• 25/05/2014 02:00

La identidad de menores en la prensa

El caso de los niños que fueron entregados equivocadamente a otros padres, ha motivado un conjunto de conjeturas en la población

El caso de los niños que fueron entregados equivocadamente a otros padres, ha motivado un conjunto de conjeturas en la población sobre la seguridad y el manejo que los centros hospitalarios tienen en torno a los recién nacidos. Es un caso fortuito, pero tan delicado y extraño, que los medios de comunicación social lo llevaron a sus espacios principales y obligó a centrar la agenda en la búsqueda de la familia concernida.

Desde un primer momento cuando se produjo la situación y los exámenes de los familiares de uno de los menores pudieron demostrar que el infante que estaban criando no era biológicamente su vástago, los periodistas acompañaron el proceso y en todo el país surgió la duda sobre el tipo de atención que reciben los pacientes en ese sector de la medicina.

Los comunicadores se adentraron tanto en el asunto, que convirtieron las circunstancias que rodeaban el trauma que sufrían las familias envueltas en un acontecimiento mediático, para dejar solo pendiente la identidad de los bebés que habían sido intercambiados por error. En una de las entrevistas que se hizo a la madre de uno de ellos, se llegó a preguntar sobre el nombre del pequeño.

Aquí hubo una falta grave, pues en todo momento la información de este caso, debe guardar el anonimato de los menores involucrados por razones psicosociales, pero también por causas legales y familiares. En la Declaración de los Derechos del Niño se precisa en los primeros artículos la necesidad de preservar el nombre de ellos cuando sean sujetos de un hecho que se tramita en los tribunales o relacionado con delitos.

Es un derecho elemental, pero que con frecuencia es vulnerado por los medios de comunicación locales, que no solo presentan a los involucrados menores, sino que hacen público el rostro y diferentes detalles; olvidan la obligación de guardar su identificación y evitar el trauma que podría representar para ellos y su familia en el futuro, el conocimiento de sus características.

Este es un tema que ha sido debatido en forma indebida en el país. Pese a estar consignado como ya lo hemos mencionado en convenciones de las Naciones Unidas, muchos medios de comunicación parecen no haberse enterado de la obligación de preservar la seguridad de los afectados.

Cuando en Panamá se discutía el Código de la Familia al comienzo en los años 90, el proyecto llegó a la Asamblea de Diputados y como en ese colectivo participaban varios dueños de medios y comentaristas, se logró atrasar la discusión y se obligó a eliminar todos los artículos que consignaban el espíritu de la Convención de Naciones Unidas sobre el tratamiento que debía dar la comunicación mediática a los temas de niñez y familia.

Al aprobarse el texto final del mencionado documento normativo se quitaron más de diez artículos relacionados; uno de ellos, en cuanto a la preservación de la identidad de los menores en la información que se refiere a ellos. Por lo general, el engranaje noticioso, ha olvidado este derecho que tiene la infancia a que no se divulguen sus datos personales en este tipo de casos.

Pero al parecer, el morbo y los intereses económicos parecen tener más poder. Cada vez que un chico es motivo de mención por alguna circunstancia o suceso, los reporteros buscan su foto; incluso hasta en las situaciones más graves y mencionan sus nombres y otros datos, pese a que la ley los protege. Esta condición puede en el futuro afectar a esas personas relacionadas y sobre todo a quienes más requieren el anonimato.

Es necesario apelar a la cordura y ética periodística para promover una actitud responsable de los engranajes informativos y puedan desarrollan su labor, sin poner en evidencia la identidad de niños y adolescentes; no importa el tipo de hechos que envuelvan la realidad de ellos y de sus familias, pues los hacen vulnerables y los marcan negativamente para el resto de sus vidas.

PERIODISTA

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