• 15/06/2014 02:00

Brasil: retos enfrentados

‘Esta fiebre, que paralizará al mundo, hará que los panameños nos olvidemos un rato de los goles que el gobierno saliente continua colándonos’.

‘En Fútbol, solo juegan los de adentro’.

Horas enteras de transmisiones en grandes pantallas de televisión en alta definición, diseminadas por el mundo, permitirán que la señal llegue a incontables espectadores y podamos seguir, en vivo y en directo, el Mundial de Fútbol; una Copa que se desarrollará en medio de un país convulsionado en protestas sociales, que terminaron en saqueos y actos vandálicos. Esta Copa no va a poder desligarse del enrarecido clima de protesta social que envuelve al Brasil; un descontento justificado, por la incapacidad del Estado de ejecutar políticas públicas que reclama la población y en su defecto, desvío de multimillonarios gastos del gobierno brasileño en lujosos estadios construidos, con tufo de coimas y sobreprecios.

Esta fiebre, que paralizará al mundo, hará que los panameños nos olvidemos un rato de los goles que el gobierno saliente continua colándonos. Las conversaciones girarán, por fortuna, en torno a los goles mundialistas; ya los personajes no serán el tránsfuga de Afú, ni Mariela Vega, ahora la gente quiere saber sobre leyendas, como Messi, Ronaldo y Neymar, estos grandes goleadores y malabaristas del balón.

Se ha abierto un paréntesis necesario para el país, después de momentos de tanta zozobra política. Esperemos que este Mundial, donde el público literalmente ha corrido a las taquillas, se desarrolle en normalidad, a pesar de estos incipientes conflictos y la pelota ruede al ritmo de samba y elegancia.

Seguro presenciaremos repeticiones de jugadas impresionantes, gambetas y chilenas, entre tribunas repletas, choques inolvidables entre futbolistas de renombre, apasionadas hazañas y nuevas revelaciones y expulsiones cuestionadas en este deporte tan aplaudido y popular.

Brasil, tierra de campeones, país anfitrión de esta Copa, cuyo equipo, ‘La Canharina’, juega en casa después de 64 años, lucirá la camiseta ‘verdeamarela’; con monumentos como el Maracaná en Río de Janeiro y otros ubicados en exóticas ciudades, como Recife; en un clima tropical y colorido que se generará, para alentar al equipo local, que intentará llevarse el trofeo y levantar la Copa creada por el padre del Mundial, Jules Rimet, quien encargó al escultor francés Abel Lafleur, esculpirla con oro puro y montarla en piedras semipreciosas, con la figura de la diosa griega de la victoria: Niké.

Que los astros se alinien, en este país de Makumba y Candomblé y ahuyenten los malos presagios y así no se repita otra noche, como ‘la más triste de Río’, ocurrida con el humillante ‘Maracanazo’; esa fatídica fecha del 16 de julio de 1950, en un histórico final del campeonato entre Brasil vs Uruguay, que terminó con un marcador de 2-1 a favor de la garra charrúa; que ante 200,000 personas, el héroe, Ghiggia, logró a los 79 minutos, el segundo tanto enmudeciendo el estadio, lleno de lágrimas que caían al piso. Un duelo que enlutó al Brasil, dejando registrado en la historia un saldo de 100 suicidios en todo el país y más de 170 infartados.

Si estos señores, ‘los indignados’, continúan con sus protestas, bautizadas en Brasil como ‘¡COPA SEM POVO: TÔ NA RUA DE NOVO!’ = ‘¡MUNDIAL SIN EL PUEBLO: ESTOY EN LA CALLE DE NUEVO!’, es una clara advertencia de que podrían poner en aprietos la dudosa gestión de doña Dilma Rousseff, desluciendo el evento, para desgracia de todos nosotros, meros espectadores. Roguemos al ‘Cristo del Corcovado’ que ese fervor y tradición futbolística brasilera nos permita presenciar, sin sobresaltos, este grandioso espectáculo. Suficiente pesar nos ha causado a la afición, las ausencias de Falcao, Reus, Tévez y Ribéry, —que en el campo lo hacen todo con destreza pasmosa—, para que encima termine en un desenlace inesperado de protestas, en vez de una fiesta maravillosa, de demostración de fútbol; una auténtica figura de titanes en donde se enfrentan la picardía y habilidad de nuestra raza latina, el juego europeo de estrategas consumados y la velocidad y resistencia de naciones futboleras del África subsahariana.

Recuerden, fervorosos hinchas, que no siempre el favorito es el que levanta la Copa y que el día de la gran final, no se inquiete, el partido se decide hasta el minuto 90. Solo entonces, el mundo se rendirá a los pies de la escuadra que despliegue el fútbol más virtuoso y efectivo de la Copa; a el equipo de más empuje y audacia y así acaparar la fervorosa adhesión universal de todos los públicos.

ABOGADO

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