• 31/03/2015 02:01

Entonces y ahora

Carles y Cruz, eran las figuras claves para perseguir la corrupción denunciada en el proceso militar. Ambos actuaron con firmeza y velocidad

Con la caída del Gobierno revolucionario en 1990, Panamá entraba en una nueva era, se habló de respetar las instituciones, volver a la democracia, reiniciar un sistema de justicia y adecentamiento de la cosa pública. Se convocó para marzo la Asamblea electa en mayo 89 y se designó una totalmente nueva Corte Suprema de Justicia, bautizada como de lujo. El Ministerio Público fue puesto en manos de Rogelio Cruz y la Contraloría General de la República, en manos de Rubén Darío Carles.

Carles y Cruz, eran las figuras claves para perseguir la corrupción denunciada en el proceso militar. Ambos actuaron con firmeza y velocidad. Cruz le abrió expedientes a todos los que fueron arrestados por los norteamericanos y trasladados a cárceles panameñas, mientras que ordenaba cautelación de cuentas a más de 32 000 ciudadanos. Por su parte, Carles inició una revisión de todos los contratos de alquiler de oficinas y dependencias del Estado, bajo el supuesto de que todos pagaban una coima al funcionario que se los consiguió. Igualmente, rápidamente designó a los miembros de la DIRECCIÓN DE RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL, (DRP) que recibieron las cuentas ya cauteladas. En resumen, nadie del proceso tuvo oportunidad de sacar su dinero, transferirlo ni esconderlo.

Se cautelaron más de 300 millones de dólares, hasta donde yo recuerdo, que debieron revertir al Estado, pero, como somos como somos, pronto apareció el Club la Llave, grupo de abogados hoy honorables, que te resolvían la cautelación por 20 a 25 % de lo cautelado. La corrupción había permeado ya al nuevo Gobierno y los afectados empezaron a liberar sus cuentas.

2014, 25 años después, pareciera que no hubiésemos aprendido nada del pasado. Nueve meses después del cambio de Gobierno, la percepción es que lo estamos haciendo mejor que en 1990, pero la realidad es otra. La opinión pública sigue ávida las denuncias a exfuncionarios, ya hay detenidas más de 30 personas entre funcionarios y empresarios, pero, no hay información a cuanto se ha podido ya cautelar en un mundo donde se dice que se robaron más de 2000 millones de dólares. Además, todo indica que han dejado transcurrir demasiado tiempo para poder ubicar ahora en nuestro sistema bancario mucho de lo robado.

Para el panameño sería preferible que los dineros vuelvan al Estado, a que el que se los robó esté preso y al salir disfrute de millones robados. Tomemos el caso Moncada. Terminó con un sinsabor generalizado, para unos cinco años no es nada; para otros, el no tomarle el dinero, fue el fracaso del juicio. Hoy, la cárcel de Garuz, Ferrufino, Guardia Vega y Pérez no ha saciado la ansia de justicia del pueblo, para muchos todo termina si logran arrestar a Martinelli, mientras otros desean ver a, por lo menos, cinco funcionarios más en cárcel.

Si tenemos que aprender del pasado, por años durante el periodo de Torrijos las acusaciones sobraban sobre corrupción, desaparecidos, falta de derechos humanos, etc., pero el tiempo luego fue borrando todo frente a lo que quedaba, las obras hechas y por encima de ellas la conquista del Canal y la soberanía total. Lo que al final ocurrió, que lo malo todo quedó en las espaldas del PRD, partido al que se le achaca la corrupción, aun cuando no existió durante la era Torrijos, mientras el líder de la revolución no carga culpa alguna histórica. Curiosamente Arnulfo Arias, otro líder histórico, carga con los errores y desaciertos de su era, pero no así el partido Arnulfista, hoy Panameñista.

Martinelli aún no ha sido juzgado por la historia. Puede ser que la historia culpe a su partido y vea en él las obras, como puede ser él quien cargue con el pecado de la corrupción de su gestión, compartiéndolo o no con el CD. Dependerá de cómo tanto él como el partido muevan sus fichas. Si CD cambia sus cuadros directivos y los refresca, la corrupción exagerada juzgada quedará sobre quienes sean condenados y el CD podría volver a competir sin el estigma de corruptos.

Ayer y hoy, casos similares, pero manejados diferente por el país. Ayer el resultado fue una fama de corrupto del PRD que no ha podido quitársela; hoy, todavía por definir cómo quedarán para la historia Martinelli y el CD. Sobre la mesa grandes obras, desde el Metro a complejos de hospitales, carreteras, aeropuertos, cadena de frío, etc., pero en medio de la mayor corrupción sospechada de la historia. La historia juzga con el tiempo, dependerá de muchas cosas que hagamos para finalmente ver su veredicto.

ANALISTA POLÍTICO.

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‘Ayer el resultado fue (la) fama de corrupto del PRD...; hoy, ... por definir... la historia (de) Martinelli y el CD’

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