• 03/07/2014 02:00

Igualdad en el siglo 21 (II)

La interpretación de la igualdad se centra en la necesidad de que los parlamentos actúen con justicia cuando crean distinciones inevitables

La interpretación de la igualdad se centra en la necesidad de que los parlamentos actúen con justicia cuando crean distinciones inevitables en leyes y políticas.

Esta interpretación de la igualdad formal o jurídica es, naturalmente, vital y seguirá formando la base de cualquier comprensión de la igualdad. Sin embargo, no es lo bastante sensible a las necesidades concretas de los que de hecho son ‘diferentes’ o no se encuentran en la misma situación.

Por otro lado, insistir en una igualdad estricta entre las personas con discapacidades y otras personas sería pasar por alto las diferencias reales. Una ley antidiscriminatoria formal, por ejemplo, puede prohibir la discriminación de los discapacitados, pero no ir más allá del principio de la ‘igualdad como neutralidad’, para dar el paso fundamental de exigir un ‘acomodo razonable’ de la diferencia que supone la discapacidad.

Este tipo de ‘igualdad’ está claramente vacío. Concede beneficios ilusorios y genera escepticismo en relación con la ley. Aunque el esfuerzo por dar cabida a las diferencias reales dentro de una teoría de la igualdad, puede dar lugar a paradojas y plantear su propio conjunto de problemas, parece necesario para dar significado a la igualdad y generar un cambio real.

Po ejemplo, en los determinantes sociales de la salud, que son las circunstancias en que las personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen, incluido el sistema de salud, estas circunstancias son el resultado de la distribución del dinero, el poder y los recursos a nivel mundial, nacional y local, que depende a su vez de las políticas adoptadas.

Los determinantes sociales de la salud explican la mayor parte de las inequidades sanitarias, esto es, de las diferencias injustas y evitables observadas en y entre los países en lo que respecta a la situación sanitaria.

La igualdad de oportunidades en el siglo 21 supone hacer frente a la exclusión estructural en esferas como los transportes, los equipamientos públicos, los servicios públicos y las comunicaciones.

No cabe concebir un cambio verdadero, al menos que los procesos sociales y económicos de la sociedad civil se estructuren de forma más integradora y se abran a las personas con discapacidad sobre una base de auténtica igualdad.

Esos cambios necesariamente llevan su tiempo, pero lo principal es iniciar un proceso irreversible de cambio estructural con objetivos y calendarios claros y lo más importante es sacar la política de las acciones que como país debemos fomentar.

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