• 05/11/2015 01:00

Un discurso interrumpido y defendido (I)

El 2 de Noviembre de 2009, mientras pronunciaba un discurso como orador de fondo en el Mausoleo de los Soldados de la Independencia

El 2 de Noviembre de 2009, mientras pronunciaba un discurso como orador de fondo en el Mausoleo de los Soldados de la Independencia, designado por el Consejo Municipal del distrito de Panamá, el entonces vicepresidente y canciller, Juan Carlos Varela, interrumpió abruptamente mi alocución. El presidente, el ministro de Seguridad y la ministra de Educación hicieron declaraciones difamatorias y ofensivas. El 3 de Noviembre, no conformes con el irrespeto, terroristas profesionales agredieron a mi familia y violentaron tres puertas de hierro para robar mis computadoras. El canciller Varela intentó reunirse conmigo inmediatamente, pero no contesté la invitación por considerarla inoportuna. Estimo pertinente reproducir las opiniones de algunas personalidades que caracterizaron el incidente aquel Día de los Difuntos.

1. El Dr. Juan Carlos Mas, médico, analista internacional, politólogo, autor de muchos libros y secretario ejecutivo del Consejo Nacional para la Defensa de la Soberanía y la Paz, opinó: ‘Las gentes exclaman horrorizadas ‘¡No! ¡No debió decir eso! ¡Y menos en un cementerio, eso era inoportuno!'. Olvidan que dos de las piezas oratorias más elogiadas de la historia fueron discursos políticos en un cementerio: me refiero a la Oración Fúnebre de Pericles, en la cual exalta el sacrificio de los soldados atenienses caídos en defensa del concepto de democracia; además y más reciente tenemos el Discurso de Gettysburg, en el cual Abraham Lincoln, ante los caídos de la Guerra Civil, declara que ellos cayeron por la democracia, la cual definió en el acto con su célebre frase de ‘Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo'. ¿Y qué mejor testimonio de respeto a los Soldados de la Independencia, que traicionaron su voto original de lealtad al tricolor mirandino (Bandera de Colombia) para ponerse al servicio de la hipotética independencia y soberanía de una república que estaba por verse? Ellos arriesgaban ser fusilados. ¿No era justo llevar con el viento unas palabras a sus espíritus, estuviesen donde estuviesen, advirtiéndoles que la soberanía y la independencia están nuevamente en peligro? ¡Sería injusto engañar al recuerdo de esos soldados! '.

2. Ebrahim Asvat, expresidente de los diarios El Siglo y La Estrella de Panamá , expresó lo siguiente: ‘Si el discurso pronunciado el 2 de Noviembre de 2009 en el Cementerio de Amador fuera pronunciado por Roberto Eisenmann o Carlos Bolívar Pedreschi estoy seguro de que la reacción no hubiese sido tan ácida como la que produjo el canciller de la República. Leí el discurso del profesor Julio Yao. Salvo sus referencias relacionadas con la invasión de 1989 y la suerte de las dictaduras de Torrijos y Noriega, personalmente no vi nada en especial que motivara una observación negativa. Fueron las propias autoridades nacionales las que, luego de una visita a los Estados Unidos, anunciaron la instalación de bases aeronavales en distintos puntos del país. Es lógico que la suspicacia sobre los propósitos de esas instalaciones sea objeto de escrutinio por parte de la ciudadanía panameña '. ‘El profesor Julio Yao podrá ser de izquierda... pero nada de ello debe impedir que refleje su opinión personal. Todos tenemos derecho a una opinión o perspectiva de la realidad nacional y de los hechos políticos. Nada de eso constituye una falta de respeto al lugar y al momento. De ser así, es preferible que se solicite a bufones y cortesanos a que pronuncien discursos en actos públicos de relevancia. La tolerancia falló y se le faltó respeto al invitado '. ‘El 2 de Noviembre en el Cementerio Amador, las autoridades nacionales insultaron a la intelectualidad panameña. Hicieron mofa de ella y además la plomearon de epítetos descalificadores '.

3. Fernando Manfredo, Jr. El primer subadministrador panameño de la Comisión del Canal (1979-1989) opinó lo siguiente: ‘Considero que el canciller no supo, en ese momento, guardar la compostura que le impone su alto cargo. Un discurso no tiene que ser un momento de remanso o placidez idílica, aunque se pronuncie en el Campo Santo. Un discurso no tiene que ser un orden estático de resignada aceptación del pasado o del presente. Yao se situó en el presente para recordarles a los asistentes su compromiso con el pasado '. ‘He leído dos veces el discurso de Julio Yao, quien utilizó su sagrado derecho de libertad para poder informar sobre hechos que merecen explicación. No pude encontrar expresiones para humillar, para engañar; para envilecer, para herir, para confundir, para descarriar; para desalentar, para destruir '. Sigue mañana...

*ANALISTA INTERNACIONAL, EXASESOR DE POLÍTICA EXTERIOR Y ESCRITOR.

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