• 31/12/2009 01:00

Potencias por autonomía del Sáhara

El ayuno que emprendió durante un mes una activista política en un aeropuerto de las Islas Canarias no solo atrajo la atención internaci...

El ayuno que emprendió durante un mes una activista política en un aeropuerto de las Islas Canarias no solo atrajo la atención internacional hacia el diferendo sobre el Sáhara Occidental, también demostró que Marruecos respeta la dignidad humana y está dando pasos firmes hacia la solución de un conflicto de más de tres décadas con Argelia y el independentista Frente Polisario.

La escaramuza comenzó a mediados de noviembre cuando Aminatou Haidar fue deportada en coordinación con las autoridades de Madrid desde El Aaiyún, capital del Sáhara, a Lanzarote en las Islas Canarias. En un abierto desafío a las leyes, Haidar había rehusado completar los trámites migratorios exigidos a todo ciudadano que —como en su caso— porta un pasaporte marroquí.

Un mes antes las autoridades de Rabat habían detenido a siete activistas del Polisario, que viven en territorio marroquí, por atentar contra la seguridad del Estado luego de dos encuentros con líderes del movimiento separatista en Argelia.

El propio monarca marroquí, Mohamed VI, había advertido, en ese contexto conspirativo, que la apertura política y el respeto a las libertades fundamentales no deberían ser usados para actuar contra la integridad territorial y la unidad nacional. Pero los independentistas, instigados por Argelia, pretendieron tensar la cuerda.

Tras negociaciones en las que se involucraron de manera notable España, Estados Unidos, Francia y la ONU, Rabat le extendió la mano a Haidar —bajo los principios del derecho internacional humanitario— y hace dos semanas autorizó su regreso a territorio marroquí. Una lectura cuidadosa de los comunicados oficiales permite concluir que esos portavoces de la comunidad internacional establecieron en términos muy claros que la ley marroquí se aplica en el Sáhara y que nadie puede sustraerse a ella. Los pronunciamientos oficiales de esas potencias respaldaron, además, la propuesta de Rabat de resolver el contencioso, otorgando una amplia autonomía a las provincias del Sur. Ninguno se refirió al referendo de autodeterminación, que de manera inflexible exigen Argelia y el Polisario.

Al regresar a El Aaiyún, Haidar recibió nuevamente su pasaporte con un mensaje categórico para los activistas del Polisario en territorio marroquí. Todo ciudadano que porta un pasaporte marroquí está sujeto a las leyes marroquíes, incluidas las que regulan los trámites migratorios. Lo que fue una movida de Argelia y el Polisario, para instrumentalizar el caso de Haidar, con el objetivo de sabotear el proceso de negociación sobre el Sáhara, finalmente revertió en su contra. El enviado especial de la ONU para el Sáhara, Christopher Ross, está organizando para enero la segunda reunión de conversaciones informales entre las partes involucradas en el conflicto.

El caso de Haidar reforzó la posición marroquí y demostró que Rabat tiene voluntad de negociar, con buena fe, realismo y espíritu de compromiso en el marco de la propuesta autonómica para las provincias del Sur de Marruecos. Estados Unidos y Europa estiman que la intransigencia de Argelia no solo impide la integración del Magreb, también obstaculiza el trabajo conjunto para contener el radicalismo islámico vinculado a Al Qaeda, que está expandiéndose por el desierto del Sáhara.

Las potencias occidentales, que quieren un Magreb sólido, cohesionado e integrado, priorizan una solución política negociada al conflicto del Sáhara como una vía que beneficie por igual al Sur de Europa y al Norte de África.

*Periodista.d_olaciregui@hotmail.com

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