• 09/06/2014 02:00

¿Es peligroso defender la ley natural?

Entre las muchas críticas que se lanzan contra la Iglesia Católica, una se fija en la idea de ley natural

Entre las muchas críticas que se lanzan contra la Iglesia Católica, una se fija en la idea de ley natural. Según esa crítica, los católicos, al hablar de ley natural, se colocan en una posición peligrosa, pues defienden que hay verdades éticas que valen para todos.

¿Por qué sería peligroso defender eso? Porque entonces el mundo se dividiría entre dos grupos: quienes tienen la razón y quienes se equivocan, quienes defienden la ley natural y quienes la niegan, la rechazan o la ignoran.

Esta crítica impresiona a muchos, pero olvida aspectos muy importantes de la reflexión ética y de la justicia social. Podemos fijarnos en tres.

El primero es que las nociones de bien y de mal no pueden quedar encerradas en el ámbito de lo subjetivo, cultural, contingente, histórico. Hay quienes piensan que las ideas éticas valen solo cuando un grupo las defiende, por mayorías o de otras maneras. Sin embargo, basta con mirar el pasado y el presente para reconocer que no es suficiente contar con la determinación de un grupo o de los poderosos para que algo se convierta en bueno o malo, pues de lo contrario se llegaría a admitir que las leyes que permiten marginar a la gente por su raza o matar a los que pertenecen a una clase social serían justas, mientras sean adoptadas por un Estado...

El segundo aspecto es que la verdadera defensa de una ley natural no va contra la justicia ni los sanos principios éticos, sino que precisamente los defiende. La famosa idea del respeto a la vida de los inocentes necesita ser sostenida por un razonamiento fuerte y válido, y eso es precisamente lo que buscan los defensores de la idea de la ley natural.

El tercer aspecto nace de una constatación: muchos enemigos de la ley natural que dicen ser tolerantes defienden luego leyes y comportamientos que van contra derechos humanos fundamentales. Basta con mirar a nuestro alrededor y descubrir a representantes de la así llamada ‘ética laica’, para encontrar entre ellos a numerosos defensores de la legalización o la despenalización del aborto.

En otras palabras, una de las grandes paradojas entre quienes critican la ley natural consiste en verla como una imposición contra los derechos de otros, cuando luego aceptan e incluso defienden como ‘derecho’ la imposición que permite que unos seres humanos (adultos) eliminen a otros seres humanos (los hijos antes de nacer). ¿Dónde está la imposición, incluso la violencia?

Defender la ley natural no es peligroso, siempre que se haga dentro de algunos principios fundamentales que son propios de esa misma ley natural. Cuando se trabaja según un sano uso de la razón y en actitudes de diálogo, entonces será posible reconocer que esa idea, defendida por los católicos y por otras personas de diferentes culturas y épocas históricas, resulta necesaria para construir un mundo más fraterno, más inclusivo, más respetuoso de todos, especialmente de los débiles, los pobres y los más necesitados de ayuda.

SACERDOTE

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