• 16/06/2010 02:00

Honor y honra

E sta primera entrega está fundada en un libro que escribo. Los principios están diagramados con sus valores establecidos en esta socied...

E sta primera entrega está fundada en un libro que escribo. Los principios están diagramados con sus valores establecidos en esta sociedad, a través de las reglas y las reconocidas autoridades, así deben marchar los menores, escoltados por sus padres y en su momento, por los abuelos en función de los padres, y así por todas las generaciones, para que prevalezca la convivencia y la paz anide en cada corazón humano. Conocemos que sin los valores, no es posible la convivencia por esa función tan cardinal.(1) Pero es que lo bueno u ordenado es el estado ideal, de modo de quien lo practica y lo desea, permite esa avenencia por su característica social.

Esto que vamos a transcribir es profético por el alcance que tome. Veamos: ‘Estar poseído por el amor a la verdad y libertad, es altamente estimulante. El límite reside en la posible pérdida de la dignidad’.(2) Con este pensamiento podemos estructurar toda una interminable ponencia, sobre este preocupante tema y como vamos a escuchar o leer más adelante, los expertos sostienen que para las personas jurídicas no existe el deshonor; a menos que se trate de empresas sin fines de lucro. Observen estas máximas y el alcance espiritual que logran. Aquí separamos lo material para darle cobertura a la honra.

Pues bien, tenemos que considerar todo lo relativo al honor común o público, esa manifestación en coro de la sociedad ante el bochorno, por las malas actuaciones divulgadas y que nos afectan a todos, porque a su vez, resquebrajan ese parecer público. Nos referimos a la desazón por situaciones que nos lesionan la dignidad y de las que nos quejamos para que se corrijan, como por ejemplo, las acciones que riñen con la moral y las buenas costumbres, una situación que nos debe ofender a todos. La dignidad es una especie de mesura, decoro, decencia, recato, modestia, y podemos seguir en la enumeración de una larga lista.

La mesura es comportarse con seriedad, con una distinguida reverencia y cortesía, pero igualmente con moderación. Esta actitud de decencia se identifica con el orden y aseo personal como una persona de buena calidad. El recato es esta compostura reseñada, que distingue a las personas de bien.

En este libro nos encontramos con profundas reflexiones, como la de ‘renunciar al prestigio social por darle prioridad por ejemplo, al valor de la justicia y la honestidad en las transacciones comerciales’.(3) Actuar justamente es darle a cada cual lo que se le deba. En las transacciones mercantiles no se debe perder, todos deben ganar, hasta el que recibe el beneficio, que es el que carga todo el esfuerzo de las operaciones. Hay una antigua máxima que dice ‘si eres honesto contigo mismo lo serás también con los demás’.(4) Y es lo más cierto, porque la medida con que nos valoramos como hombres de bien, es la misma receta que debemos promulgar para los demás.

Es importante hablar de este tema que descompone a menudo el estadio de ánimo de los congéneres frente a la vida diaria, las cual está preñada de insatisfacciones y promiscua en comportamientos aparentes o simplemente, los ataques con imposturas y falacias tenientes a menospreciar a los contrarios con patrañas. ¿No les parece que hablamos de algo o de alguien?

Sobre el bien común de la sociedad, está remarcado el patrimonio espiritual en el que se destaca el orden público; la eficiencia y honestidad de las instituciones; la moralidad pública; el nivel cultural y de conocimientos.(5) Es un conjunto de aptitudes que se entrelazan para graduar ese respeto entre todos y la prevalencia del honor de sobremanera. Aquí está ese rejuego social que debe tender al equilibrio, a la paz social, al respeto al honor.

Como lo vamos a repetir hasta el cansancio, que por lo general en la Ley, pletórica o más bien plagada de retóricas, abundan las enunciaciones sobre la importancia en preservar este principio convertido en un derecho personalísimo e inalienable del ser humano, reconocido desde las épocas tempranas, pero vapuleado en las historia en ese mar de inconsistencias, con la que se maneja la Humanidad, en busca siempre de una regulación universal, que de ninguna manera se aplica por igual, lo que significa, que para muchas personas su reclamo es inocuo, pero para otras, es el acomodo particular.

La honra puede ser determinada en primera instancia de una forma privada y luego extendida al resto de la familia, y como una calidad humana, se proyecta como la estimación propia de la dignidad, pero igualmente, es el reconocimiento que los demás hacen de una persona por sus virtudes o méritos.

*ABOGADO Y DOCENTE UNIVERSITARIO.

CHERRERA255@HOTMAIL.COM

(1) DUKE YEPES, HERNANDO. OBRA CONSULTADA. PÁGINA 34.

(2) ONETTO, FERNANDO. CON LOS VALORES, ¿QUIÉN SE ANIMA? EDITORIAL BONUM. ARGENTINA 1998. PÁGINA 11.

(3)ONETTO, FERNANDO. OBRA CONSULTADA, PÁGINA 107.

(4) EARLE VANA. ‘SOBRE HONESTIDAD’. EDITORIAL PROMEXA. MÉXICO 1994. PÁGINA 31.

(5) LORDA JUAN LUIS, OBRA CITADA. PÁGINA 189.

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