• 02/09/2014 02:00

Accesibilidad universal, una gestión administrativa de todos

Al recorrer nuestras calles, aceras, parques y edificios, visualizamos por todas partes obstáculos difíciles y hasta imposibles de salvar

Cuando en 1948, la Organización de las Naciones Unidas, promulgó la Declaración de los Derechos Humanos, en donde todos los seres humanos, sin importar raza, creencias religiosas, condiciones físicas, dejó muy claro los derechos que tenemos todos a ser tratados de igual manera, y poder realizar con libertad las actividades necesarias y comunes como personas, sin tomar en cuenta la especifidad que cada uno pueda tener.

Sin embargo, esta situación no ha sido muy clara en los últimos años, pues fue necesaria la creación de leyes, decretos y normativas para lograr ciudades accesibles, dentro de entornos agresivos que limitan actividades básicas, laborales, de salud, recreativas y de desplazamiento.

Pero aún estamos lejos de lograr cumplir a cabalidad todas las disposiciones correspondientes. Es necesario realizar gestiones de sensibilización de los problemas, identificar de manera cualitativa y cuantitativa las necesidades de las personas con discapacidad, comunicar los avances en cuanto a desarrollo personal y profesional de estas personas, y divulgar las normas y condiciones espaciales necesarias para lograr edificios y espacios públicos accesibles, cuando debemos entender que nuestras ciudades deben ser disfrutadas por todo tipo de personas sin importar la discapacidad que tienen, y tomar en cuenta y exaltar el interés y la voluntad de querer sobrepasar sus limitaciones y prepararse para ser mejores seres humanos y mejores profesionales.

Al recorrer nuestras calles, aceras, parques y edificios, visualizamos por todas partes obstáculos difíciles y hasta imposibles de salvar, pensando de manera egoísta que quizás las ciudades son solo diseñadas para personas sin ningún tipo de discapacidad. Pero la realidad no es ésta, existen actualmente muchas personas con discapacidad que buscan sobrellevar su situación física, y buscan con insistencia estudiar, independizarse, aportar sus intelectos al desarrollo de nuestra sociedad, en nuestro país.

Pero ¿los inversionistas conocen la importancia de integrar estas personas a nuestras actividades? ¿Podemos ayudar en la inclusión social a estas personas que tienen la fuerte voluntad de desarrollar sus actividades? Como miembros de una sociedad, ¿estamos dispuestos a aportar nuestros conocimientos y orientaciones para contribuir a la desaparición de barreras, sicológicas, culturales, arquitectónicas y urbanísticas?

Apoyémonos en la Ley 42 del 27 de agosto de 1999, por la cual se establece la equiparación de oportunidades para las personas con discapacidad.

¿En poder de quién recae la gestión administrativa para que se cumplan todas las normativas, decretos, leyes que ya existen de manera nacional e internacionalmente para incluir en nuestras sociedades a todos aquellos seres humanos que son discriminados por ser personas con discapacidad.

Las respuestas pueden ser sencillas y complejas a la vez.

Podemos iniciar con nosotros mismos, en pensar si tenemos familiares o amigos con limitaciones, quienes pudieran visitar nuestras casas, pensar si conocemos personas con limitaciones que desean estudiar y capacitarse para un futuro mejor, si nosotros mismos cuidamos y velamos porque puedan cumplir sus metas, si nosotros cumplimos con los espacios de accesos necesarios para que las personas con discapacidad puedan realizar sus actividades.

Afortunadamente, cada día existe mayor información para el manejo de las personas con discapacidad, pero esperamos que cada día también se vayan sumando más personas con deseos de contribuir para eliminar las barreras y discriminaciones culturales y sociales que estas personas con discapacidad sufren en un entorno que no les da la oportunidad de ejercer sus deberes y disfrutar de sus derechos. Es un asunto de todos.

*EL AUTOR ES ARQUITECTO, CATEDRÁTICO UNIVERSITARIO Y ESTUDIANTE DE MAESTRÍA EN ACCESIBILIDAD UNIVERSAL.

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