• 05/07/2014 02:00

De seudosátrapas a alcantarillas y cuevas

‘¿Por qué será que los gobernantes una vez sentados en el solio presidencial se transforman, torciendo la justicia y haciendo lo malo 

Con la intempestiva y exacerbada juramentación al Parlacen del ciudadano centroamericano y veragüense-panameño, segundo ex hombre fuerte de Panamá, a pocas horas de concluido su mandato, queda al descubierto una clara tendencia de todo tirano que hace lo malo delante de Dios y su pueblo, olvidándose del lamento de Miqueas, un profeta del Antiguo Testamento, que dice lo siguiente (Miqueas 7:2-4 en la versión NVI): ‘La gente piadosa ha sido eliminada del país, ¡ya no hay gente honrada en este mundo! Todos tratan de matar a alguien, y unos a otros se tienden redes. Nadie les gana en cuanto a hacer lo malo; funcionarios y jueces exigen soborno. Los magnates no hacen más que pedir, y todos complacen su codicia. El mejor de ellos es más enmarañado que una zarza; el más recto, más torcido que un espino. Pero ya viene el día de su confusión, ¡ya se acerca el día de tu castigo anunciado por tus centinelas!’.

Huyendo hacia la cueva de ladrones, como él mismo la bautizó, nuestro expresidente hizo lo que suele hacer todo dictador cuando colapsan sus sucios imperios mal edificados. Con la llamada ‘Just Cause’ de diciembre de 1989, Manuel Antonio Noriega, aquél que desafió al poderoso del Norte blandiendo un machete en un estrado, corrió despavorido a refugiarse en una alcantarilla, luego se camufló de monja para posteriormente asirse de la sotana del Nuncio Laboa. De allí lo sacaron y hoy sigue encerrado en El Renacer, esperando la compañía del nuevo inquilino del Parlacen.

Sadam Hussein imitó a Noriega, pero igual que el primero, de las alcantarillas fue sacado, disfrazado de orate, así como terminó sus días el otro malvado gobernante y rey, también iraquí, Nabucodonosor. Hussein fue colgado, en medio de un desgarrador llanto, en la propia horca que construyó para aniquilar a sus adversarios.

Otro dictador convertido en la mayor amenaza occidental, que mató, robó, violó, conculcó todo derecho y arrasó con familias enteras, Muamar Qaddafi, cuando los rebeldes libios sitiaron Trípoli, asestando el último golpe de gracia al asqueroso imperio musulmán, corrió a esconderse en otra alcantarilla, de donde fue arrancado y traspasado por la rama de un árbol desde su área anal, hasta su boca.

¿Por qué será que los gobernantes una vez sentados en el solio presidencial se transforman, torciendo la justicia y haciendo lo malo delante de Dios? ¿Acaso Dios es sordo, ciego y mudo? ¿Será que la silla los marea o la ostentosa comida que digieren con los recursos del pueblo los eleva al punto de exterminarle el sentido común? O ¿acaso desconocen las sabias enseñanzas que Pablo impartió a su discípulo Timoteo, en I Timoteo 6:9-10?

Pablo le dijo a un verdadero hijo en la Fe, Timoteo, lo siguiente:

‘Los que quieren enriquecerse caen en la tentación y se vuelven esclavos de sus muchos deseos. Estos afanes insensatos y dañinos hunden a la gente en la ruina y en la destrucción. Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores’.

Oro al Dios Todopoderoso pidiendo que ilumine a SE el mandatario Juan Carlos Varela, para que nada de lo anterior ocurra con él. Señor presidente, usted es el último recurso que le queda a este pueblo para volver a confiar en los políticos. No nos defraude.

Venezuela antes de Chávez inhalaba más o menos los mismos aires que estamos respirando los panameños. Hoy, todo está contaminado y ya casi ni pueden respirar nuestros hermanos sureños.

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