• 16/01/2009 01:00

La crisis de los partidos

Los partidos políticos panameños siguen la tendencia mundial de alejarse de la ciudadanía, perdiendo la capacidad de entender las demand...

Los partidos políticos panameños siguen la tendencia mundial de alejarse de la ciudadanía, perdiendo la capacidad de entender las demandas de la sociedad y, como consecuencia directa, carecen de credibilidad. Las estructuras partidarias sólo son utilizadas para los torneos electorales y el reparto del poder si se ganan las elecciones. No participan en la toma de decisiones sobre la política económica y social. El debate de los problemas nacionales queda en manos de los centros de poder económico y de los grupos de la sociedad civil que se interesan por los mismos.

El centrismo ideológico los ha desdibujado, carecen de contenido y su discurso es casi parecido al abordar la temática nacional. No hay creatividad para proponer nuevas formas de gobernar y de participación. La característica fundamental es la exclusión cuando se llega al poder, dejando por fuera del quehacer político a importantes sectores de la ciudadanía. El espectro de la crisis partidaria recorre prácticamente a todas las organizaciones, que hoy se debaten en inútiles luchas internas, por el control de la dirección del colectivo al margen de las necesidades de los más pobres.

Los actores de la política y el poder han colocado, sin necesidad, al país en una encrucijada cada día más riesgosa y de una gran incertidumbre. Los panameños tenemos la percepción de que los dirigentes políticos partidarios alejan cada vez más la posibilidad de resolver los problemas apremiantes de nuestra gente. El impresionante crecimiento económico que registra Panamá no está llegando a los sectores marginados, y no hay propuestas claras de los partidos para resolver el grave problema de la pobreza.

Lo curioso de toda esta situación es que nuestros dirigentes políticos viven bajo la creencia de que la actual estructura partidaria les va a durar para toda la vida. Olvidan que estas estructuras fueron creadas como respuesta a unas necesidades concretas en una coyuntura histórica determinada.

La revolución de las comunicaciones ha asestado un golpe fatal a los sistemas de representación tradicionales, pues los ciudadanos saben que pueden prescindir de los partidos para influir en la política. Basta observar todos los días los debates de la radio y televisión y el carácter influyente de la prensa escrita. A través de este mecanismo los grupos de presión ponen en jaque a las estructuras políticas y sus dirigentes.

¿Cuál partido panameño ha salido con todas sus estructuras y membresías a defender los intereses de los pobres? ¿Cuántos congresos han realizado para proponer un nuevo proyecto de nación? ¿Cuántos directorios para analizar el grave problema de la inseguridad ciudadana, el alto costo de los alimentos, la baja calidad de la educación, la salud y el transporte?

La verdad sencilla es que son los grupos no partidarios, sindicatos y organizaciones gremiales, los que han salido a dar la batalla. ¿Son proyectos políticos? Claro que sí. ¿Tienen derecho para hacerlo? No hay la menor duda de que les asiste todo el derecho para plantear sus posiciones.

Los partidos políticos, si quieren subsistir, deben cambiar su estrategia. Construir con ideas siempre será más eterno que construir con cemento. La Nación panameña es más que un gran mercado. Somos hombres y mujeres con aspiraciones, anhelos, problemas, metas, pero con una gran decisión de cambiar la forma de hacer política para construir un país equitativo, próspero y democrático.

-El autor es ingeniero y analista político.blandonc@cwpanama.net

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