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- 10/04/2009 02:00
Más cultura, menos delincuencia
La identidad cultural del gueto difiere del resto de los habitantes. Los afrodescendientes debieron recibir una herencia cristiana protestante y evangélica de sus abuelos y los blancos y mestizos del catolicismo romano, es obvio que dichos valores familiares fundamentales no se transmitieron y que el cordón umbilical por muchas razones sociales o por factores endógenos y exógenos, se rompió, porque la ética y moralidad en nuestros barrios marginales es escandalosamente baja.
Curiosamente en el gueto, aunque se confiesan católicos o devotos del Cristo Negro de Portobelo, no leen la Biblia en casa, ni reciben educación cristiana, por lo que la religiosidad practicante no llega al 2%, resultando que la identidad de un gran porcentaje de los habitantes de Curundú, San Joaquín, San Miguel y otros barrios marginales es con la subcultura del crimen. El proceso de desarraigo y pérdida de la decencia es lento, pero efectivo. En la medida en que la delincuencia da para repartir entre amigos y parientes —caso de los tumbes de drogas—, al superar las adversidades temporales de la vida y correrse ciertos lujos transformados en necesidades —como costosos celulares, iPod, laptops y ropa Tommy o Fubu (símbolos de estatus)—, los valores familiares tradicionales quedan en el olvido, siendo reemplazados por otros valores e ideales propios de una subcultura del crimen: amor y fidelidad a ese estilo de vida, el código del silencio y la traición se paga con la muerte.
Hay una tendencia errónea que cree que desligando a la población de su entorno local, trasladándolos hacia otro sitio, se solucionaría el problema. No tomar en cuenta un cambio real y radical en la cultura, es absurdo, lo que hacemos es trasladar el problema a otro lugar donde originalmente no había altas tasas de criminalidad, ejemplo de ello fue el éxodo de los habitantes de Loma La Pava hacia San Miguelito y de Curundú y otros sectores marginales urbanos hacia las barriadas de Mano de Piedra, Cerro Batea, Torrijos Carter, etc., hoy zonas rojas, focos de delincuencia. Es decir, guetos constituidos en base a la misma identidad. Sería ocioso hablar de Prosi, seguridad, control policial o lucha contra el crimen, sin tomar en cuenta estos factores intrínsecos.
Aspecto sociológico de relevancia a observar, es que los judíos superaron ese estigma de pobreza, afianzándose en la creencia en un único Dios, unidad cultural y étnica, la esperanza de ver mejores días, el emprendedurismo y el trabajo duro y constante, la familia como vehículo de la enseñanza de los valores tradicionales, todo ello contenido en la Torah y la Guemará. ¿Por qué no lo mejor? Reflexionemos en Semana Santa, tomemos este ejemplo positivo, resaltemos los valores tradicionales familiares y experimentemos que más cultura también significa menos delincuencia.
-El autor es escritor y analista político.recursossinlimites@gmail.com