• 29/12/2015 01:01

Hacia mejores escuelas para estimular el aprendizaje

La escuela es el escenario principal de aprendizaje de los alumnos, y los hogares y la comunidad deben apoyarle en este propósito...

En esta época de Navidad, una noticia poco agradable han recibido miles de estudiantes de los niveles de Educación Básica General y Media, a quienes se les ha comunicado que deben realizar la rehabilitación de materias que han sido calificadas deficientemente durante el ciclo escolar 2015. Ello significa que no podrán continuar sus estudios con fluidez como estaba previsto, por las insuficiencias detectadas en los registros de calificaciones de sus maestros y profesores.

Estas deficiencias pueden tener orígenes diversos. Algunos atribuibles a la escuela o sus docentes. Otros al hogar, a los padres y madres de familia y a los propios estudiantes. Una enseñanza poco motivadora con contenidos tratados por el propio personal docente de modo difícil y complicado para estos estudiantes; poca dedicación al estudio por parte de los niños, niñas y jóvenes; y a esto se suman las dificultades para estudiar por desconocimiento de métodos y técnicas para aprender por cuenta propia y la falta de comunicación de la familia con sus hijos.

La escuela es el escenario principal de aprendizaje de los alumnos, y los hogares y la comunidad deben apoyarle en este propósito. Es esta la institución que articula las necesidades, capacidades, talentos y estrategias para alcanzar los aprendizajes fundamentales de cada grado, ciclo y nivel del sistema educativo.

Una escuela es como un equipo deportivo o como una orquesta donde todos sus miembros trabajan con entusiasmo, creatividad y esmero para lograr el objetivo común. El centro educativo es el gran entorno del cambio escolar. Se supone que el director, sus docentes, el personal administrativo, el gabinete psicopedagógico (cuando existe), las familias y las autoridades de la comunidad constituyen ese conjunto que cuando funciona de manera acoplada, puede alcanzar el rendimiento académico de los estudiantes.

Este desafío implica planificación, organización, seguimiento y evaluación de los procesos de enseñanza y aprendizaje. Es decir, al tornar la escuela en una comunidad de aprendizajes donde impera el diálogo y las interacciones humanas, se crean experiencias de aprendizaje, se integra la comunidad y aportan saberes. Su tarea va más allá de la clásica trasmisión y memorización de la información. En estas comunidades de aprendizaje disminuye el ausentismo, aumenta la autoestima y expectativas de los estudiantes, se reduce la violencia y se fomenta la colaboración entre los miembros.

Los docentes tratan con afecto a sus estudiantes, les guían y crean altas expectativas para aprender. Como diría Fullan: ‘la clave del éxito del sistema está en situar la energía de los educadores y los estudiantes como el motor central'. Esto nos debe llevar a pensar que los estudiantes y los docentes no son los obstáculos para mejorar la educación, por el contrario, representan el nervio motor.

El cambio de la educación comienza por la escuela. Se supone que un docente muy comprometido y con herramientas profesionales adecuadas puede empezar en su salón de clases. Lo puede hacer siempre que pueda trabajar creativamente con dedicación y recibir la comprensión y el apoyo necesarios.

No conozco una directriz o norma escrita que le diga al docente que en su aula no debe planificar, investigar, promover la indagación, asesorar, reunirse con padres y madres de familia para entusiasmarlos, acompañar el aprendizaje de sus alumnos, explorar nuevas e interesantes opciones para aprender, traer a otros docentes a su aula para compartir buenas prácticas. Si es un docente solo, el impacto en el cambio será poco observable, se notará menos que cuando participan varios colegas.

Pero es importante recalcar que ningún cambio o mejora de la escuela puede hacerse al margen de los educadores. Los docentes tienen que participar de este proceso de mejora de su escuela.

Aquí cuentan también otros dos actores importantes: la supervisión y la dirección de la escuela. La orientación, la asesoría, el seguimiento y la evaluación creativa y continua de los docentes por parte de los supervisores, es una tarea principal en este cambio.

La supervisión desempeñada por profesionales de alto nivel y calidad, conocedores a fondo del sistema educativo y de los estándares de aprendizaje de los alumnos, es una función que se convierte también en preparación en la práctica de los docentes dentro de una organización escolar inteligente como debe ser la escuela.

En los directores de la escuela, titulares o encargados (más si son por concurso) se encuentra una de las columnas más fuertes del soporte de una buena escuela. Esta función a diferencia de la supervisión que es menos continua, es la responsable por cohesionar el cuerpo profesional de educadores, homologar buenas prácticas, orientar el diseño de actividades que estimulen los aprendizajes, evaluar continuamente los procesos y resultados de los estudiantes, identificar las debilidades, intervenir de modo organizado y oportuno en su atención y crear confianza en los alumnos y sus familias acerca de los productos del aprendizaje.

Con esta labor se evitaría que sea en el último momento del año cuando se conozcan esas debilidades y registren las deficiencias que obliguen a los estudiantes presentarse a rehabilitar en el período de vacaciones. Período este que puede ser utilizado para cultivar otras habilidades y destrezas como deportes, música, pintura, literatura, danza y otras expresiones de la cultura y las ciencias, que puedan contribuir a lograr en ellos una formación integral.

La escuela, mediante la supervisión, la dirección y sus docentes también pueden realizar alianzas con organizaciones, instituciones y empresas de su contexto, como medio de enriquecer las opciones de aprendizaje. Este sentido colaborativo debe entenderse como necesario para el crecimiento y mejoramiento continuo de la escuela vista como una organización colectiva que demanda compartir experiencias, buscar consejos y requerir ayuda dentro o fuera del centro educativo.

La vinculación a un entorno más amplio siempre es una buena práctica en la búsqueda de resultados apropiados en la educación de sus alumnos. Aún es posible hacer de la escuela panameña un lugar importante para la vida y el futuro de los alumnos. Debemos atrevernos a realizar los cambios que requiere la escuela para alcanzar esta meta de la familia y de toda la sociedad.

DOCENTE UNIVERSITARIO

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Como diría Fullan: ‘la clave del éxito del sistema está en situar la energía de los educadores y los estudiantes como el motor central'...

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