• 22/02/2010 01:00

Más sensato que nunca

Tengo poco más de tres años de estar colaborando en este espacio. Para los que son lectores continuos sabrán que el tema de la comunicac...

Tengo poco más de tres años de estar colaborando en este espacio. Para los que son lectores continuos sabrán que el tema de la comunicación social es el que por naturaleza y formación me ocupa y apasiona. Lejos de atender la comunicación desde la perspectiva de la manipulación, como ha venido sucediendo más frecuentemente en las últimas décadas con las “estrategias comunicacionales y mediáticas” que emplean las organizaciones para la promoción de sus intereses y el manejo de sus grupos de interés; fundamento mi dedicación al asunto de la comunicación entendiendo que solo a través de procesos de comunicación honestos, abiertos y socialmente inclusivos mejoraremos la convivencia entre las culturas y los pueblos.

Es un asunto fundamental y asentado firmemente en la convivencia humana. Y trabajando en eso, es que podremos tener desarrollo y mejores condiciones sociales para todos.

En estos mismos tres años y meses, he recibido innumerables comentarios sobre los temas y asuntos tratados en este espacio por parte de bienintencionados lectores que con sus comentarios —a favor, en contra o totalmente diferente—, han enriqueciendo mis apreciaciones, me han ilustrado y he aprendido mucho, cosa que se traduce en mejores aportes semanales.

La entrega de la semana pasada: “ Invictus: perdón y reconciliación ” y una entrega con título y argumentos equivalentes publicado a finales del 2008, despertaron los comentarios más enérgicos y apasionados dentro del conjunto de cientos de otros comentarios que he recibido a lo largo de los años. Probablemente es un estado humano demasiado superior lo que sugiero que hagamos en nuestro país para vencer los obstáculos de animadversión y resentimientos que hemos venido creando de lado y lado a lo largo de las décadas.

A pesar de la fe religiosa sustentada sobre la necesidad de perdón; a pesar de que el conjunto humano ha mostrado históricamente que es capaz de empinarse por encima de sus diferencias más cruciales y profundas en momentos de crisis y necesidad, han surgido comentarios que creen que la reconciliación es inalcanzable.

Hubo quienes señalaron vehementemente que un proceso de perdón y reconciliación era imposible en un país como el nuestro. Están los que, independientemente del poema Invictus — I am the master of my fate: I am the captain of my soul —, quieren venganza. Y están los que me consideran iluso. Nada de eso.

En el libro “ We Were Soldiers Once … And Young ” ( Éramos soldados… y jóvenes ), el coautor y general retirado Hal Moore, quien combatió en la Guerra de Vietnam de 1965 a 1967, relata que le tocó liderar las fuerzas estadounidenses en la primera gran batalla contra las fuerzas del general vietnamita Nguyen Huu An. Años después, en 1993 en busca de la paz interior, el general Moore decide regresar al lugar de la batalla en donde él y el general An llevaron a cabo como enemigos uno de los enfrentamientos más sangrientos y mortales.

A este nuevo encuentro con An, Moore relata que: “ Entonces el general An y yo nos acercamos y nos dimos la mano. ¡Él me besó en ambas mejillas! A partir de ese momento establecimos una amistad mucho más fuerte que los sangrientos recuerdos del pasado. Más tarde, el general An y yo recorrimos parte del campo de batalla. Juntos hicimos un reconocimiento del otrora ensangrentado terreno. Brillantes flores silvestres adornaban las trincheras excavadas hacía mucho tiempo. No se escuchaba el estruendo de la guerra. En su lugar se escuchaba el hermoso “ruido” del trinar de los pájaros. Con gran sutileza, el general An cruzó su brazo con el mío. Habíamos recorrido un largo camino de la guerra a la paz. Sellamos el momento con el reverente afecto de un cruzar de brazos ”.

Este ejemplo del general Moore es excepcional, al igual que el de Mandela, Martin Luther King, Gandhi, por mencionar a los gigantes humanos de la reconciliación. La relación de entendimiento entre Fidel Castro y el Papa Juan Pablo II, es otro ejemplo de tolerancia y respeto fundamentado en actos de entendimiento comprensivo. Ejemplos más próximos: Martín Torrijos y Ricardo Arias Calderón o Roberto Durán y Tommy Hearns, hoy grandes amigos. Todo esto basado en una comunicación profunda y humana.

Estoy convencido de que el perdón y la reconciliación son alcanzables cuando el individuo termina de entender que es el único camino hacia su propia paz.

*Comunicador social. ernestoholder@gmail.com

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