• 14/07/2015 02:01

Estudiantes o pandilleros

‘No es cerrar un colegio de más de 2000 alumnos por 40 pandilleros disfrazados de estudiantes'

Toda mi vida de estudiante vivimos situaciones de grupos estudiantiles en las calles. Los grupos estudiantiles eran la voz de protesta del pueblo, bien fuera por el costo de vida, por necesidades de vivienda, por el derecho de precaristas o por la lucha por nuestra soberanía. Estando en el Colegio Javier, menos dados a esas manifestaciones, veíamos a los institutores como los auténticos voceros del pueblo, sus dirigentes en la AFIN y luego en la FEP justificaban el nombre de ‘glorioso nido de águilas'. Salieron en el 48 contra el Filos-Hines, salieron en el 58 en la confrontación de los universitarios con el presidente De la Guardia que resultó en el Pacto de la Colina, y cuantas veces se dieron injusticias en el Gobierno, salían los institutores.

No puedo decir que nunca hubo vandalismo, pero la regla general era que las manifestaciones se daban respetando la propiedad privada y, sobre todo, defendiendo al Instituto Nacional. Empecé a ver cambios en el siglo 21, cuando por primera vez los institutores en medio de una manifestación procedieron a destruir propiedad del colegio, tableros, bancas, computadoras, etc. No me hacía sentido que los propios estudiantes destruyeran sus instrumentos de aprendizaje y empecé a dudar del cambio que estaba presenciando de nuestra juventud escolar. No creí que esto podía escalar a más y peor, pero pasó.

Los eventos de la semana pasada, donde los institutores en una manifestación en las inmediaciones del colegio lanzan dos molotov a compañeros estudiantes y un profesor, sobrepasa cualquier expectativa que pudiese haber tenido de hasta dónde pueden llegar estos ‘estudiantes'. Para mí eso es imperdonable, es material penal, los responsables tienen que ser juzgados y cumplir cárcel, no es cuestión de expulsarlos del colegio, es expulsarlos del sistema educativo estatal y que vayan, tras cumplir sus penas, a colegios privados. No es cerrar un colegio de más de 2000 alumnos por 40 pandilleros disfrazados de estudiantes.

Pero si algo debemos aprender de la lección de la semana pasada es la obligación de la Policía antimotines de actuar más contundentemente y rápido que lo acostumbrado. Si la policía, en lugar de estar en los extremos de los hechos, actuara rápido y va arrestando a los manifestantes, no pasa a mayores. No podemos seguir con contemplaciones porque son menores, o estudiantes uniformados, son tan maleantes como los peores pandilleros.

Curiosamente estos estudiantes de hoy deberían aprender de los adultos. Esos adultos que hoy, en la sociedad civil, pelean por sus derechos en las calles, pero a estilo de antes, cerrando calles, pancartas, megáfonos. No queman carros, no destruyen propiedad privada, y los vemos lograr resultados en San Miguelito en la defensa de su estadio y parques, en comunidades luchando por agua, en casos de precaristas peleando la tierra. No usan máscaras de ‘Anonimus' ni se cubren la cara, más bien dan entrevistas a los medios defendiendo su causa.

Inclusive los miembros de la Comarca Ngäbe, en su lucha contra Barro Blanco, mantienen cerrada la vía, pero no utilizan violencia en su causa. Hoy, las generaciones que luchan por derechos y causas comunales lo hacen como debe ser, con manifestaciones pacíficas, evitando confrontaciones y violencia. Entonces, ¿qué inspira a estos estudiantes-pandilleros a los actos vandálicos que vimos la semana pasada? Podemos pensar que están siendo influenciados por corrientes extranjeras, o bien patrocinados por políticos locales que buscan subvertir el orden público. Pero, sea cual fuere el motivo, más razón para que una vez en una manifestación de esta naturaleza sean apresados por la fuerza pública y sancionados por la Ley.

Los tiempos cambian, hace 40 años hubiesen sido los estudiantes manifestándose por la falta de agua en una comunidad, o la mala condición de la escuela, o el pésimo estado de la carretera. Hoy, son adultos los que protestan y luchan por sus derechos, pero los estudiantes, que han estado bastantes distantes de los problemas nacionales en los últimos años, ahora parecen decididos a iniciar sus protestas, pero lamentablemente mal encaminados.

Mi recomendación final es que el Gobierno tenga una reunión con los estamentos de seguridad y definan la política a seguir, de mano dura, para con las manifestaciones que deriven en violencia y anarquía. Definan el protocolo de los antimotines y, sin caer en las declaraciones del ministro Mulino frente a las primeras manifestaciones de los obreros en el Gobierno pasado, sí definir la posición dura a seguir para con estos manifestantes que no son más que pandilleros, hoy destruyen propiedad privada, mañana inician saqueos.

ANALISTA POLÍTICO.

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