• 12/05/2014 02:00

El rector en su encrucijada

Lo que aquí escribo es una opinión, de la que estoy plenamente convencido, por lo que podríamos decir que tiene carácter de axioma

Lo que aquí escribo es una opinión, de la que estoy plenamente convencido, por lo que podríamos decir que tiene carácter de axioma, o sea, de esas verdades de las que parte la ciencia, que aunque no se puedan demostrar, se aceptan como ciertas; así como uno sabe que lo están engañando, aunque uno no lo pueda probar, uno sabe que es mentira. Un ejemplo de lo que hoy llamamos embustero, es el gallofo: ‘un peregrino trashumante... un peregrino que convertía la peregrinación en modo de vivir y triunfar; un peregrino que no buscaba el santo sepulcro, sino a sí propio, y por dicha suya siempre se encontraba en la largueza del vulgo crédulo’ (Roque Barcia. Sinónimos Castellanos). Esta es la ruta-destino que se ha labrado el señor rector.

Veamos esto.

Empezamos por aclarar primero, que ‘la corrupción tiene muchas caras y no es generalmente un acto aislado, sino más bien un sistema de comportamiento, una especie de cadena comunicacional en negativo. El agente desencadenante es el grupo o persona que tiene poder económico y político’ (R. Leis, Retrato Escrito de la Corrupción).

Si echamos un vistazo a la trayectoria del rector GGDP, veremos cómo conquistó este sistema de comportamiento, ‘iniciándose’ desde los años 70 con los militares cuando fue vicerrector académico; después llega a ser ministro de Educación, gerente de la Zona Libre de Colón, embajador, gerente de la Lotería y regresa a la UP, donde concluye su último peregrinaje.

Todos éstos ‘éxitos’ los alcanza por la vía de sus amarres, empalmes, encadenamientos, ligaduras, que establece con gestores de la corrupción.

Con la Ley 6 de la UP se crea uno de los precedentes más funestos de nuestra Universidad, con la que lograron cercenar el derecho universal del voto, ponderándolo, y devastando así la realización de la naturaleza social del hombre, el DERECHO.

Con la Ley 6, GGDP llega a decano de la Facultad de Humanidades y de allí a la Rectoría, en la que lleva alrededor de 19 años. Ahora, después de toda esa maraña de pútridos creada, se ve en la necesidad de salir por la puerta ancha para ocultar todo el daño que le ha infringido a toda nuestra nación.

GGDP no tiene la mínima conciencia del trascendental perjuicio que le ha ocasionado a nuestra nación y a toda una generación; así como tampoco tiene la mínima conciencia de que al instituir todo ese enrejado de corrupción, esculpió su propia tumba.

Con las elecciones presidenciales nuestro pueblo nos ha dado una gran lección, decidió cambiar el rumbo; ahora nos toca a los universitarios hacer lo propio.

Más, no crea señor rector, que, porque cuenta con todo ese gran andamiaje de corruptela del cual forma parte, usted saldrá por la puerta ancha. No, eso no sucederá, pues la historia, más temprano que tarde desenmascara siempre a los gallofos.

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