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