• 23/04/2016 02:00

Finanzas en la UP

Hemos señalado, en otra parte, que una universidad sin recursos no es universidad

Hemos señalado, en otra parte, que una universidad sin recursos no es universidad. Si los posee medianamente, es universidad limitada. Y si los tiene respondiendo a las necesidades de su pleno funcionamiento, es entonces una institución con proyección y facilidades para el éxito de sus programas.

Administrar la Universidad de Panamá (UP), para el próximo quinquenio, tiene a la vista retos importantes. En esto está en juego la base intelectual del país, su desarrollo incluso. Hay que asumir una actitud propositiva sobre el papel, las proyecciones y las potencialidades que corresponden a una de las principales instituciones del Estado. Tenemos, en la UP, el recurso humano de calidad, altamente calificado. Pero si algo nos preocupa son las finanzas que han de garantizar la efectiva realización de los programas académicos, de extensión e investigación.

El contexto de hoy nos impone mirar el futuro institucional conscientes de los desafíos que tenemos por delante, en una universidad llena de complejidades. Comprendemos bien que la clave para el éxito de las funciones que nos corresponden en la universidad del futuro está en la permanente ‘innovación de los procesos que le son intrínsecos ', y la innovación no es posible en ausencia de los recursos financieros que garanticen calidad y pertinencia de las tareas llevadas a cabo.

Los universitarios no partimos de cero. Generaciones anteriores han aportado un camino, y sobre éste los esfuerzos colectivo de docentes, administrativos, autoridades, incluido el sector estudiantil, quienes —como un todo— han sido el soporte verdadero de lo que hoy tenemos. Pero que ahora, en la exigencia del mercado del conocimiento, necesitamos reimpulsar la creatividad y las responsabilidades para favorecer las tareas llevadas a cabo desde la universidad.

No negamos, reconocemos más bien, que hay limitaciones y obstáculos; procesos y decisiones que requiere del escrutinio de la revisión, no para estropear los fines de una universidad de calidad, sino para mejorar, corregir y enrumbar aquellos pasos que no necesariamente responden a una universidad que debe proyectarse con energía renovada en este nuevo siglo. Sobre todo que asumamos una nueva visión de la democracia institucional que sea el motor que engrandezca a la UP.

La UP requiere mantener y fortalecer los programas académicos, de investigación e innovación y de extensión diseminados por todo el país. Una institución cuyo costo de matrícula da acceso a la población en las diversas disciplinas del conocimiento, muchas solo ofertadas por la UP, pues el ‘leiv motiv ' no es la ‘ganancia comercial ', sino la respuesta social-intelectual para la nación. Esto es parte del desarrollo nacional. Es el compromiso social que ha tenido, tiene y tendrá la UP con las familias panameñas de optar por una educación superior de calidad. Y, del Estado, se necesita de un compromiso con ella.

En países vecinos de Centroamérica (y en Colombia a nivel de ley) hay en sus constituciones políticas una definición progresiva y de sostenibilidad del presupuesto universitario a través de un porcentaje del presupuesto general del Estado. En Panamá no es así. Hay que motivar el interés en los universitarios, pero también en otros sectores de la sociedad panameña, y de quienes tienen el poder, de la necesidad estratégica de resguardar el futuro financiero de nuestras universidades. Así, haremos más grande a Panamá.

DOCENTE DEL CRU DE COLÓN.

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