• 29/10/2014 01:00

Crisol de escándalos

El Gobierno martinelliano apostó a las obras materiales, pensando tal vez que era lo suficiente para continuar

Nunca antes en la historia de la República Gobierno alguno ha dejado una larga estela de malas realizaciones como el que acaba de terminar. Impensable que la lista pareciera interminable, y a ratos obliga a pensar que pudiera tratarse de motivaciones políticas que promueven acciones para dejar maltrecha la imagen del Gobierno martinelliano. Pero, cuando emergen situaciones que evidencian una malograda gestión gubernamental, no cabe duda de que fue pésima la gestión.

El problema está en que los gobiernos de corte empresarial manejan su propia lógica muy alejada de la de las mayorías que terminan afectadas, cumpliendo con un ciclo que pareciera nunca acabar. Cuando aparecen irregulares partidas de dinero destinadas a los diputados manejadas desde juntas comunales, no queda un ápice de incertidumbre sobre que la corrupción tiene una existencia permanente y que es respaldada por los poderes políticos con toda la flagrancia del caso y la desfachatez en un país donde no pasa nada cuando de algunos se trata.

Si a esta situación se le unen sobrecostos de obras de infraestructuras, los casos de Ampyme, del Ministerio de Trabajo, de las mochilas escolares, de becas usadas con fines políticos, de Financial Pacific, Juan Hombrón, Mides, Lotería y PAN, entre muchísimos escándalos, queda claro que la corrupción llegó para quedarse. No es posible que una administración gubernamental purulenta hasta más no poder hubiera pensado en salir airosa en las elecciones presidenciales. Definitivamente que el corte dado a esa jornada de corrupción, bien establecida por el Gobierno pasado, fue una valiosa decisión de los electores. El país está atónito, sobre todo quienes afincaron sus esperanzas en un partido y en sus gobernantes. De arriba a abajo, no hubo dirección clara.

El Gobierno martinelliano apostó a las obras materiales, pensando tal vez que era lo suficiente para continuar. Lo que hoy aflora en la superficie, es decir el crisol de escándalos, es apenas lo visible de un mar de fondo tenebroso. Jugaron con la fe y la buena voluntad de quienes pensaron al oficialismo que acaba de terminar como una real opción. El desencanto ha sido mayúsculo. La vuelta al poder será tarea dura. Deberán ensayar lo impensable, porque la descalificación está presente. Hicieron un gobierno con su élite económica, crearon ensueños y su propia razón de ser. El crisol de escándalos, es la caracterización del Gobierno pasado. No hay momento en que no aparezca una situación irregular, que ya pareciera común.

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