• 24/11/2008 01:00

Las ínfulas de una supuesta chola

Ante los resultados que dan las encuestas políticas, algunos candidatos comienzan a asumir roles para tratar de ser captados como de una...

Ante los resultados que dan las encuestas políticas, algunos candidatos comienzan a asumir roles para tratar de ser captados como de una clase social determinada, con la clara intención de confundir al electorado.

Son capaces de utilizar apelativos y autoproclamarse los representantes de los sectores humildes, por el simple hecho de que en algún momento le llamaron “La Chola”.

Si Balbina Herrera supiera lo que es ser “chola” de verdad, entendería que las cholas de nuestros pueblos son aquellas que caminan descalzas, cargando tres o cuatro chiquillos a la vez, que siembran para subsistir y principalmente no han vivido amantadas por el Erario Público por casi un cuarto de siglo.

Nuestras cholas viven el día a día y están pendientes de qué comen sus hijos, más allá de negociar con licitaciones o importar productos prohibidos. Las cholas de verdad, que abundan en nuestro interior, miran todos los días esperando que los gobiernos, como los de Balbina, vuelvan la mirada hacia ellas sin tener que estar en elecciones, donde todos se acuerdan de los que ignoran durante cinco años. Que por sus antiguas facciones físicas le pusieron el mote de “La Chola”, pero que en nada se parece a esas que no tienen una cuenta millonaria para hacerse las cirugías estéticas, para no parecer más una chola.

Con los cuentos de venir de abajo, se nos vende como la representación de la superación, pero no nos dice qué hizo o ha hecho para llegar a donde está y para presentarse como una candidata millonaria.

Con solo sumar los salarios devengados desde su periodo de alcaldesa de San Miguelito, las cuentas no dan para tener lo que presenta en su declaración de bienes, a menos que nunca hubiese comido, pagado hipotecas, educado a sus hijos y, sobre todo, no hubiese cambiado físicamente.

Cada chola de mi pueblo, la que plancha, siembra, amamanta a diario sin haber probado un bocado, no se siente reflejada en la candidata del PRD, la cual busca hacer una guerra de clases, cuando ahora pertenece a la clase social que dice combatir.

No cualquiera es millonario, pero La Chola del PRD hace alarde de sus dineros. Logró tener acceso en los últimos gobiernos PRD a puestos diplomáticos y consulares para parientes cercanos, desde donde no se puede ver a las cholas de Tolé, La Mesa, Las Minas, Pedasí, y tantos pueblos.

Es lógico el afán de la señora Balbina, pues trata a toda costa de ocupar el puesto de interiorano que tiene Ricardo Martinelli, lo cual no acepta, pues mientras ella vive del Erario Público, Martinelli genera empleos y riquezas y eso es su mayor dolor.

Así veo las cosas y así las cuento.

-El autor es abogado.roberto_ruiz_diaz@yahoo.es

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