• 30/01/2017 01:03

El camino está trazado

Cuando el presidente Varela hace algunos años nos indicó que se actuarían en el marco de un ‘proceso de corrección fraternal'

Cuando el presidente Varela hace algunos años nos indicó que se actuarían en el marco de un ‘proceso de corrección fraternal', creo que no tenía idea de que la realidad superaría sus intenciones. Desde entonces, fui una de las múltiples voces que le pedíamos señalar a los involucrados: ‘... de qué grupo proceden, dónde comen y dónde conviven. Eso lo hacen siempre cuando es de los barrios pobres de Colón, Río Abajo, Pueblo Nuevo, etc. La certeza del castigo debe ir con el señalamiento puntual de los individuos para que la sociedad los conozca y que no los sigamos eligiendo ni rindiendo pleitesías por lo que tienen... sin recordar cómo lo obtuvieron'. Eso fue en el 2015.

Yo quiero sugerir que tengamos cuidado porque siempre está la posibilidad de que nos decepcionemos cuando los resultados no sean lo que esperábamos. Hay mucha felicidad por la cantidad de personas que participaron en la marcha contra la corrupción el miércoles de la semana pasada. Es un buen comienzo y lo importante es que los que acudieron lo hicieron, hartos y convencidos de que su presencia en esa concentración era necesaria para enviar un claro mensaje de rechazo a la corrupción y a la situación actual de la cosa pública. Pero ha tomado la mitad del periodo presidencial para que esto ocurriera.

Yo aspiro a que esas concentraciones y marchas sean tan grandes como las que vemos en las campañas políticas; en donde, como todos sabemos, los candidatos de todos los niveles y de todos los partidos a punta de diablo rojos y transportes pagados, con almuerzo, camiseta, gorra y dinero, nos tratan de imponer visualmente esos apoyos multitudinarios a sus gestiones. Lo que salga de este esfuerzo ciudadano, debe procurar que las próximas campañas electoreras la gente acuda a las concentraciones por impulso personal.

Pero volviendo al tema, mucho hemos tenido que soportar la burla y el festín de los que pecaron, antes de que el asunto Odebrecht se saliera del margen a nivel internacional. Aquí no iba a suceder nunca nada. De ninguna manera es tolerable esta francachela de enriquecimiento y corrupción que ha convertido, por un lado a un pequeño sector de la población en dueños y señores del país, ostentando ellos, sus hijos y sus familiares, la riqueza mal adquirida; mientras que al otro extremo de esa cuerda social, los más necesitados no tienen qué comer, donde vivir decentemente, donde atenderse con dignidad cuando están necesitados de atención médica y al mismo tiempo tienen que reírse y aplaudir cuando los primeros les arrojan las migajas.

No solo es lo referente a Odebrecht, ¿qué hay de las millonarias partidas que manejaron los diputados?, ¿cómo fueron utilizados esos dineros? Solo por mencionar uno. El asunto de la Autoridad Marítima y los permisos a marinos: ¿en qué quedó eso? Seguiremos siendo una sociedad en decadencia si no terminamos de sanear todo como de debe ser y que los involucrados con sus conductas que reprochamos no vuelvan a levantar la mano para ser escogidos.

Al cabo de las correcciones, se deben formular nuevos modelos de accionar. El negociado con los bienes del Estado, el matraqueo vulgar y descarado, el transfuguismo, la compra y venta de conciencia, el trueque desmesurado de los ideales (si es que los tienen) por la oportunidad de enriquecerse: es el escenario en donde muchos quieren seguir gobernando. Protegiendo sus espacios y reordenando los bloques de la estructura política para seguir en lo mismo al cabo de un tiempo.

La sociedad no debe dejar que estos malandrines disfruten del fruto de sus delitos, darles seguimiento si no han cumplido con la sociedad, a cada paso que dan, en cualquier lugar del mundo, si desaparecen por un día, dos, una semana o un mes, lo que queda es que, con la tecnología actual, no podrán esconderse por mucho tiempo y por donde quiera que se asomen, volver a recordarles quiénes son.

Con la marcha y la indignación compartida el camino está trazado. Al final hay un argumento puntual que tiene que ver con la supervivencia. Si esta sociedad quiere progresar sanamente, debemos superar las dificultades del entorno, naturales o creadas por nosotros mismos, a fin de que esto no vuelva a ocurrir y seamos más los que estemos presentes para adelantar una causa común de desarrollo.

COMUNICADOR SOCIAL.

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