• 09/10/2016 02:02

Ban Ki-moon

‘Su nombre es el aplauso y también el silencio '

BAN KIN-MOON es el octavo secretario general que ha tenido la ONU, diplomático surcoreano, con estudios realizados en su país natal y una maestría en la Universidad de Harvard. Fue ministro de Relaciones Exteriores de Corea del Sur, con antelación a su designación en la ONU; no irrumpió como comprenderán, como un extraño, a tan alto cargo. Su alineamiento con aquellos centros de poder, donde se toman las grandes decisiones, contribuyeron a su escogencia; por ser de aquellos individuos que no causan mayores problemas y sus análisis no molestan. Quienes lo han tratado, se expresan de él como un hombre poco carismático, serio y más bien parco. Enemigo de grandes discursos y frases impactantes. De carácter consultivo y convocatoria pactada. Su sensatez le honra, aunque la ha propagado con excesiva cautela. Son los rasgos que conocemos de BAN.

En su desempeño estos diez años, donde se solidarizó con algunas causas y propuestas estrellas están, el poner a 200 países de acuerdo para resolver un pacto global contra el cambio climático. Es decir, potenció el debate sobre la amenaza medio ambiental. Un triunfo que la humanidad deberá agradecerle y reconocerle de por vida. Sin tapujos fue un duro crítico con el presidente sirio, BACHAR EL ASSAD y su papel en esta guerra tan cruel y desalmada; un escenario delicado y epicentro de una grave crisis regional; donde los intereses geoestratégicos marcan la política exterior mundial, aunque a veces se las disfrace de razones humanitarias. De sus mejores logros fue defender la Primavera Árabe de 2011; la del estallido de revueltas en Egipto, Libia, Túnez, Yemen y Bahréin, con regímenes totalitarios que por décadas se oprimieron estas naciones, sepultadas bajo los escombros de la corrupción política.

Por desgracia, todos estos años de su gestión en este organismo serán recordados también por sus puntos negros, por las evidencias de fracasos, como no poder concretar las negociaciones de paz en Siria; el no haber sido más enérgico ante el manifiesto desdén a la cooperación internacional que prohíbe la visita de observadores a países como Venezuela, Turquía e Irán. Quizá injusto culparlo por estas críticas duras que emanan en su contra. En fin, la sucesión de triunfos y fracasos que marcaron su carrera como secretario general de la ONU. La usual historia de estos cargos, en donde no se sale inmune y sin mácula.

Muchos secretarios de la ONU han pasado a la historia por sus controvertidos papeles; de los más recordados en los últimos periodos están el egipcio Butros-Ghali, que luchó activamente contra el sida y que se inmortalizó por tener el valor de ir contra la invasión a Irak y Kofi Annan, político ghanés, que dentro de sus prioridades estuvo el amplio programa de reformas de la ONU.

Se marcha en diciembre BAN, donde ha pasado más años presenciando la crisis mundial, que su Corea natal. Se va con las decepciones y desengaños, quizá con la angustia de no haber podido corregir los desequilibrios mundiales; lo que resulta una hazaña difícil. ¿Quién lo sustituirá, en un mundo repleto de decisiones geopolíticas complejas? Antonio Guterres, expremier portugués, entre los años 1995 y 2002. La entrada en escena de alguien con un mensaje nuevo, fresco y humanitario, para esta desesperanzada humanidad. Un secretario general apto y adecuado, que ocupó el cargo de Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, a quien le corresponderá ahora solucionar la gran crisis migratoria mundial que alcanza la monstruosa cifra de sesenta y cinco millones de personas desplazadas en el mundo. Porque de no ser así, la ONU continuará perdiendo liderazgo y credibilidad; porque por desgracia lleva años en la irrelevancia; en una época en que la política está bien menospreciada, precisamente cuando más la humanidad la ha necesitado.

Estamos frente a una ONU distante, por eso se requiere un secretario general capaz de defender los valores de solidaridad y humanidad. La ONU debe encontrar su nueva razón de ser, una regeneración, recobrar su rumbo; a eso aspiramos los habitantes de este angustiado planeta.

BAN KIN-MOON, fue testigo y protagonista de nuestra época, de controversias políticas, de batallas y angustias sangrientas. Tiene un desafío, el de escribir sus memorias, así nos deja un testimonio y no queden condenadas a naufragar en el olvido.

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