¿Qué pasó en la suite del Sheraton?

Actualizado
  • 19/03/2009 01:00
Creado
  • 19/03/2009 01:00
PANAMÁ. Cuando se abrió la puerta del ascensor, el agente del SPI, Fernando Aguilar estaba tirado en una silla, dejando pasar el tiempo.

PANAMÁ. Cuando se abrió la puerta del ascensor, el agente del SPI, Fernando Aguilar estaba tirado en una silla, dejando pasar el tiempo.

Salieron dos personas que venían reídas y querían pasar a saludar a su jefe: el colombiano David Murcia Guzmán.

Aguilar se puso de pie, se acomodó la placa que llevaba en el cinturón de su pantalón y sacó de su bolsillo trasero una tarjeta magnética, la llave mágica que comunica el mundo exterior con el piso donde se encuentra la suite más cara del complejo.

Aguilar pasó allí muchas de las horas que custodiaba a Murcia Guzmán. Incluso tenían un cuarto especial para dormir y hasta se animaban a pedir comida al restaurante como si ellos también estuviesen hospedados. Era el hombre que se ocupaba de coordinar la custodia de seis hombres que protegían al empresario colombiano. Cobraba 200 dólares por hacer su trabajo. Para él era un camarón. Lo ayudaba a mantener su casa junto al taxi que maneja su hijo y él también, en los tiempos libres. Aguilar, quien también custodiaba a la ex presidenta Moscoso, es el testigo indiscreto, el hombre que sabe lo que todos quieren confirmar, la reunión privada de la que participaron cinco personas y de la que Panamá habla desde hace meses.

PASO A PASO

En un video que fue grabado hace dos semanas, Aguilar reconoce que las personas que entraron a la habitación son nada menos que “Bobby” Velásquez y su padre Roberto. Incluso relata que Ernesto Chong le ofreció trabajo semanas atrás, cuando todavía el escándalo desatado por la ex presidenta Mireya Moscoso no había explotado.

Lo cierto es que una vez adentro del cuarto, Murcia los trató con la confianza con la que sólo se trata a los amigos. Incluso los invitó a probar su invención culinaria que los cocineros del hotel estaban hartos de preparar: la pizza DMG: triple capa de queso y después, de todo. Con una porción se podía cenar. Los Velásquez la probaron y también Alex Ventura y Ernesto Chong, presentes en la reunión.

Hablaron de muchas cosas. Murcia Guzmán era entonces una especie de asesor de campaña. Uno de los fotógrafos colombianos que Murcia había traído para trabajar en el equipo lo llamó en ese momento, pero no lo atendieron.

Roberto Velásquez cargaba varias revistas Semana viejas bajo el brazo y le aseguró a Murcia que había hablado con el superintendente financiero y que todo, como había sido pactado, estaba ya ok.

Faltaba un mes para que lo detuvieran, y sin embargo Murcia veía con claridad que el futuro estaba en sus manos. Puertas afuera estaban los custodios del presidente y puertas adentro sus hombres de confianza. Murcia incluso sabía que antes de subir al ascensor —Murcia parece tener ojos en todos lados— padre e hijo se encontraron con un hombre y lo saludaron afectuosamente.

Nadie sabe si eso estaba planeado o era una mera casualidad.

Sin embargo, a Murcia le gustó saber que ese hombre era Dilio Arcia: viceministro de la Presidencia y al poco tiempo ministro de Justicia.

Arcia es el hombre que fue designado para encabezar la investigación que debe definir estos hechos.

Todo lo que aquí se cuenta se podría probar fácilmente si se chequearan los videos.

Sin embargo, La Estrella pudo saber que los videos de seguridad del hotel, sospechosamente, no funcionaron esas horas, ese día. En cambio Murcia sí tenía control sobre lo grabado en el Miramar. Quizá por eso “Bobby” acepta una reunión y no la otra.

Esta historia es tan complicada que tiene varios eslabónes perdidos: tampoco figuran en la causa los informes de los hombres que capturaron a Murcia, los que dicen quiénes estaban con él y qué armas llevaban.

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