• 14/09/2010 02:00

De ideologías y nuevas generaciones

Yo recuerdo cómo mis abuelas parecían no entenderme. Para ellas nosotros éramos muy diferentes en nuestro comportamiento y visión a las ...

Yo recuerdo cómo mis abuelas parecían no entenderme. Para ellas nosotros éramos muy diferentes en nuestro comportamiento y visión a las de ellas: Aunque los tiempos habían cambiado, para ellas las cosas eran iguales, solo que nosotros éramos distintos. Hoy, el abuelo soy yo, y curiosamente me está pasando lo mismo. Siento que todo lo que ocurre es similar a lo que vivimos nosotros, pero las nuevas generaciones son distintas a la nuestra y tienen una misión y visión del mundo muy diferentes.

El fenómeno lo veo muy claro en la política. Siempre han existido partidos políticos, militantes y luchas por el poder. Pero en mi época los partidos tenían una ideología, un proyecto de cambio de estructuras y país, un concepto claro de valores con los que pretendían gobernar. Desde la filosofía política de un partido Conservador, un Liberalismo o el nacionalismo de Acción Comunal, el socialismo del Partido del Pueblo y la defensa del capitalismo y la empresa de un Republicano o la Coalición Patriótica Nacional. Luego vinieron las nuevas corrientes, como la Democracia Cristiana, la Internacional Socialista, la Social Democracia.

Hoy, a los jóvenes y nuevos políticos les importa poco la ideología. Ven a todos los partidos iguales, solo diferencian a los dirigentes. Atrás quedaron los idealistas de ayer, los que no les interesaba el dinero ni riquezas, solo los ideales por los que luchaban. Movimientos hermosos por principios, como la lucha inquilinaria, el rechazo a los Filós Hines, la siembra de banderas, la marcha de hambre de Colón, etc. Hoy, cierres y manifestaciones son por aumento de salarios, para trabajar menos y cobrar más. Los electores piden más seguridad, bajar el costo de vida, empleos, mejor transporte, pero los partidos políticos no sacan jamás un comunicado ni se suman a las causas populares. Solo el partido de gobierno atiende los temas, tratando de justificar la falta de solución o bien con promesas adicionales a las de campaña. Los opositores están muy ocupados o bien reorganizando sus cuadros o en abierta campaña para ser candidatos.

Parece ser que en esta generación es más importante el correr y llegar que el denunciar o apoyar causas. ¿Y por qué será? Quizás es porque se dejó de ser idealista y ahora se da especial valor a llegar al poder para enriquecerse, no para hacer o liderar un movimiento social ni de cambios. Han descubierto el lado del negocio de la política y el poder. Ha habido muchos candidatos a presidentes clase media, pero todos los ex presidentes son ricos. Y al hacerse rico el presidente, con él se han hecho ricos sus amigos íntimos.

La tragedia de nuestros países es que murió el idealismo. Ya no hay espacio para lograr fuerza de un partido solo por ser liberal, social demócrata ni siquiera comunista. La fuerza la logra el que proyecte capacidad de triunfar electoralmente, inclusive los electos de partidos que quedan en oposición son fáciles de convencer de que salten al poder, si creen que el partido en el poder repetirá. Atrás quedaron los Justo Arosemena, los Belisario Porras, los Omar Torrijos, los Francisco Arias Paredes, Eusebio A. Morales, Arnulfo Arias Madrid. Son recuerdos de un pasado donde los principios y valores morales tenían importancia.

El dinero, la riqueza, reemplazo sus ideales. Pero la tragedia de estos cambios va más allá de la política, alcanza la religión. Al abordar el materialismo, te alejas de lo espiritual. Los nuevos jóvenes no asisten mucho a los cultos religiosos, su interés está en lo mundano, las apariencias, preocupados por ‘el qué dirán’ y ‘cómo me veo’, más que por el ‘cómo estoy con Dios’. Lejos de Dios, se alejan así mismo del hombre. El problema del prójimo no es el suyo, ‘si yo estoy bien, todos deben estar bien’.

Me preocupa para dónde vamos, a dónde llegaremos en una sociedad que le da la espalda a la verdad, a la justicia, a los valores. Lo importante es hacer dinero, no importa cómo y solo admiramos a ricos y famosos, al margen de su inmoralidad o deshonestidad. Quizás mis abuelas vieron venir esto con los cambios de nuestra generación, ciertamente hoy les diría que estaban equivocadas, espero que mis nietos, algún día, me puedan decir igualmente, si logran una mejor sociedad con su nuevo estilo. Me dolería saber, muerto yo, que no me equivoqué, y lo vi venir.

*INGENIERO INDUSTRIAL Y ANALISTA POLÍTICO.

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