• 01/09/2008 02:00

Unidad o división

Jamás en el país hubo una elección interna tan importante como dramática y reñida. Jamás los intercambios dialécticos fueron tan intenso...

Jamás en el país hubo una elección interna tan importante como dramática y reñida. Jamás los intercambios dialécticos fueron tan intensos y confrontacionales. Jamás la oposición rogó tanto a Dios por nuestra división interna, ni el fantasma del cisma del PRD de República Dominicana, tras la muerte del líder Peña Gómez, nos ha amenazado como hoy.

Las contienda y pugnas entre Balbina Herrera y Juan Carlos Navarro han sido durísimas. Sin embargo, tal confrontación es pálida frente a la batalla sin cuartel librada en los Estados Unidos entre Hillary Clinton y Barack Obama, especialmente la artillería implacable de la última contra el actual fenómeno político más carismático de los últimos tiempos, el senador moreno.

Sin embargo, la ex primera dama luego demostró una madurez política impresionante, asimiladas su depresión y dolor por el revés, al dar su apoyo decisivo al ex rival, diciendo ante millones con voz firme: “Obama es mi candidato y será nuestro presidente”. Tal unidad posterior es de estadistas; Hillary se empinó por encima del odio que tal vez sostuvo, y buscó los fines superiores, con visión histórica.

Las pugnas internas en el perredé han sido vistas por todos, son parte de todas las contiendas. Quedarse en el rencor es de almas mediocres, lamerse las heridas y avanzar partidariamente es grande, como las enseñanzas de Omar, grande.

Torrijos era estadista, no utilizó aquellos otros lemas bastardos, “al amigo plata, al indeciso palo y al enemigo plomo”. Omar nos envolvió en orgullo, el otro en lodo. Omar nos llevó a dignidad y soberanía, el otro a vergüenza. Omar tenía jerarquía internacional, el otro sólo rango, estrellas que se auto impuso.

Mucho ha costado hoy, a pesar de las páginas negras que sufrimos, que seamos el partido de masas más grande de la historia. Tal crédito no es patrimonio de nadie, no lo olvidemos, recordemos que las famas de algunos a veces duran sólo muy poco tiempo.

Esos cientos de miles de panameños nada aprenderán de oír rencores o maldiciones; luego de pasado el día 7 de septiembre, gane el que saque más votos, lo que necesitarán esa inmensa cantidad de panameños es ver madurez, responsabilidad colectiva, unidad y fortaleza moral, que sus dirigentes no entreguen el destino del partido a los que odian el pensamiento e ideas de Omar Torrijos, para que lo sigan denigrando desde el poder, quitándole el nombre a otro aeropuerto, o buscando quitárselo a otro parque. ¿Por qué hacerles el favor a los enemigos?

Mañana, pronto, el 7 de septiembre, veremos de quién de los dos aprendimos más, de Omar Torrijos o del otro, del estadista o del maleante.

Ojalá que los rivales internos que buscan la candidatura oficial a la Presidencia de la República por el Partido Revolucionario Democrático (PRD) tomen el ejemplo de maestría política de los candidatos demócratas y no la inmadurez e irresponsabilidad de nuestros afines dominicanos, los cuales por intercambiar sus odios y revanchas llevan tres períodos consecutivos de exilio presidencial.

Omar los estará viendo para aplaudirlos o juzgarlos.

Hasta el próximo lunes.

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