• 29/09/2008 02:00

¿Qué esperamos por nuestro voto?

Humildad, sinceridad, altura espiritual nos falta a todos, hay disputas humanas, entre parejas, padres e hijos, hermanos, socios; más en...

Humildad, sinceridad, altura espiritual nos falta a todos, hay disputas humanas, entre parejas, padres e hijos, hermanos, socios; más entre políticos, partidarios o contrarios. Por hambre de votos, insultamos con facilidad asombrosa, pero con igual facilidad protestamos luego por ser insultados.

No somos ajenos al descrédito latinoamericano de las partidocracias. Mirémonos en el espejo de México, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Paraguay, y lo que siga. Como en la crisis financiera de hoy, se infartaron partidos tradicionales que gobernaron por décadas. ¿Qué esperamos de los candidatos, qué esperan ellos de cada votante, de usted, del otro, de la otra, de mí?

No importa el cargo buscado, cuando le solicitamos a alguien “cariñosamente” que vote por nosotros, la natural hipocresía o diplomacia, o “miedo potencial” (por si acaso ganas), lo más probable es que un altísimo porcentaje nos diga: “no te preocupes, hermano (o hermana), cuenta conmigo”. Candidatos novatos o ilusos, creeremos a la mayoría; si somos políticos cancheros y expertos en demagogias y mentiras mutuas S.A., sabremos que de a vainas podremos creerle a un 10%, talvez.

Del mismo modo como votantes, también le pelamos las pepas de los ojos a los que nos buscan y nos ofrecen cielo y tierra, pensando que nos van a seducir “dale, habla, ofrece, de lo que traes llevas. Dime tus mentiras y te devuelvo las mías, pendejo”.

Ese es el círculo en que estamos; lo otro es el pegarnos mentiras mutuas, aun entre partidarios, pero al final todo se está reduciendo al mercadeo del Sancho Panza que todos llevamos adentro, mercadeando nuestro voto por algo concreto, “mi empleo”, “la beca para mi hija”, “el aumento y la seguridad de mi nuera”, “si ganas”, etc.

Es lo normal, lo humano, lo concreto, tomando en cuenta la muerte de la señora Ideología, incluso hasta en los ultras, en las izquierdas “caviar”, que pululan en nuestra América Mestiza, que de “jaibol en jaibol”, de fiestas, dicen de cuando en cuando un recordatorio poético del Ché.

Todo es mercado, todo es cálculo. La buena noticia es que pese a todo este panorama, sí se puede hacer gobierno, nacional, regional, local, sí se pueden buscar fines sociales, económicos, culturales, para beneficio colectivo, para ayudar a las mayorías, para ser buenos dirigentes, mandatarios, diputados, alcaldes, representantes. Para que eso se haga buena noticia, realidad, se concrete, la mejor noticia que hay es que se requiere de un esfuerzo grande, pero bastante fácil: que un hombre o una mujer, decidan por encima de todos los sanchos, los nuestros y los ajenos, cambiar de dirección y hacer algo temerario, positivo, aunque nos enfrentemos a los sanchos de los demás; bastará con tomar un poquitito de las vitaminas del Quijote, que nos pongan media pintita de sangre de él, de su locura, de su espíritu audaz, de su ímpetu aventurero, que nos atrevamos a inventar nuestra Dulcinea o nuestro Dulcineo, según cada gusto, y hagamos una gran locura por Panamá, soportando que nos llamen loco o loca. Pero hay grandes locuras que han terminado muy bien, y para que sea locura, tiene que ser una búsqueda, una obra, que no conlleve interés personal, aunque nadie nos crea.

Lo sé perfectamente, lo disfruto en mi corazón, aunque tampoco nadie me lo crea. Yo sí.

Hasta el próximo lunes.

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