Los faltantes del informe de seguridad

Actualizado
  • 09/01/2014 01:00
Creado
  • 09/01/2014 01:00
El Ministerio de Seguridad (Minseg) mostró el mapa del país en materia de criminalidad. En toda la historia de este ministerio, jamás ha...

El Ministerio de Seguridad (Minseg) mostró el mapa del país en materia de criminalidad. En toda la historia de este ministerio, jamás había contado con un presupuesto de $600 millones anuales.

Una pregunta central que inspiran estos datos del informe es por qué con todo el esfuerzo entramado en el campo de la seguridad, no hay un descenso en los homicidios, en particular entre 2012 y 2013, cuando la tendencia entre 2009 y 2012 ha sido a la baja. En particular, es importante entender por qué los homicidios en San Miguelito han bajado notoriamente (de 141 a 97 casos), cuando en los distritos de Colón y Panamá se han incrementado, respectivamente, en un 10 y 20%. De igual forma, sería interesante saber cuáles tipos de homicidios (por crimen organizado, por robo, por conflictos personales, etc.) han variado en cada uno de estos tres distritos, y hasta qué grado las políticas preventivas o de represión han sido efectivas o no.

Por otro lado, las tendencias divergentes —en Darién los homicidios triplicaron de 4 a 12, pero en Arraiján bajaron de 66 a 41— demuestran que las políticas nacionales de seguridad deben ser contextualizadas para las dinámicas provinciales, distritales y de corregimientos, respaldadas en el monitoreo y análisis sub-regional de los datos por parte del Sistema de Integración y Estadísticas Criminales (SIEC).

El Minseg no contempla un ingrediente esencial en la tasa de homicidios; casi la totalidad de ellos permanecen impunes, lo que podría interpretarse como una carta abierta para los victimarios porque no hay certeza del castigo.

El Minseg insiste en que los fines de semana es cuando se concentran los homicidios, pero qué hay del 50% restante que se registra de lunes a jueves. ¿Estos homicidios corresponden o no a los mismos motivos que el resto? Si se obtuvieran estos datos, sería factible aplicar políticas diferenciadas durante la semana y los fines de semana.

No puede pasar por alto que el 12% de las víctimas de homicidio son menores. Es inaceptable, e importante, evaluar qué se está haciendo en este campo. También queda en incógnita la droga; se dice que hay correlación entre decomisos y homicidios, pero no se explica en qué sentido ni dónde.

El peor dolor de cabeza es el narcotráfico, no solo por la posición geográfica, sino por las vagas acciones ministeriales que actúan en contra de las finanzas de los carteles.

Las estrategias para disminuir la delincuencia deberían centrarse en la recomposición del tejido social, en una política penitenciaria cónsona, no donde se inauguren instalaciones para bajar el hacinamiento, sino donde exista un sistema penitenciario que reemplace el ocio por productividad, por educación, y los presos no tengan que desembolsar a los policías para acudir a sus audiencias.

El crimen logrará disminuirse cuando el Ministerio de Desarrollo Social descubra que el número de pandilleros es 441% superior al inventario llevado a cabo por las Naciones Unidas (UNODC) en el 2007, que identificó la existencia de 1,385 pandilleros en 94 pandillas. Con lo cual es poco probable que la cifra de pandilleros (7,500) haya disminuido. Más aún, el marcado aumento en la cifra de hurtos (32%) sugiere lo contrario, máxime cuando se estima que sólo el 45% de los delitos es reportado. Lograremos mejores números cuando se brinden capacitaciones monitoreadas científicamente a las adolescentes y mujeres que adoptan la prostitución como forma de vida porque no ven otra para salir del gueto.

Tendremos mejores cifras cuando los jóvenes dejen de pensar que ir a la escuela es perder el tiempo y prefieren desertar porque en la calle consiguen la plata. Las estadísticas irán a la baja cuando se tenga un monitoreo científico de los cien mil jóvenes que desertaron del sistema educativo en los últimos tres años, o cuando se introduzca al sistema productivo a los 215 mil ninis (ni estudian ni trabajan) entre 19 y 40 años que salen a la calle todos los días. Carnadas perfectas que recluta el crimen organizado donde arriesgar la vida también tiene su pago.

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