• 24/01/2017 01:00

Frente a la corrupción, lo que espera la ciudadanía

Pues, es tiempo de que el país recupere la confianza en sus instituciones democráticas y, sobre todo, en la certeza del castigo

La corrupción se ha convertido en un cáncer social en condición metastásico, pues campea en diversas latitudes y atenta contra la vida, salud, seguridad y educación de miles de personas. Detener su avance parece imposible, toda vez que no existen sinceras intenciones de extirparlo; los llamados a lograrlo juegan al pase de la pelota y evidencian que esta forma parte ya de la cultura sociopolítica de nuestros países.

De ahí que, mientras en otros países vecinos la justicia es ciega y objetiva frente a hechos de corrupción, acá, en Panamá, estamos con paños tibios, ‘politizando la justicia' y primando acciones encubridoras por parte de los tres órganos fundamentales del Estado.

A todas luces, vemos que el presidencialismo existente en la estructura de Gobierno panameño, aunado a una tendencia histórica de la clase dominante y la ‘clase política' a ser proclives a la ‘cultura del juegavivo', y poner sus intereses particulares sobre principios de honestidad y dignidad, con lo que han permitido que estemos inmersos en actos de corrupción, que empañan la imagen de nuestro país e inciden en la economía nacional.

El actual presidente, ingeniero Juan Carlos Varela, como político ducho, nos presenta un discurso confuso e incoherente, dando la impresión de que quedó anquilosado en la campaña presidencial y no asume responsablemente el rol que demanda la población frente al reciente escándalo Odebrecht.

El país entero espera que su presidente marque pautas importantes en el derrotero de la justicia, y viabilice las acciones enérgicas de la ley, caiga quien tenga que caer; sin amiguismo, sin politiquería barata y sin compromisos previamente adquiridos o negociados con sectores minúsculos de la sociedad.

En consecuencia, sabiendo que aquí en Panamá, en materia administrativa gubernamental, no existe ‘la independencia real de los órganos de Gobierno', la ciudadanía en conjunto debemos exigir, quizá en las calles, que las investigaciones que realiza el Ministerio Público no queden inconclusas y que sean únicamente algunos chivos expiatorios los encarcelados y no así quienes han hecho de gobernar un modo oportunista de pelechar y engrosar sus arcas individuales.

Exigimos investigaciones rigurosas y serias, que la justicia sea ciega y con una balanza que sea capaz de alcanzar a cualquier hijo de vecino, sin importar su militancia política, alcurnia o acercamiento al Ejecutivo. Pues, es tiempo de que el país recupere la confianza en sus instituciones democráticas y, sobre todo, en la certeza del castigo.

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